Cuenta la leyenda que la actriz Kate del Castillo y el actor Sean Penn se reunieron con Joaquín “El Chapo” Guzmán en la reserva ecológica de Cosalá, en la sierra de Sinaloa. Esto ha sido desmentido por autoridades de la Universidad Autónoma de ese estado. Otros dicen que se reunieron en Pueblo Nuevo, también en Durango.
Esto ocurrió el 2 de octubre de 2015. Guzmán Loera llevaba tres meses prófugo después de haber escapado de prisión (por segunda vez) por un túnel.
Reportes periodísticos dan cuenta de que “El Chapo” estuvo a punto de ser capturado -pero logró escapar- apenas ocho días después del encuentro con Kate del Castillo y Sean Penn.
¿Están relacionados los eventos? Fuentes de alto nivel nos revelaron que definitivamente están vinculados. Guzmán Loera fue localizado gracias al rastreo que se le hizo tanto a Kate como a Sean desde antes de su llegada a México.
Esto viene a colación porque esa captura fallida es un claro ejemplo de cuando los sistemas de rastreo y espionaje sí son usados para perseguir delincuentes.
Desde que se confirmó que diversos periodistas mexicanos fueron espiados utilizando el ahora famoso sistema Pegasus, la discusión sobre los alcances y límites del espionaje telefónico se ha propagado en redes sociales y medios de comunicación.
El espionaje existe desde hace siglos. Los faraones egipcios tenían espías en las cortes hititas. Los romanos en todo su imperio. Los reyes medievales mandaban los suyos a las cortes enemigas. La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría no se entienden sin los sistemas de espionaje de EU, la URSS, la Gran Bretaña y Alemania. Algunas de las mejores novelas de la humanidad giran alrededor de las historias de espionaje.
Antes, los gobiernos espiaban a criminales, opositores y gobiernos enemigos colocando micrófonos en las oficinas o casas de los objetivos de interés.
Es célebre la historia del escudo estadounidense tallado en mdera que le regalaron a un embajador de Estados Unidos en Moscú completamente microfoneado. El embajador lo colgó en su oficina y la KGB tuvo acceso privilegiado a la información de la embajada estadounidense de su enemigo por años.
Entonces, lo que deberíamos de estar discutiendo son las reglas de operación del espionaje, no si éste debería de existir. Porque, ¿qué creen? Existe y no va a desaparecer.
Una prueba de espionaje bien utilizado, decíamos, casi termina con la captura de quien era entonces el criminal más buscado del mundo. Y la historia es la siguiente:
Agencias de inteligencia de Estados Unidos y México llevaban meses monitoreando las comunicaciones del abogado de Joaquín Guzmán Loera. En ese monitoreo entraron en escena Kate del Castillo y, más tarde, Sean Penn. Fue gracias a eso que autoridades de EU supieron el día y hora exacta en que Del Castillo y Penn viajarían a México para verse con “El Chapo” y avisaron a las autoridades mexicanas.
Las fuerzas de seguridad mexicanas siguieron -por supuesto- la pista a ambos artistas, lograron dar con el escondite de Guzmán y comenzaron a preparar el operativo para detenerlo.
Este se realizó pocos días después del encuentro. Hallaron a Guzmán Loera en unas cabañas de la sierra de Durango. Helicópteros Black Hawk de la Marina llegaron al lugar y tuvieron a “El Chapo” en la mira.
Guzmán Loera utilizó a un menor de edad como escudo humano. La orden desde Ciudad de México fue: no disparen, lo queremos vivo.
Así fue que logró escapar. Eso sí, cayó por el monte en su huída y se lastimó, lo que impidió que pudiera seguir escapando con la facilidad que lo había hecho hasta entonces.
Eso, finalmente, facilitó su captura meses después, cuando la inteligencia mexicana lo ubicó en una casa de seguridad en Culiacán, Sinaloa.
Una historia de espías a la mexicana que poco se conoce pero que es necesario recordar para no perder la perspectiva acerca de la importancia que tienen los sistemas de espionaje y monitoreo a la hora de combatir criminales.
¿Espiar periodistas está bien? Claro que no. No debe hacerse. ¿Darle seguimiento a un par de actores que se van a reunir con el prófugo más buscado del mundo, que inundó de sangre y drogas las calles del país?
No me cabe la menor duda de que sí.
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