Médicos de Cuba

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Cuba. Ese país que genera una eterna polarización en el resto de América Latina, que agita debates tan densos que incluso dividen a familias, ahora ha logrado una vez más estar en el corazón de la discusión política en México.

Esto, gracias a los famosos médicos que nos enviarán. Distintas organizaciones que agrupan a profesionales de la medicina de nuestro país han protestado por la contratación de 500 supuestos especialistas de la isla caribeña, argumentando que no es verdad que acá no haya personal, como se ha dicho una y otra vez desde Palacio Nacional.

Aseguran que hay miles de buenos doctores y doctoras que quieren trabajar, que buscan empleos, y que simplemente no los encuentran. Terminan trabajando en farmacias, ganando sueldos bajísimos, porque no los está contratando el sistema público. Acusan que hay listas de espera y que al mismo tiempo que no les contratan, quienes sí logran un puesto ganan poco y trabajan en condiciones precarias: pocos medicamentos, mal equipo, falta de personal.

La crisis por la COVID-19 fue un momento en que profesionales de la salud se jugaron la vida  – y a veces la perdieron – por ayudar a la gente, pero también uno en el que denunciaron muchas veces la falta de materiales de protección y atención que les eran urgentes.

Así, con unos 50 mil médicos buscando trabajo, les ha indignado que traigan a 500 cubanos para atender las zonas “más marginadas”, aquellas dónde nuestros propios doctores y doctoras no quieren ir porque al parecer son demasiado finos o flojos para estar, según el propio oficialismo.

Hay muchos temas que explicar en esto, pero empecemos por ese. Es muy probable que muchos profesionales no quieran ir a la sierra de Guerrero o de Michoacán a atender pacientes. 

Pero no es porque sean flojos o les falte compromiso social. Es porque al hacerlo, se juegan la vida por un sueldo miserable. ¿Por qué? Hay decenas de historias de estos médicos que son secuestrados por el crimen organizado para volverse sus empleados, o que son obligados a atender sicarios heridos bajo amenaza de muerte. Algunos desaparecen para siempre. 

Los y las médicas cubanas irán, obligadas, a zonas de alto riesgo sin que haya ningún plan del que se sepa para protegerles. Estarán solos, expuestos y mal abastecidos de lo que requieren para atender a la población que les corresponde.

Y por supuesto que esa gente tiene derecho a la atención médica. Cada persona de este país debe siempre tener acceso a servicios de salud. Pero el plan está cojo: incluye un médico, pero no incluye los medicamentos, que han estado escasos durante todo este gobierno. Tampoco las instalaciones ni la seguridad para que se les atienda con dignidad. Es una pantalla que está siendo utilizada para desprestigiar a nuestros profesionales en medicina, que han sido acusados de conservadores, egoístas, inhumanos, retrógradas. En fin, las palabras de nuestro tiempo.

Pero hay otro tema. No es cierto que estos médicos cubanos van a ganar un dineral. Tampoco que serán privilegiados. De hecho, al contrario: la mayoría viene obligada, bajo condiciones de amenaza y coerción. Les quitan sus pasaportes, los obligan a ir a dónde les digan. No pueden viajar con sus familias para que no se fuguen. 

Y el dinero que se paga, con nuestros impuestos, se va al gobierno de Cuba, que les devuelve un porcentaje mínimo, quedándose con las divisas. Ha sido un negocio genial de la isla, que le ha dado prestigio en algunos países y le ha traído grandes ganancias.

El Parlamento Europeo – ese que el presidente cree que está al servicio del viejo régimen – realizó investigaciones y determinó en 2021 que lo que hacen con estas personas de Cuba es “esclavismo moderno” ya que no tienen ni opción, ni oportunidad, ni retribución justa. Es totalmente opresivo.

Así que es una historia de doble maltrato: a nuestro cuerpo médico, y a los y las doctoras cubanas. Es un cuento de romántico socialismo, pero de crueldad humana. 

Sobre todo, es un gran triunfo de Cuba: hoy ayudamos a financiar a sus gobernantes con nuestros impuestos.

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