Francia ha sido testigo de una ola de protestas y disturbios en la última semana, desencadenada por la trágica muerte del adolescente Nahel, de 17 años, a manos de la Policía francesa.
Los acontecimientos han llevado a la prohibición de manifestaciones en algunas ciudades, advertencias de viaje y han reavivado un debate nacional sobre el abuso de la fuerza policiaca en comunidades marginadas.
Las imágenes de personas prendiendo fuego a vehículos y escalando edificios con ventanas rotas han inundado las pantallas de televisión, mientras que la Policía antidisturbios se ha enfrentado ferozmente a los manifestantes.
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Se habla también de jóvenes -muchos de origen árabe- en ciudades como Lyon y Angers organizados en patrullas de escuadrones neofascistas saliendo a las calles con bates de beisbol, saludos romanos y gritos de “Francia para los franceses”, según documenta la agencia de noticias AFP.
La violencia en las calles ha dejado en evidencia “la creciente frustración y la profunda división que existe en la sociedad francesa”, dice la internacionalista mexicana Arlene Ramírez Uresti a Cuestione.
El racismo: la olla a presión francesa
Las protestas en Francia se han extendido por una semana y la población de origen africano denuncia por brutalidad y segregación a los cuerpos de seguridad argumentando una gran discriminación “que sí existe”, reconoce Ramírez Uresti, también docente de la Universidad Iberoamericana.
A las manifestaciones se han sumado, explica la académica, los grupos radicales islámicos en Francia apoyando no solamente a este movimiento sino tomando una bandera propia en contra de la islamofobia.
“Esto que ha estado adormecido por muchos años en Europa, hoy vemos que sigue latente”, reflexiona Arlene Ramírez. Y lo que realmente le preocupa a la académica es que pareciera que estos países tan avanzados, tan estables económicamente, políticamente, socialmente, “tienen adormecidas fibras muy sensibles que hoy está más que comprobado que no se han resuelto, se guardaron en el closet”.
Para la internacionalista mexicana, a pesar de que Francia es un país muy progresista, muy democrático, precursor de los derechos humanos, “la realidad es que es un país con lazos profundamente racistas” y esa es la olla a presión que explota hoy en las calles francesas.
Los marginales de Francia
El debate sobre el abuso de la fuerza de los elementos de seguridad y la discriminación sistemática contra minorías ha sido un tema candente en el país durante años.
Los críticos argumentan que la aplicación de la ley en Francia tiende a centrarse de manera desproporcionada en las comunidades de bajos recursos y minorías étnicas como la población árabe-africana, los bretones modernos que son descendientes de los celtas y vikingos, los vascos que se encuentran en el sureste de Francia y los catalanes. Todo esto ha generado un clima de desconfianza y resentimiento.
Estos grupos marginales enfrentan desafíos y dificultades en términos de inclusión social, discriminación y acceso a oportunidades. Algunos de ellos son los inmigrantes y descendientes de inmigrantes, las comunidades étnicas y religiosas, personas en situación de pobreza y sin hogar, jóvenes de entornos desfavorecidos y personas de la comunidad LGBTQ+.
En el caso de los inmigrantes y sus descendientes, Francia es un país con una larga historia de inmigración, y esta comunidad a menudo enfrenta desafíos en términos de integración social, acceso a empleo y educación, discriminación y estigmatización.
Algo similar ocurre con las comunidades étnicas y religiosas, como personas de origen africano, asiático, magrebí, así como comunidades judías y musulmanas. Estas minorías enfrentan discriminación racial y religiosa, segregación urbana y barreras en la participación plena en la sociedad.
También están las personas en situación de pobreza y sin hogar donde Francia también enfrenta retos en términos de pobreza y exclusión social. Las personas en situación de pobreza, incluidas las familias monoparentales, los desempleados de años y aquellos sin hogar a menudo luchan por acceder a viviendas adecuadas, servicios sociales y oportunidades de empleo.
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De acuerdo con los datos macro de Expansión, Francia finalizó 2022 con una tasa de riesgo de pobreza del 15.6% de la población, lo que supone que se ha incrementado 1.3 puntos respecto a 2021, en el que el riesgo de pobreza fue del 14.3% de la población. En total, se lee en la publicación, 10,280,000 personas sufrieron riesgo de pobreza en Francia el año pasado, lo que implica un desafío para cubrir el mínimo necesario para vivir.
Además de los franceses en situación de pobreza, otro grupo marginal son los jóvenes de entornos desfavorecidos económica y socialmente que tienen dificultades para acceder a la educación, al empleo e integrarse a la sociedad.
Finalmente, están también como grupos vulnerables las personas de la comunidad LGBTQ+. Aunque Francia ha realizado avances significativos en la igualdad y la legislación de derechos, los individuos LGBTQ+ todavía enfrentan discriminación, acoso y violencia en algunos contextos.
¿Por qué debe importarnos en México lo que ocurre en Francia?
México y Francia mantienen relaciones diplomáticas y colaboran en diversos temas de interés mutuo, como el comercio, la cooperación en áreas de política, cultura y educación, entre otros, de acuerdo con el Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores. Estar enterado de lo que ocurre en Francia ayuda a mantener una comunicación y cooperación efectiva entre ambos países.
Por otro lado está la influencia global. Francia tiene influencia tanto a nivel económico como político y cultural. Los eventos que ocurren en Francia “pueden tener repercusiones en el ámbito internacional y afectar las dinámicas geopolíticas, el comercio global, el turismo, entre otros aspectos, que también pueden tener un impacto en México”, precisa la académica mexicana Arlene Ramírez Uresti.
Para la experta, también se trata de aprendizaje y perspectivas. La académica explica que el modelo mexicano de democracia, república y nación vienen de Francia y en ese contexto, México se ve obligado a mirar lo que ocurre con el país que inspiró “lo que somos”.
“Lo que ocurre en Francia nos dice claramente a los mexicanos que las instituciones nuestras están agotadas y que lo que vemos hoy no es necesariamente la solución que necesita el país para transformar las estructuras institucionales”, subraya Ramírez Uresti.
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Un país que protesta
No es la primera vez que Francia toma las calles. Cuatro meses atrás, en marzo de 2023, los franceses salieron a protestar por la reforma a la ley de pensiones que aumentó la edad de jubilación de 62 a 64 años.
La reforma al artículo 49.3 de la Constitución desencadenó la furia en cientos de ciudadanos que tomaron las calles, le prendieron fuego a barricadas de basura y más de 300 personas fueron detenidas tan solo en París.
A finales de 2018 también se impuso la calle en Francia. Cuestione documentó seis semanas de violentas movilizaciones públicas en distintos puntos del país por una nueva reforma que aumentaría los precios de la gasolina, el gas y el diésel.
La represión policial a las protestas de los llamados “chalecos amarillos” dejó al menos tres muertos, 260 heridos y más de 400 arrestos en todo el territorio y se logró revertir el gasolinazo.
Hoy, aunque los motivos no son las reformas sino el asesinato de un joven a manos de la policía, se han detenido a aproximadamente a 719 franceses por disturbios y vandalismo que ha llevado hasta que se lance un auto en llamas contra la casa de un alcalde. Mientras tanto, algunos medios de comunicación llaman a estas protestas en Francia como “la peor ola de agitación social en años” y el Consejo de Europa critica el “uso excesivo de la fuerza” de la Policía francesa en las protestas.
Lo que viene para Macron
En respuesta a la crisis, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, convocó una reunión de emergencia con sus ministros en un intento de abordar las tensiones y unir al país en su segundo mandato.
El presidente se enfrenta a uno de los desafíos más críticos desde que asumió el cargo, ya que debe lidiar con las preocupaciones sobre la brutalidad policial y la necesidad de garantizar la seguridad y el orden público.
Las divisiones entre la población francesa, exacerbada por problemas raciales, económicos y sociales, la falta de oportunidades, la segregación urbana y el sentimiento de exclusión, son solo algunos de los problemas que han llevado a un malestar generalizado.
El presidente Macron se encuentra ahora ante el reto de abordar estas preocupaciones y encontrar soluciones que restauren la confianza en las instituciones y promuevan la justicia social.
Para Arlene Ramírez Uresti, en un momento en el que Francia busca consolidar su posición en Europa y enfrenta desafíos económicos y sociales, “la capacidad de superar las divisiones y promover una sociedad inclusiva se convierte en una tarea crucial para el liderazgo del país”.
Como en todo conflicto social, siempre hay grupos beneficiados con las protestas y la violencia. En este caso, Ramírez Uresti apunta al partido conservador que ahora tiene argumentos para decir: “miren cómo los radicales, los liberales, los de izquierda, han generado todo esto”.
Para Macron, la actual situación representa un desafío crítico en su segundo mandato. Debe enfrentar la creciente frustración y descontento de la población, abordar las preocupaciones sobre la brutalidad policial y promover la unidad nacional en un contexto de divisiones sociales y políticas. ¿Cómo responderá el presidente a esta crisis? La respuesta definirá su legado.
