¿Censura en tiempos de COVID-19? Así limitan los gobiernos la libertad de expresión

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Por: Mariángel Calderón y Scarlett Lindero

La libertad de expresión, en tiempos de COVID-19, puede convertirse en un delito. Como en Venezuela, donde el reportero Darvinson Rojas fue encarcelado sólo por cuestionar las cifras oficiales de contagios en aquel país en Twitter. Pasó en la cárcel 12 días por “instigar al odio”. O en El Salvador, donde está prohibido que los periodistas pregunten a las autoridades de salud sobre el estado actual de la pandemia.

En China no sólo nació el COVID-19, también la primera censura por este tema. El gobierno chino ocultó los peligros de esta enfermedad desde diciembre del año pasado. Quizá, de no haberlo hecho, se habría evitado la pandemia en la que hoy estamos, de acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF). 

En medio de la crisis mundial por el virus, algunos países han tomado medidas autoritarias y arbitrarias que atentan contra la libertad de expresión y su derecho a la información, explica Ana Cristina Ruelas, directora de la oficina de Artículo 19 en México, en entrevista con Cuestione.

El caso de México

Aunque en nuestro país aún no llegamos a casos extremos de censura, es importante estar alertas a las señales de bloqueos informativos, como cuando el gobierno no revela toda la información disponible o decide que las solicitudes de transparencia no son esenciales y entonces se suspende el trabajo del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Otra forma de desinformar es a través de las fake news (noticias falsas), propagadas por los propios funcionarios, como el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, cuando dijo que quienes están contagiados de coronavirus son los “ricos y los pobres estamos inmunes”, lo cual es falso, explicó Ruelas. 

Además, la crisis por COVID-19 también ocasiona que los gobiernos tomen otras acciones como la vigilancia a la ciudadanía, justificando estas medidas por la “crisis”. Este es el caso del gobierno de la Ciudad de México, donde se firmó un convenio con las telefonías de celulares para monitorear el movimiento de las y los usuarios.

En tiempos de crisis sanitarias es importante que el gobierno rinda cuentas sobre las acciones que está tomando, pues sin información no hay derecho a la salud, dice Ruelas.

Los ataques contra periodistas

“Hoy más que nunca, la labor de los periodistas es fundamental en un estado de emergencia, las autoridades que atienden la emergencia deben ser transparentes y respetuosas de la labor periodística, eso incluye a las fuerzas de seguridad, que ante la crisis sanitaria, pueden llegar a ser más agresivos en la atención de periodistas”, advierte Balbina Flores, representante de Reporteros sin Fronteras en Méxicoen entrevista con Cuestione.

La censura en contra de periodistas no solo se da por una instrucción para evitar que alguien publique algo, también se puede dar a través de sustraer, decomisar o destruir sus equipos y materiales de trabajo, explica la RSF

“Hay una tentación de los gobiernos para obstruir la labor de los periodistas (…) y en la medida en que las emergencias se agudizan, también se restringen los espacios de información”, dijo Flores.

Un ejemplo son los países en los que hay toques de queda, como Bolivia, Chile y Perú. En México, 16 municipios de Sonora ya implementaron esta medida. Sin embargo, para enfrentar la emergencia sanitaria ante el COVID-19, las y los periodistas deben salir a las calles para documentar lo que está pasando, pero cuando lo hacen en estos lugares reciben llamadas de atención por parte de las autoridades por ejercer su labor en las calles, explica Flores.

“Como hay emergencia sanitaria, las autoridades tienen cierto temor de que salgan determinados datos”, dice la integrante de la RSF. Según dice, aún cuando la información para dar seguimiento al COVID-19 en el país, ofrecida por las autoridades federales ha sido clara y directa, es en los estados del país en donde los y las periodistas enfrentan mayores dificultades para informar a las personas. 

Dentro de la crisis sanitaria por COVID-19 hay otra crisis: la de la desinformación. Las primeras planas de los diarios en el país se centran en la cobertura de la pandemia, pero la inseguridad, migración y violencia contra las mujeres se han dejado de visibilizar. La labor de los y las periodistas es evidenciar que además del coronavirus, sigue habiendo estas otras pandemias, dijo a Cuestione Balbina Flores.

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Los silencios del mundo ante COVID-19

Brasil 

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, señaló en marzo pasado que los plazos de respuesta de 20 días a solicitudes de información en ese país quedaban suspendidos. Sin embargo, el ministro del Supremo Tribunal Federal, (que es parte del sistema judicial y el organismo encargado de resguardar los derechos de los ciudadanos en ese país), Alexandre de Moraes, revirtió la medida. 

Cuba

Para las autoridades de ese país, el trabajo del periodista Waldo Fernández, es “una labor enemiga”. En plena pandemia, Fernández y otros periodistas del Diario de Cubahan sido citados para interrogarlos sobre sus labores periodísticas.

Uruguay

En Uruguay, con todo y los esfuerzos gubernamentales por emitir información sobre este virus, se ha cuestionado la parcialidad y falta de los datos actualizados por ese gobierno. En ese país, no hay información clara sobre el número de pacientes sospechosos, ni tampoco el número de pruebas realizadas a estos pacientes. 

Guatemala

Después de anunciar medidas económicas en Guatemala para enfrentar el coronavirus, el presidente de ese país, Alejandro Giammattei, roció con aerosol desinfectante a periodistas que lo esperaban afuera del Congreso para entrevistarlo.

El Salvador

En El Salvador, las conferencias de prensa son solo para que los periodistas escuchen, pero sin preguntar. Van tres ocasiones en las que, tras conferencias informativas, a las y los periodistas se les impide hacer cualquier tipo de cuestionamientos.

México era ya uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Además de los riesgos de la profesión, la cotidiana presión a la que están sometidos, y algunas veces, las malas condiciones laborales, los y las periodistas enfrentan temores más grandes, como el de la censura.

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