La historia de la CNDH, de ser un organismo prometedor a poner su autonomía en entredicho

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La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se creó en 1990 debido a que en las décadas anteriores se habían cometido graves violaciones a los derechos humanos por parte de autoridades ministeriales y policiacas.

“Acontecieron casos que alarmaron e indignaron a la sociedad mexicana y que le dieron la vuelta al mundo. El asesinato de la licenciada Norma Corona, distinguida luchadora de los derechos humanos de Sinaloa, decidió al gobierno mexicano a tomar medidas de fondo con la finalidad de parar dichas violaciones”, escribió Jorge Carpizo, su primer presidente, quien también sería procurador y secretario de Gobernación en el sexenio de Carlos Salinas.

Y luego agregó que “sin ninguna exageración puede afirmarse que al año de su creación la CNDH ya había echado raíces profundas en la sociedad; mayormente se aceptaba su existencia y sus efectos benéficos”. Pero entonces, ¿qué pasó en las siguientes décadas? 

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Nacimiento de la CNDH

Poco más de dos meses después de que Carlos Salinas tomara posesión como presidente de México, el 13 de febrero de 1989 se creó la Dirección General de Derechos Humanos dentro de la Secretaría de Gobernación.

Paradójicamente el encargado entonces de esa secretaría era Fernando Gutiérrez Barrios, quien fue señalado como el hombre al frente de la Dirección Federal de Seguridad entre los años 60 y 70, la cual funcionaba como un centro de espionaje y policía política, al mando del presidente de la República y que fue acusada de desaparición forzada de opositores.

Un año después de la creación de la Dirección General de Derechos Humanos, se creó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) –como un organismo desconcentrado de la misma Secretaría de Gobernación– con Jorge Carpizo al frente, quien antes ya había sido rector de la UNAM y ministro de la Suprema Corte. 

Su principal cambio llegó hasta 1999, cuando se le oficializó como organismo constitucional autónomo y quedó establecida la designación de su presidente por parte del Senado con un cargo de cinco años.

Con esto se buscaba garantizar su independencia política, con personalidad jurídica y patrimonios propios, para que no obedeciera a nadie y se dedicara únicamente a su función de proteger y defender los derechos humanos de las y los mexicanos.

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Buenas señales 

Antes de la reforma de 1999 que le dio independencia política a la CNDH, estuvieron a cargo Jorge Madrazo Cuéllar y Mireille Roccatti.

Al primero le tocó la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas, Guerrero, provocada por elementos de la Policía Judicial Estatal y la Policía Motorizada. La CNDH recomendó “​​una adecuada reestructuración de los cuerpos policíacos y de seguridad pública del Estado”, pero solo se sancionó a policías y mandos medios.  

A Roccatti le tocó la matanza de 45 indígenas en Acteal, Chiapas, en diciembre de 1997, la cual fue consecuencia de autoridades civiles y militares que armaron y entrenaron a paramilitares para combatir a grupos indígenas disidentes.

En aquel momento, la CNDH recomendó sancionar a 17 funcionarios del gobierno estatal por su actuación en Acteal. Cuatro de ellos fueron consignados, 11 más fueron inhabilitados, entre ellos el gobernador Julio César Ruiz Ferro.

Después de la reforma de 1999, el primer presidente de la CNDH con independencia política fue José Luis Soberanes, quien estuvo hasta 2009. ¿Cómo le fue?

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La desilusión

En 2008, la organización internacional Human Rights Watch (HRW) criticó el “pobre papel” de José Luis Soberanes al frente de la CNDH.

“Una y otra vez, la CNDH no impulsa a las instituciones del Estado a reparar los abusos que ha documentado, no promueve las reformas necesarias para prevenir abusos futuros, no se opone a las leyes, políticas y prácticas abusivas y contrarias a estándares internacionales de derechos humanos”, aseguró HRW.

Además, esta organización señaló que la CNDH solo se dedicó a documentar abusos y represiones como la de San Salvador Atenco de 2006, “pero no da un seguimiento sobre las recomendaciones y, mucho menos, de la atención a las víctimas”.

El caso más emblemático de la administración de Soberanes es el asesinato de la indígena de 73 años, Ernestina Ascencio, en Zongolica, Veracruz, por parte de militares.

Soberanes se puso del lado de la versión del entonces presidente Felipe Calderón de que Ascencio murió debido a una úlcera y que no había rastros de violación.

Sin embargo, la Procuraduría de Veracruz indicó que murió por una fractura craneoencefálica y cervical y que sí presentaba desgarros en la parte vaginal y anal.

Después de Soberanes estuvieron al frente de la CNDH Raúl Plasencia Villanueva entre 2009 y 2014 y Raúl Luiz González entre 2014 y 2019.

El periodista Arturo Ángel publicó en Animal Político que si bien el gobierno de Enrique Peña Nieto aceptó todas las recomendaciones de la CNDH –casi 300–, solo cumplió el 20%. O sea que le dieron el avión a la Comisión en cuatro de cada 5 casos.

De hecho, Rosario Piedra Ibarra –la actual comisionada– dijo en entrevista para el periódico español El País en 2019 que la administración de Raúl Luiz González fue “muy gris, muy gris”, pero que así había sido la actuación de todas las personas a cargo de la CNDH.

“No ha habido una respuesta a las víctimas porque la Comisión fue diseñada para hacer creer a la población y a la comunidad internacional que en México se respetaban los derechos humanos, fue creada por Carlos Salinas de Gortari y desde ahí nació viciada. No tiene nada que presumir, más bien tiene mucho de qué avergonzarse”, aseguró Piedra Ibarra en ese entonces.

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¿Y ahora entonces?

Después de casi tres décadas en las que la CNDH ha sido cuestionada sobre su misión de proteger y defender los derechos humanos de las y los mexicanos, en 2019 llegó a su presidencia Rosario Piedra Ibarra, hija de la activista Rosario Ibarra, quien se convirtió en la primera madre buscadora después de que las autoridades desaparecieron a su hijo Jesús Piedra en 1974.

En 1977, Rosario Ibarra fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos. En 1982 fue la primera mujer candidata a la presidencia de la República por el trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores. En 1988 repitió como candidata y luego se unió a Cuauhtémoc Cárdenas del Frente Democrático Nacional en las protestas contra el fraude electoral que llevó a Carlos Salinas a la presidencia.

Rosario Ibarra también es la mujer que rechazó la medalla Belisario Domínguez en 2019 y se la entregó el presidente López Obrador para que se la devolviera hasta que se hiciera justicia y se revelara la verdad sobre el paradero de todas las personas desaparecidas en nuestro país.

Sin embargo, como vimos esta nota, los cuestionamientos siguen aún con su hija Rosario Piedra al frente de la CNDH, sobre todo en cuanto a la autonomía de este organismo y a una aparente obediencia al gobierno federal.

“Es escandaloso y una vergüenza que la CNDH no haya protestado ante la falta de medicamentos para menores con cáncer, por la supresión del Seguro Popular, de las estancias infantiles y escuelas de tiempo completo, por los ataques a periodistas, a ambientalistas y al movimiento feminista y por las graves violaciones de los derechos de las personas migrantes, nos dijo Luis de la Barreda Solórzano, doctor en Derecho.

¿Algún día tendremos una CNDH que realmente proteja y defienda nuestros derechos humanos?

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