El costoso impacto económico y social del embarazo adolescente

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Martha tenía apenas 16 años de edad cuando se convirtió en mamá. A pesar de contar con el apoyo de sus papás, tuvo que dejar la preparatoria y comenzó a trabajar en un pequeño puesto de dulces afuera de las escuelas para poder mantener al bebé que venía en camino. Mientras, su sueño de ser maestra fue puesto en pausa indefinida.

“Mis papás nos ayudaron a mí novio y a mí dándonos un techo donde vivir, pero nosotros tuvimos que dejar la escuela porque tener un hijo es muy caro, entre pañales, ropa, comida, doctores, por eso empezamos a vender dulces afuera de las primarias”, nos contó Martha. 

El embarazo adolescente es un problema que comenzó a crecer desde finales de los años 90, con un gran repunte en 2006, aunque comenzó a disminuir a partir de 2014. Tan solo en 2019 se registraron casi 350,000 embarazos de este tipo, entre niñas y adolescentes de 10 a 19 años de edad, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Para saber más:Confinamiento por COVID-19 dejará 7 millones de embarazos no deseados en México y AL

Cuando una adolescente se embaraza reduce tres veces las posibilidades de llegar a la universidad, lo que aumenta las probabilidades de permanecer en pobreza y que sus hijos sigan el mismo patrón, de acuerdo con el estudio Consecuencias Económicas del Embarazo Adolescente del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)

Pero el impacto va más allá del costo personal. La riqueza de los países también lo padece, pues en lugar de tener mujeres con mayores estudios que realicen trabajos mejor pagados y con ello aporten más a la nación a través de los impuestos que pagan, muchas de las jóvenes con embarazos no deseados a temprana edad terminan en el trabajo informal, como le ocurrió a Martha.

Por eso, se estima que el embarazo adolescente genera pérdidas de ingresos por casi 63,000 millones de pesos, es decir, el equivalente al 0.27% del Producto Interno Bruto (PIB), 

Este fenómeno se repite en toda América Latina, con la pérdida de ingresos es de 1,242 millones de dólares o el 0.35% del PIB anual de los seis países analizados: Paraguay, Ecuador, Guatemala, Argentina, Colombia y México. 

Sin prevención, más embarazos en adolescentes 

“En la secundaria o primeros años de bachillerato, nueve de cada 10 mujeres que se embarazan son expulsadas (de sus centros educativos), ya no continúan sus estudios y están condenadas a trabajos precarios, además sufren de discriminación porque la sociedad las culpa” a ellas, comentó Juan Martín Pérez García, Director Ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en Mexico (REDIM). 

En el caso de Martha, su novio era casi de la misma edad. Sin embargo, muchos de los embarazos adolescentes son producto del abuso sexual y la violación, como podemos ver en las mismas estadísticas del INEGI, en donde se registran casos en los que la diferencia de edad es de casi 60 años (la niña tenía 13 y el “padre” 70), lo cual evidencia casos de violación

Tenemos un alto índice de embarazo adolescente porque tienen pocas redes de protección, menos información sobre educación sexual y más dependencia económica”, nos explicó Pérez García. 

Además, los servicios de salud no son accesibles para las adolescentes, no existen suficientes campañas de información sobre estos servicios y hay poca oferta de sistemas de prevención, nos explicó Alexis Hernández, experto en adolescencia y juventud en la organización internacional Ipas CAM, especializada en salud sexual y reproductiva

“No tenemos programas de educación sexual integral que formen a las niñas, a las familias, profesores y profesoras, y también a los hombres adolescentes, para que disfruten de su sexualidad sin que paguen con un embarazo o infección. A los hombres se les debe enseñar que su masculinidad no depende de cuantas mujeres embaracen”, comentó Pérez García

La pandemia por la COVID-19 ha ocasionado que las niñas, adolescentes y jóvenes estén más expuestas a la violencia. Se calcula que debido a la cuarentena hayan 21,575 embarazos adolescentes no planeados más, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo). 

El número de embarazos no deseados va a aumentar dependiendo del tiempo que se prolongue el confinamiento, pues las personas no asistirán a los servicios de salud por temor a ser contagiados, además puede haber desabasto de métodos anticonceptivos, ya que algunos centros de salud fueron convertidos en áreas COVID-19 o por el incremento de uniones tempranas, de acuerdo con el UNFPA.  

Para saber más: Emergencia sanitaria amenaza derechos reproductivos de las mujeres

Impacto en el trabajo remunerado de las mujeres

Al no poder terminar sus estudios, Martha tuvo que empezar a vender dulces afuera de las escuelas, lo que ocasionó que sus ingresos no fueran suficientes para subsistir dignamente. Las mujeres con embarazos adolescentes representan una pérdida anual de unos 3,000 millones de pesos al no poder conseguir un mejor empleo o estar desempleadas. 

Mientras que las mujeres que fueron madres adolescentes tienen ingresos, en promedio, de 46,000 pesos anuales, las mujeres que fueron madres en edad adulta perciben casi 70,000 pesos al año, es decir, 32% más altos, de acuerdo con la UNFPA

Otro problema al que Martha y su familia se han enfrentado es que no cuentan con servicio médico, pues no tiene un trabajo que se los otorgue. Las mujeres con embarazos adolescentes también deben afrontar que la calidad del empleo que encuentran sea menor al de las mujeres que fueron madres en la adultez. El 67.4% de mujeres en esta situación nunca han cotizado a los sistemas de seguridad social

Cuando las mujeres abandonan sus estudios a tan corta edad, es muy difícil para ellas encontrar un trabajo que les garantice un sueldo con el que puedan subsistir dignamente, con seguro médico y prestaciones. Pero esto no termina con ella, pues sus hijos o hijas heredan estas condiciones de vida y la pobreza se perpetúa por la falta de recursos para salir de ella, explicó Pérez García. 

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Costos del embarazo adolescente

“Me acuerdo que a mis 16 estaba muy asustada porque los doctores me decían que mi embarazo podía ser de alto riesgo por mi edad, que incluso existía la posibilidad de morir. No entendía muy bien, sólo recuerdo que pasé mucho tiempo en el hospital entre consulta y consulta. Pero al final todo salió bien”, recuerda Martha. 

Los embarazos adolescentes tienden a ser más caros que los embarazos de mujeres adultas, debido a que muchas veces las adolescentes presentan complicaciones y requieren de más consultas médicas, especialistas y tratamientos. Entre más pequeña, más riesgo corre, como nos explicó Pérez García.

Cada parto tiene un costo aproximado de 19,509 pesos, incluyendo cuidados prenatales, complicaciones obstétricas, parto y las atenciones al recién nacido, de acuerdo con el UNFPA. Si tomamos esa cifra y la multiplicamos por los 350,000 embarazos adolescentes que hubo en México en 2019, esto quiere decir que el parto adolescente costó 6,828 millones de pesos, la mayor parte de ellos, cubiertos por el sistema de salud público. 

En los seis países estudiados de América Latina en el estudio de la UNFPA, se estima que los gastos que los servicios públicos de salud realizan para cuidados de la gestación y el parto en adolescentes, varía entre 6.7 y 305 millones de dólares por cada país

Los embarazos adolescentes tienen un impacto profundo en la vida de las mujeres. A algunas les impiden estudiar o las orilla a tomar trabajos precarios para poder subsistir; sin embargo, la falta de prevención también se traduce en pérdidas millonarias para el Estado. 

Al final, lo que dejan claro estos estudios es que prevenir los embarazos adolescentes es mucho más funcional en términos humanos y económicos que no hacer nada al respecto. ¿El Estado asumirá su responsabilidad?

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