Odio a las mujeres en México cobra una nueva y perversa forma: ataques con ácido

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Un nuevo tipo de violencia de género

Carmen, víctima de violencia, huyó de su pareja a casa de su mamá en el Estado de México. El agresor llegó hasta ahí para pedirle que regresara con él. Carmen se negó y el sujeto le aventó a la cara un líquido que la dejó marcada de por vida; de esa forma -le dijo el hombre- ella ya no podría volver a estar con alguien.

Su agresor, que aún está libre (según distintos medios que han documentado el caso), le arrojó  ácido muriático, un utensilio de uso doméstico que sirve para limpiar drenajes y sarro pero que se debe diluir en agua por la peligrosidad y concentración de sus componentes químicos.

El arma que cambió la vida de Carmen se consigue en las tiendas de autoservicio por menos en 20 pesos y está en casi todos los hogares. Aunque no fue creado para herir a personas, en México se usa cada vez más en casos que violentan a las mujeres, aunque no necesariamente con la intención de matarlas sino, principalmente, para marcarlas.

¿Qué tan frecuente es?

De acuerdo con una iniciativa que presentó Eruviel Ávila en la Cámara de Diputados en 2014, en México no existe un registro oficial de estos casos.

Sin embargo, en 2018 los medios de comunicación reportaron tres casos de mujeres que sufrieron quemaduras químicas. Uno de esos casos fue el de una indígena a quien un hombre le tiró ácido afuera de una tienda para que se fuera.

Pero por la ausencia de un diagnóstico y de regulación en la materia, tampoco se sabe si alguna persona ha sido procesada por este tipo de ataques y cuál es la pena que amerita.

¿Y por qué decimos que es una forma de violencia específica contra las mujeres?

Si bien esto aún no es una forma tan frecuente en México para agredir a mujeres -como sería el uso de armas de fuego o el ahorcamiento- sí lo es en otros países.

De acuerdo con la organización internacional Acid Survivor Trust International, (que acompaña a mujeres que han sido agredidas con ácido), a nivel mundial, cada año se registran al menos mil 500 ataques de este tipo; 80% de ellos contra mujeres y niñas. El 60% de esos ataques no se denuncian. En 90% de los casos, los agresores son hombres.

La Recomendación General No. 19 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw por sus siglas en inglés) establece que: “Las actitudes tradicionales, según las cuales se considera a la mujer como subordinada o se le atribuyen funciones estereotipadas, perpetúan la difusión de prácticas que entrañan violencia o coacción, tales como la violencia y los malos tratos en la familia, los matrimonios forzosos, el asesinato por presentar dotes insuficientes, los ataques con ácido y la circuncisión femenina”.

Este instrumento internacional dice que el efecto de dicha violencia sobre la integridad física y mental de la mujer es privarla del goce efectivo, el ejercicio y aun el conocimiento de sus derechos humanos y libertades fundamentales y sus consecuencias estructurales básicas contribuyen a mantener a la mujer en un papel subordinado. Por ello, el impacto de esta agresión tiene un alto costo social.

¿Qué debe hacer el gobierno mexicano frente una situación así?

Entre los países donde más ocurre esta forma de violencia son: Reino Unido, IndiaColombia, Pakistán, Nepal, Bangladesh, Uganda y Camboya; pero de todos ellos, sólo en Bangladesh y Camboya hay una regulación estricta sobre la venta de ácido y una campaña de concientización pública. En años recientes, esta forma de violencia se empezó a hacer frecuente en países de América Latina, como Colombia y México.

El Congreso mexicano ya tiene, al menos, dos tipos de propuestas al respecto. Una de ellas es para regular la venta y consumo del ácido muriático -y evitar que los agresores lo consigan con tanta facilidad- y, la otra: tipificar en el Código Penal la violencia con uso de ácido para que se establezca una pena.

Sin embargo, de acuerdo con ONU Mujeres, los gobiernos podrían hacer mucho más: concientizar a la población sobre esta forma de violencia; garantizar apoyo legal, psicológico y médico para las víctimas; y tipificar esta forma de agresión en distintas leyes.

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