Epidemia de soledad

Compartir:

- Advertisement -

El mundo aún sigue recuperándose de la pandemia. La COVID-19 mató a siete millones de personas a nivel global, de acuerdo con las cifras oficiales, aunque se advierte que podrían haber sido por lo menos el doble, pero en un intento por ocultar el fracaso de sus estrategias varios países maquillaron las cifras.

Poco más de dos años que nos marcaron para siempre; prácticamente cada familia perdió un ser querido. Fue terrible. Pero sin darnos cuenta hay otra epidemia que se extiende y se filtra entre nosotros: la soledad.

¿Cómo podemos hablar de soledad cuando somos más de ocho mil millones de personas en el mundo? Sí, somos millones, pero nos sentimos solos.

A finales de noviembre, la OMS hizo una advertencia mundial: la soledad cada día afecta a más personas y representa uno de los mayores factores de riesgo para la salud de poblaciones de todas las edades. Tedros Adhanom, director general de la OMS, advirtió: “Las personas afectadas por la soledad y el aislamiento social corren mayores riesgos de sufrir ansiedad, demencia, depresión, tendencias suicidas o ataques al corazón. Dijo que atacar el problema debe ser una prioridad sanitaria mundial y anunció la creación de un comité de expertos en conexión social para estudiar el fenómeno y atenderlo.

De hecho el grupo está encabezado por Vivek Murthy, un cirujano estadounidense que ha advertido desde hace años de esta epidemia silenciosa. En una entrevista para la agencia AP dijo que hoy la comunidad médica sabe que la soledad es un sentimiento común que experimentan muchas personas. Es como el hambre o la sed; es una sensación que nos envía el cuerpo cuando nos falta algo que necesitamos para sobrevivir y advirtió que su impacto no solo es en la salud mental, sino que altera incluso la salud física; los efectos de la soledad en la mortalidad equivalen a fumar 15 cigarrillos al día.

Es un informe de más de 80 páginas en los que se detalla cómo vivir aislado o sentirnos aislados reduce nuestra supervivencia; incrementa en 60% el riesgo de muerte prematura por enfermedades físicas como las cardíacas o los accidentes cerebro vasculares. Además de su relación, por supuesto, con cuadros de ansiedad, depresión y demencia.

La soledad, de acuerdo con los expertos, daña la salud porque somos seres biopsicosociales y  necesitamos satisfacer las necesidades de cada una de esos tres elementos que nos integran: somos un cuerpo que nos aloja y que necesita comer para funcionar; tenemos una psiquis que nos permite ser y adaptarnos al medio, y somos seres sociales que necesitamos la interacción, necesitamos nutrirnos con la convivencia, con la atención y el interés de los demás en tener una relación con nosotros. 

En Estados Unidos más del 33% de los adultos acepta sentirse solo; en la Unión Europea son más de 84 millones de personas, según un estudio de la Comisión Europea. ¿Es un problema solo de naciones altamente desarrolladas? Parece que no.

Una encuesta de Ipsos, realizada en 2020 en cinco países latinoamericanos elegidos al azar – Brasil, Perú, México y Argentina-, reveló cifras muy altas también: alrededor del 25 y 35% de la gente se siente sola.

Y repito, ¿cómo es posible sentirnos solos si estamos rodeados de millones de personas?  Especialistas definen la soledad no solo como la ausencia de interacciones sociales, sino también el sentimiento interno de soledad, independientemente de la cantidad de contactos sociales que uno tenga. La clave, advierten, está en la calidad de esas interacciones.

Hoy, factores como la falta de tiempo o las redes sociales nos aíslan de una verdadera convivencia. Estamos “ocupados” la mayor parte del tiempo y hemos ido poco a poco olvidando o dejando de dar prioridad a lo que en realidad vale.

Estas épocas son difíciles para muchas personas, se exacerban los sentimientos de nostalgia, melancolía y soledad, pero también son épocas de reflexión y propósitos. ¿Qué te parece si aprovechamos e incluimos en nuestros pensamientos y acciones dar tiempo de calidad por supuesto a nuestras familias y amigos, pero además entre los propósitos sumamos voltearnos a vernos unos a otros, interesarnos por vecinos y compañeros de trabajo?

Pensar en nuestro interés, pero sin aplastar las necesidades del que camina o se sienta al lado mío. Piénsalo y quizá en compartir una sonrisa al extraño en la calle pueda cambiarte el día, quizá hasta salvar una vida o quizá entre todos, frenar una epidemia.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.