Jóvenes Construyendo el Futuro, el programa social que ha fallado desde su diseño

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El programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF) que da becas a personas de entre 18 y 29 años que no estudian ni trabajan para que se capaciten por 12 meses y se puedan integrar a la vida laboral es uno de los más importantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero también de los más cuestionados.

El problema radica en que el programa está centrado en la transferencia de fondos dejando de lado aspectos necesarios como la evaluación de su impacto y la certificación oficial de la capacitación que reciben las y los jóvenes, nos dijo Rogelio Gómez Hermosillo, sociólogo y coordinador de Acción Ciudadana frente a la Pobreza, una iniciativa que busca cambios para disminuir la desigualdad y la pobreza.

“En los datos estadísticos macro no se ve impacto y en los datos del INEGI sobre la ocupación de personas jóvenes, crece muy poco”, nos dijo el especialista. En 2019, la tasa de desocupación en la población de 15 a 29 años fue de 6.2% de las

personas económicamente activas, la cual aumentó en 2020 a 8.9% a causa de la pandemia por la COVID-19. En 2021, esta tasa descendió a 7.3% y en 2022 a 5.6%.

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Aunque sí hay una ligera recuperación con el regreso a las actividades laborales normales después del confinamiento de casi dos años por la pandemia, el impacto de JCF en la inclusión de las personas jóvenes al mercado laboral formal no ha sido significativo tomando en cuenta que el programa reporta haber apoyado en los más de cuatro años que lleva vigente a 2,639,312 jóvenes.

Otra cuestión para analizar es que a pesar de que aumentó paulatinamente el monto de las transferencias -que alcanzaron este año los $6,310 pesos mensuales por beneficiario-, sigue sin haber reportes serios y rigurosos para verificar la eficiencia del programa, nos explicó Gómez Hermosillo. 

El apoyo destinado al casi 22% de las y los jóvenes en México entre 18 y 29 años que no se encuentran estudiando ni trabajando ha tenido beneficios parciales como el aumento del ingreso familiar y el seguro médico contra enfermedades, accidentes y riesgos de trabajo a través del IMSS que se les otorga a las y los beneficiarios.

Sin embargo, el entrevistado destacó que JCF puede tener un efecto colateral negativo al desincentivar la continuidad de los estudios superiores para algunos jóvenes, ya que la cantidad que reciben por el programa JCF es mayor a la que pueden percibir con becas como la de Jóvenes Escribiendo el Futuro con la que las y los estudiantes reciben un monto mensual de $2,575 durante los 10 meses que dura el ciclo escolar.

La falta de vigilancia es un problema del programa

Una dificultad para la correcta implementación del programa es la falta de herramientas para verificar que efectivamente las y los jóvenes estén cumpliendo con la asistencia y las labores que se les asignan en los centros de trabajo, con lo que queda en manos de los participantes que se aproveche el apoyo para los fines que está destinado, es decir, que se capacite a las y los beneficiarios.

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Martín es un joven de 24 años quien se registró en JCF en 2022 y encontró vinculación con un estudio de tatuajes en el centro de Tlaxcala donde trabaja de lunes a viernes por la tarde, cumpliendo con labores específicas y aprendiendo del oficio. Martín considera de gran ayuda los $6,310 que recibe a final de cada mes.

“El registro es fácil, tan solo es cuestión de darse de alta en la plataforma y tan pronto sea validado es fácil encontrar un centro de trabajo, te dan demasiadas opciones. Es un apoyo útil, yo le he encontrado uso tanto como para seguir estudiando y buscar alternativas para aprender y buscar más a futuro”, nos dijo Martín.

Pero también existen casos en que las y los jóvenes tratan de negociar con las y los empleadores para recibir la ayuda y no cumplir con los compromisos que corresponden, nos dijo Luis, el dueño de una empresa que se dedica a la fabricación de estructuras metálicas especiales para motocicletas que se registró en JCF a principio de 2022.

“En febrero de 2023 pude vincularme con el primer chico. Me costó mucho conseguir a una persona que trabaje porque normalmente me contactaban personas que no querían trabajar, que solo querían cobrar sin venir a trabajar, pero a mí no me interesa eso, yo necesito activos en mi empresa”, nos contó Luis.

Luis tiene a dos chicos dados de alta en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Nos explicó que uno de ellos tiene interés en aprender y lo está capacitando para que su aprendiz pueda realizar todo el proceso que requieren en el taller y así encontrar la manera de pagarle parte de las utilidades que se generan. El otro chico no tiene ningún interés, lamentó, “solo está cumpliendo con venir”.

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El sociólogo Rogelio Gómez resaltó que los programas sociales requieren un diseño específico con indicadores bien definidos para medir su desempeño, algo que sigue quedando pendiente en Jóvenes Construyendo el Futuro y que obstaculiza su mejora, así como la falta de vinculación con otros mecanismos de empleo que ya existen y se están desaprovechando.

“Por primera vez alguien quiere hacer algo bueno por éstos jóvenes, ¡qué bueno! Ahora hay que hacerlo bien. El riesgo ahorita es que, como se hicieron las cosas mal, alguien quiera desaparecerlo y no. Necesitamos una buena política de empleabilidad para jóvenes, con un presupuesto significativo, no con estos montos de transferencia y no aislado del sistema de capacitación ni del Sistema Nacional de Empleo”, finalizó el especialista.

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