Por una vida sexy ¿el tamaño importa?

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No sé si estamos listos para esta conversación ni me interesa si alguien se pone (o se quita) sacos que no les pertenecen, pero ha llegado el momento de poner los puntos sobre las íes —o los glandes sobre los cérvix— acerca de una de las interrogantes más agobiantes y/o divertidas de la experiencia sexual: ¿el tamaño importa? 

¿Cuál es el tamaño adecuado del pene? ¿Es mejor monumental? ¿Si es demasiado pequeño el placer es imposible? ¿Es cierto que vale más la habilidad, que las dimensiones? Nadie tiene respuestas satisfactorias a estas preguntas, generalmente orientadas por los prejuicios, la ignorancia o por el sesgo de argumentar según la experiencia propia, que es la mejor manera de equivocarse. 

Se habla demasiado del tamaño del pene porque podemos verlo a simple vista. ¿Y el tamaño de la vagina? ¿Todas las vaginas tienen las mismas dimensiones? ¿Corresponde la altura de una mujer con la profundidad de su vagina, o es como los hombres, a quienes la altura no garantiza un pene proporcional a su estatura?

Para responder a esas preguntas me gusta acudir al Kama Sutra, el libro acerca del sexo más famoso del mundo. Escrito por Mallinaga Vatsyayana entre los años 240 y 550 d.C., es mucho más que sólo un compendio de posiciones sexuales —razón de su fama. En realidad es un manual para la vida, para sacarle el máximo provecho al cuerpo y el espíritu mediante el placer. 

Es importante mencionar aquí que para algunas culturas, como la de la India, el sexo es espiritual, va más allá de la comunión del cuerpo, también es comunión del alma; esta idea es difícil de comprender en el contexto de la educación occidental judeocristiana, en la que el deleite es interpretado desde la culpa y la imposición de recato, como si la represión erótica no fuera el caldo de cultivo perfecto para los intentos de dominación y la violencia.

El Kama Sutra explica cómo en la unión sexual el tamaño sí importa: 

Existen diferentes dimensiones de linga —pene— y distintas profundidades de yoni —vagina—, lo que divide a hombres y mujeres en categorías: hombre-liebre, hombre-toro y hombre-caballo, y mujer-cierva, mujer-yegua y mujer-elefanta. La unión entre hombre-liebre con mujer-cierva, hombre-toro con mujer-yegua y hombre-caballo con mujer-elefanta son las iguales; las demás son uniones desiguales, lo que no implica que tengan que ser desagradables.

Las uniones desiguales son: hombre-caballo con mujer-yegua y hombre-toro con mujer-cierva son uniones altas; hombre-caballo con mujer-cierva es una unión más alta. Mujer-elefanta con hombre-toro y mujer-yegua con hombre-liebre son uniones bajas; mujer-elefanta con hombre-liebre es la unión más baja.

Cuando la unión es muy desigual, como de hombre-caballo y mujer-cierva, o de mujer-elefanta con hombre-liebre suele no ser tan satisfactorio, ya que una mujer que reciba un pene demasiado grande, en vez de sentir placer, puede experimentar un dolor tal que no le permita disfrutarlo; o al revés, al ser el pene tan pequeño con una mujer de vagina más profunda, se corre el riesgo de que ni uno ni otra lleguen a satisfacerse mutuamente, porque ya con la humedad las sensaciones se diluyen más. 

Una de las grandes diferencias entre penes y vaginas es la elasticidad vaginal, que puede expandirse y contraerse según la linga que la penetre —es entonces cuando me pregunto en realidad quién se coge a quién.

Claro que el amor, la seducción, que la otra persona te atraiga y otros factores tienen mucho que ver con el gozo, pero es indudable que la compatibilidad de caracteres sexuales propicia mejores relaciones. También ayuda mucho la habilidad, la experiencia, la empatía, la capacidad de comunicar preferencias, límites, la confianza, el ímpetu por compartir destrezas sin egoísmos.

Así que ya sabes: el tamaño sí importa, y eso no significa que mientras más grande, mejor. Ya puedes dormir tranquilo.* Fuente: Kama Sutra, Ananga Ranga y El jardín perfumado. Ilustrados. Clásicos de la literatura erótica oriental. Plaza & Janés Editores, España, 1989.

Más de la autora: ¿Un beso? ¡Sí!

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