El Insabi murió antes de nacer

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En México nos hemos acostumbrado a tener una salud pública que no cumple o que fracasa en su ambición de cuidar a la ciudadanía. Pero pocos fracasos son tan resonantes como el del Insabi.

El Instituto de Salud para el Bienestar nació por decreto presidencial el 1 de enero de 2020 y se suponía que se iba a consolidar para 2024, casi al mismo tiempo que el sistema de salud como “el de Dinamarca” que prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Para este plan no hay techo financiero, no hay límite, tenemos todo el dinero que se necesite”, repitió AMLO en varias ocasiones.

Pero el Insabi lejos de funcionar brilló por los lastres que arrastró desde su creación. Esto incluyó la falta de atención médica y de profesionales de la salud, el desabasto de medicinas y una cobertura limitada en comparación con la demanda de servicios de salud para la población sin acceso a los servicios del IMSS o del ISSSTE.

A casi un año de la fecha prometida para su pleno funcionamiento, el Insabi desapareció. La Cámara de Diputados le dio el tiro de gracia con 267 votos a favor, 222 en contra y una abstención a un costoso instituto que a lo largo de poco más de tres años recibió un presupuesto de $409,000 millones de pesos.

La extinción del organismo de salud pública que reemplazó al Seguro Popular -creado durante el sexenio de Vicente Fox- ejemplifica el fracaso de las políticas de salud por la falta de planeación.

Y si bien el Seguro Popular tenía muchas deficiencias, el Insabi resultó aún más inoperante y, como nos hemos acostumbrado, opaco en sus gastos y adquisiciones.

Entre 2018 y 2020 hubo un retroceso en el acceso a los servicios de salud de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Durante ese periodo, el porcentaje de la población sin acceso a los servicios de salud a nivel nacional pasó de 16 a 28%, subiendo de más de 20 millones de personas con este problema a casi 36 millones.

Hay ejemplos dramáticos del fracaso en el cuidado de la salud de los mexicanos. No se puede olvidar que desde el principio de esta administración, se cortó de golpe el suministro de medicamentos contra el cáncer, que afectó especialmente a los niños y niñas con esta enfermedad. Los padres se movilizaron para protestar solo para toparse con la pared del Palacio Nacional: López Obrador los acusó de conservadores y de estar al servicio de intereses corruptos.

El tema de las vacunas es otro que deberíamos recordar. Una de las cosas que sí funcionaban en nuestro país y que era reconocido internacionalmente era nuestro programa de vacunación. Pero bajo el argumento de “combatir la corrupción” se suspendieron las compras de vacunas.

Esto dejó a millones sin cobertura y el resultado ya se ve: han vuelto a aparecer en México enfermedades erradicadas, como la polio y el sarampión.

La famosa corrupción nunca se probó. Es más, ni se investigó.

La pandemia por la COVID-19 podría sonar como un pretexto para las fallas, pero en realidad no lo es: la fractura de la cadena de suministros de medicamentos causó un profundo daño a la salud de la ciudadanía.

El recién creado Insabi se sobrecargó con el nada fácil objetivo de brindar servicios de salud a 77 millones de personas que no tienen acceso a ningún servicio de seguridad social en el país, pero en realidad sólo sirvió para desvanecer la herencia foxista.

La desaparición del Insabi no sorprende. De entrada generó un grave desabasto de medicamentos, que de acuerdo con el doctor Xavier Tello, es fruto de una “fatal combinación” entre “ignorancia, incompetencia e ideología”, según dijo en una entrevista.

A más de la mitad del sexenio, ahora se apuesta por el llamado modelo IMSS-Bienestar, que mejorará “las instalaciones de unidades médicas, centros de salud y hospitales; contará con médicos generales, con especialistas y con personal de salud suficiente y todo el tiempo van a haber médicos en los centros de salud”, según ha afirmado López Obrador.

Y aunque en una reunión con padres de niños con cáncer, celebrada el pasado 26 de abril, el coordinador de Operación y Distribución del Insabi, Enrique Pérez Olguín, aseguró que el instituto permanecería en funciones, poco se sabe de cómo el IMSS-Bienestar asumirá las tareas de esa institución.

De tal manera siguen pendientes el abasto de medicinas, cirugías, atención de todos los tipos de cáncer, de enfermedades cardiovasculares y hasta trasplantes.

¿Salud como en Dinamarca? Estamos cada vez más lejos de eso por una política que no planea, analiza y programa. Y el resultado es un país más enfermo.

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