Historias de trata en México

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Crimen organizado y, para colmo, de abandono por parte del Estado. Algo que tiene que 

La historia de María es una que debe conmovernos y escandalizarnos. Es una historia real de terror que muchísimas mujeres viven en México

María es una sobreviviente. Durante veinte años fue víctima de trata por parte de grupos criminales, incluyendo los Zetas. La obligaron a prostituirse, a drogarse, abusaron de ella de todas las formas posibles. Y es una sobreviviente porque desafía las estadísticas: solo el 2 por ciento de las mujeres que caen en estas redes salen con vida. El resto muere o es asesinada.

Pero la sorpresa que se llevó cuando logró salvarse es que ahora vendría la pesadilla de sufrir abandono por parte del Estado y la sociedad.

En entrevista con Cuestione, nos contó con valentía los horrores que tuvo que experimentar para mantenerse con vida. Las violaciones, maltratos. 

Ya liberada, descubrió que los sistemas de reparación y protección a víctimas son mínimas. Con estrés post-traumático, daños corporales y psicológicos, la sociedad la ha revictimizado y el Estado apenas la apoya.

Nadie le da trabajo, nadie la cuida. 

Y lo peor es esto: lejos de estarse resolviendo el problema, está empeorando. En 2020, la tasa de niños y niñas víctimas de trata fue la más alta desde 2015, año en el que se empezaron a registrar víctimas de ese delito en México. Al menos 262 niñas y niños fueron víctimas del delito de  trata de personas en México, según cifras oficiales. Y esos son los casos de los que se sabe. La cifra negra puede ser mucho peor. 

Sabemos que cerca del 90% de las personas que son víctimas de trata no lo denuncian, en particular las mujeres y menores migrantes que son atrapados en estas redes. Son víctimas silenciosas, muertes que no hacen ruido. 

Al mismo tiempo, el gobierno ha reducido los apoyos. Son personas que necesitan un respaldo integral para poder volver a armar su vida después de los horrores. Pero las autoridades piensan que a la víctima hay que mantenerla callada, dándole un apoyo económico para alimentación y quizá otro para vivienda. Hasta ahí llega la ayuda, nos dicen especialistas.

Unido a eso, las investigaciones no se realizan. 

Documentamos también el caso de la niña Erika, a quién le ofrecieron un trabajo repartiendo volantes y terminó atrapada en una red de trata. Violada, drogada y esclavizada, desapareció. Su madre acudió muchas veces a las autoridades, pero nunca la ayudaron. Su hija  finalmente fue asesinada en 2018. 

Hasta hoy, no hay ningún culpable. Solo un Estado que se lava las manos.

El asunto es urgente. En los primeros cinco meses de este año, los delitos contra mujeres registraron un alarmante ascenso respecto al mismo periodo del año anterior. El feminicidio incrementó 7%, la violación 30.5% y la trata de personas un 47.5%, según datos del gobierno.

En este momento, miles de mujeres, niñas y niños están en esta trampa mortal. Como sociedad, tenemos que exigir justicia. Porque esto no puede seguir pasando en México. Ni el horror del crimen organizado ni la pasividad de las autoridades.

Como sociedad, nos hemos acostumbrado a las historias de terror. Masacres de civiles en distintas partes de nuestro país, como pasó hace poco en Reynosa, nos ofenden pero pronto las olvidamos. Llega otra masacre, otro feminicida serial, otro descabezado. Vidas humanas que son opacadas por el horror cotidiano.

No puede seguir así. Estas personas están hoy atrapadas, siendo abusadas todos los días, viviendo un infierno. Tenemos que alzar la voz.

Tenemos que decir que vivir con miedo no es normal. Que no son cosas que pasan. Son la historia de María, de Erika, de miles y miles más.

Esto tiene que cambiar.

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