Ni de izquierda ni derecha: la clase política mexicana tras los cargos, no las ideas

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La clase política en México tiene un gran defecto: no ve el servicio público como un medio para trabajar por el bienestar del país, sino para ganar cargos y vivir del erario el mayor tiempo posible, aunque esto signifique cambiar de bando una, dos o las veces que sean necesarias, traicionar sus propios principios o las ideologías de las organizaciones a las que han pertenecido si no favorecen a sus aspiraciones individuales.

De hecho, vemos alianzas tan inusuales como la de Fuerza y Corazón por México (hasta hace poco Frente Amplio Por México) que está conformada por un partido de centro derecha, el PRI; uno de derecha, el PAN; y uno que suponía ser de absoluta izquierda, el PRD. El politólogo y catedrático de la UNAM, Jorge Márquez, nos explicó que esta coalición tiene una justificación: frenar a Morena, el partido del oficialismo. 

También vemos que el PVEM, que apenas en 2018 hizo mancuerna con el PRI y con Nueva Alianza para las elecciones de ese año, ahora está de lado de Morena. La clase política está demostrando no tener un compromiso con la ideología que representa si ésta no le abre los espacios que requiere para escalar en la pirámide del poder y que se puede aliar con su acérrimo enemigo si hace falta para seguir vigente.

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Esto no significa que la ciudadanía mexicana participe en el mismo juego, de hecho la Encuesta Nacional de Culturas Políticas y Democracia 2023 que realizó la UNAM como parte de los Programas Nacionales Estratégicos del CONAHCYT revela que la ciudadanía sí sostiene una postura ideológica. 

El estudio realizado entre octubre y noviembre de 2022 obtuvo una muestra representativa de 2,063 casos de más de 1,600,000 personas alcanzadas -es decir, que pudieron ver las publicaciones en redes sociales-, de las que casi 60,000 interactuaron con ellas para responder la encuesta. Los resultados indican que el 34.3% de las personas encuestadas se consideran de centro; el 21.6% de derecha, y el 31.5% dicen tener una ideología de izquierda.

Votar al vacío, un riesgo para la democracia

El politólogo Jorge Márquez advirtió que con esta dinámica de chapulineo político -como se le conoce al cambio de un partido a otro- quienes terminan perdiendo son las y los electores, ya que “estamos votando al vacío”.

Si tú votas por un panista, nada te garantiza que éste no cambie de partido en cualquier momento, “que decida que le gusta más Morena porque tiene el poder”, nos dijo Jorge Márquez poniendo un ejemplo. Se vuelve inútil votar por alguien con una ideología de centro derecha porque se corre el riesgo de que termine en la izquierda o viceversa, destacó el entrevistado.

Esto pasó en el Congreso local de Sinaloa en septiembre de 2023 cuando un bloque de legisladores migraron hacia Morena dejando al PRI sin bancada, algunos aspiran a presidencias municipales para 2024 y todos son cercanos al ex gobernador Quirino Ordaz a quien expulsaron del PRI luego de ser nombrado embajador de México en España en 2022, bajo el mandato del presidente López Obrador.

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Antes de esto otros nueve legisladores se habían pasado a Morena, incluyendo a la única diputada de Movimiento Ciudadano, Celia Jáuregui Ibarra y Adolfo Beltrán Corrales, quien llegó al cargo perteneciendo al PAN. ¿Dónde quedó la ciudadanía priista, de MC o panista que le dieron su voto a estos nuevos miembros de la 4T?

“Pierde significado el voto ciudadano porque si se van a mover hacia donde está el poder, no tiene ningún chiste manifestar nuestras preferencias”, señaló Jorge Márquez.

La centralización del poder, otra consecuencia

Al unirse al partido hegemónico, el que está en el poder y tiene los medios para la toma de decisiones, las y los diputados, senadores y gobernadores se están prestando a la “más brutal centralización del poder”, nos explicó el politólogo. 

“En realidad están haciendo lo que les dice el Ejecutivo. No están considerando para nada el ámbito local (…) simplemente están pensando en cómo fortalecer al poder central para obtener beneficios. Está distorsionando el poder en un sentido territorial”.

Esto trae consigo el riesgo que implica concentrar poder desmedido en una figura que puede incluso rayar en lo radical, atentar contra las instituciones o contra la división de poderes como ya ha sido señalado en numerosas ocasiones el presidente López Obrador con sus numerosas afrentas contra el Poder Judicial e incluso su fallido intento de cambiar el modo de selección de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación proponiendo que sean elegidos por voto popular. 

La reelección legislativa, un candado para evitar el chapulineo

Existen candados legales y otros prácticos para tratar de disminuir el paso sin control de las y los políticos de un partido a otro. Específicamente la reforma político-electoral de 2014 establece las condiciones para que las y los legisladores tanto federales como locales puedan reelegirse con el objetivo de alcanzar la profesionalización legislativa y estrechar las brechas entre representantes y representados. 

Una de las condiciones para que una persona pueda postularse por un segundo periodo consecutivo en la Cámara de Senadores o cuatro en la de Diputados es que sea por el mismo partido por el que fue electo o, en su defecto, que decida cambiar de partido antes de que termine la primera mitad de su mandato legislativo. Esto también aplica para las y los presidentes municipales con sus consideraciones particulares en cada estado.

El politólogo Jorge Márquez nos dijo que además de lo establecido en la ley, hay ciertas prácticas de bloqueo que se llevan a cabo dentro de las Cámaras para “castigar” a quienes brincan de partido. 

La limitación de recursos o de participación en comisiones son formas empíricas que los mismos legisladores usan para “sancionar” a quienes deciden cambiarse de bando o declararse como independiente luego de ser elegido como representante por un partido, detalló el entrevistado.

Hay países como Chile en el que la ley Electoral obliga haber pasado al menos nueve meses desde que se renunció a un partido político para poder postularse en un proceso electoral. Esta es conocida como ley Antidíscolos que también aplica para candidaturas independientes y tiene por objeto impedir el cambio poco ético de partido en el que las personas solo buscan colocarse en algún cargo a como dé lugar.

Otros como Suecia optan por la austeridad en el ejercicio de la política nacional, donde los parlamentarios no tienen mayores concesiones, no se pueden aumentar el sueldo, ni tienen lujosas oficinas para llevar a cabo su labor como representantes de la ciudadanía. Esto lo justifican diciendo que el valor del salario de un parlamentario no puede ser tan alto como para volverse demasiado atractivo.

Incluso antes de 1957 no tenían asignado un salario, solo recibían las contribuciones de los miembros de los partidos.

En México pasa todo lo contrario. Los intereses individuales de quienes nos representan superan por mucho el compromiso que deberían tener con sus cargos. La incontrolable ambición de nuestra clase política y su desprolijo actuar están cavando cada vez más la tumba de nuestra democracia.

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