Casos de violencia en Puebla: entre el privilegio y el castigo social

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Dos eventos en los que jóvenes de Puebla agredieron a otros fueron captados en video y difundidos causando una gran indignación en redes sociales. No es que sea un caso exclusivo de las o los jóvenes poblanos: han habido casos de bullying y agresiones en otros estados, pero llama la atención este comportamiento en una sociedad conocida por ser sumamente conservadora y religiosa, nos dijo la socióloga Elvira Cedillo. 

El 84.4% de la ciudadanía poblana dice profesar la religión católica, de acuerdo con los datos de 2020 del INEGI. Incluso la Universidad Anáhuac, en la que estudiaban tres de los jóvenes que protagonizaron los ataques, pertenece a esta corriente religiosa. Pero además, los dos eventos tienen algo en común: los atacantes son de escuelas prestigiosas y familias acomodadas.

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Para conocer el contexto, el 10 de septiembre de 2023 se hizo viral un video en el que un grupo de ocho jóvenes golpeaban a un estudiante universitario, Ernesto Calderón, en la zona de bares y antros de Angelópolis, una de las zonas “fresas” de la capital de Puebla. 

La golpiza que tuvo lugar en la madrugada de ese mismo día se inició tras un acto de bravuconería: los agresores tiraron cerveza sobre una amiga de Ernesto y este salió en su defensa.

Bajo la influencia del alcohol, los ocho jóvenes se envalentonaron y le propinaron una brutal golpiza a Ernesto, rematando con una patada artera en el rostro que lo mandó al hospital y quedó grabada en un video que sacudió a los usuarios de internet en todo el país.

“¡No se vuelvan a meter con nosotros! ¡No se vuelvan a meter con nosotros!”, gritaba uno de los agresores mientras se alejaba de la escena donde dejaron a Ernesto tirado en el suelo y lo amenazaba con reventarle una botella de licor que traía en la mano.

Las y los internautas ya no se quedan callados cuando injusticias como esta recorren las redes sociales, así que se dieron a la tarea de identificar a siete de los ocho jóvenes agresores que le provocaron una fractura en la cara a Ernesto poniendo en riesgo la movilidad de su ojo, según publicó su tía en redes sociales.

Los expulsan de las escuelas

Dos de los agresores, Luis Alberto y Francisco Rodolfo Romero Figueroa, eran estudiantes de la Universidad Anáhuac, que los expulsó de la institución por participar en el ataque. Otros tres estudiaban en el Tec de Monterrey campus Puebla, Jonathan Alvarado Flores Valencia, su hermano Jesua y a su primo Pierre Flores. Los otros supuestos agresores fueron Nagib Lases y Roberto Reyes. Del último se desconoce la identidad.

El Tec de Monterrey también tomó cartas en el asunto y expulsó a sus estudiantes involucrados en la agresión y la Fiscalía estatal tomó el caso. Pero no pasaron ni tres meses antes de que otro joven, Patricio N, estudiante de preparatoria de la Anáhuac, protagonizara otra indignante escena al atacar brutalmente a un guardia de seguridad en el fraccionamiento Lomas de Angelópolis, también en Puebla y casi en la misma zona donde ocurrió la anterior.

Patricio N se abalanzó a golpes contra el vigilante del fraccionamiento luego de que éste se negara a levantar la pluma para dejarlo pasar, ya que el sistema en el celular de Patricio no funcionó. En el impactante video que fue captado por las cámaras de seguridad del conjunto residencial se nota cómo el vigilante de 19 años ni siquiera mete las manos para defenderse.

Pero esto no hizo que Patricio se detuviera, al contrario; descargó toda su ira en contra del empleado de la empresa de seguridad privada VIMA quien resultó con varias contusiones y la nariz rota. 

Cuando Patricio notó que lo grababa una mujer -quien quedó atrapada en el caos que produjo la agresión- le pidió de forma muy educada, colocando sus manos unidas frente al pecho como en señal de súplica, “por favor, señora, no me grabe”. Para después gritarle al vigilante: “¿te gustó tu putiza? ¿Te gustó?”.

La disonancia de los “chavitos bien” 

Aunque la brutal golpiza que Patricio N le propinó al vigilante de seguridad quedó grabada en video y todos pudimos ver la alevosía con la que atacó, parece ser que no pisará la cárcel según dejó ver el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla, Gilberto Higuera Bernal.

Primero porque el fiscal argumentó que se tomarían las medidas oportunas del Sistema de Justicia Penal para Adolescentes, ya que Patricio es menor de edad y, segundo, porque aparentemente el joven agresor ya no está en México, sino en los Estados Unidos, según lo que se publicó en su supuesta cuenta personal de Instagram, expuesta en la red social X por diversos usuarios, donde en su perfil decía hace algunos días “ya estoy en US (Estados Unidos)” y ahora dice “se lo merecía, no diré más”. 


La socióloga Elvira Cedillo nos explicó que los jóvenes en un contexto de privilegio llegan a tener comportamientos discriminatorios o bravucones que les dan un cierto sentido de superioridad para reafirmar su estatus en el grupo y esto se nota en los casos que mencionamos. En uno de ellos fue un grupo contra un joven; en el otro fue un residente contra un empleado.

También nos dijo que en una sociedad como la poblana, donde las apariencias son tan importantes, no siempre se corresponden entre sí el comportamiento de las personas en su círculo cercano y el que sostienen en la calle. “Es como si tuvieran dos o tres personalidades”, nos dijo.

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La especialista nos explicó que en estos contextos surge una dicotomía -la división de un objeto o concepto en dos partes complementarias pero separadas- en la que pertenecer a un grupo selecto y privilegiado también implica desobedecer inconscientemente a nuestra parte racional, la que nos frena para reflexionar si lo que estamos haciendo está bien.

Y en jóvenes y adolescentes, vulnerables e influenciables, se puede expresar en términos de violencia para dejar claro su superioridad ante otros que consideran “los de afuera”, los outsiders, los que no pertenecen a su misma clase, nos explicó Cedillo.

Prevenirlo, complejo pero necesario

Elvira Cedillo nos recomendó empezar por lo más básico para evitar que estas actitudes prepotentes, discriminatorias y, sobre todo, violentas se sigan reproduciendo. Primero por hacernos conscientes de los patrones agresivos que sostenemos en el día a día y cómo los fomentamos: dejar de normalizar la llamada “carrilla”, las bromas pesadas, el acoso basado en estereotipos y la desigualdad. 

Dejar de engrandecer a los llamados whitexicans que pululan en las redes sociales y que abastecen su contenido con mensajes clasistas y racistas disfrazados de comedia es un comienzo, nos dijo la entrevistada.

El trabajo de las instituciones educativas con la participación de los padres de familia también es elemental para poder generar ambientes saludables, de confianza, para las y los jóvenes, así como las acciones contundentes para no tolerar la participación de la comunidad estudiantil en ataques hacia ninguna persona, por ningún motivo.

El trabajo es complejo: hay que sortear la impunidad, la justicia a modo y replantearse personalmente y como sociedad qué es lo que estamos enseñando a las generaciones más jóvenes, porque no podemos depender de que los casos se hagan virales para que nos alerten estas conductas. Los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana, ¿qué clase de mundo estamos construyendo?

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