Tratamientos con drogas alucinógenas, ¿el futuro de la medicina para la salud mental?

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¿Los hongos alucinógenos pueden ayudar a curar la depresión? De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature, una publicación que reseña los avances más importantes en el mundo de la ciencia, la respuesta es sí.

Publicado apenas en abril de 2022, el estudio que se basó en una aproximación terapéutica a personas que viven con depresión, encontró que la psilocibina, un compuesto alucinógeno presente en algunos tipos de hongos, ayudó a ampliar y mejorar la comunicación dentro del cerebro hasta por tres semanas. 

Científicos del Imperial College London que hicieron la investigación descubrieron que los hongos permiten a personas clínicamente deprimidas conectar áreas que durante la depresión permanecen aisladas y sin interconexión dentro del cerebro, lo que facilita el camino para que estas plantas se utilicen de manera clínica en la medicina para tratar este trastorno, que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud afecta a 5% de los adultos en el mundo.

“Estos hallazgos son importantes porque, por primera vez, descubrimos que la psilocibina funciona de manera diferente a los antidepresivos convencionales, lo que hace que el cerebro sea más flexible y fluido, y menos arraigado en los patrones de pensamiento negativos asociados con la depresión”, explicó David Nutt, director del Imperial Centre of Psychedelic Research y autor del artículo.

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Con un precedente de este tipo, la farmacéutica canadiense Numinus Wellness ya desarrolla una píldora que contendrá elementos activos de los hongos alucinógenos para combatir la depresión. Y la británica Compass Pathways ya tiene un estudio en fase tres para utilizar la psilocibina como medicamento, además de que se ha convertido en el primer proveedor legal de la psilocibina para ensayos clínicos, patentando un protocolo de síntesis química y de tratamiento.

Este tipo de terapia no es nueva, pero sí ha habido un cambio muy rápido en torno a su uso médico. Tanto asociaciones de veteranos de guerra en Estados Unidos como el ex gobernador de Texas, el republicano Rick Perry, son partidarios de su uso. Incluso la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) clasificó a la psilocibina como una terapia innovadora, estatus podría acelerar su proceso de comercialización.

Tratamiento de otras condiciones médicas

Pero la depresión no es lo único. Los hongos psicodélicos han mostrado resultados en el tratamiento de alcoholismo, trastornos alimentarios y migrañas.

Además de los hongos, la terapia con metilendioximetanfetamina (MDMA), un derivado de la anfetamina que es el ingrediente activo del éxtasis, la droga popularizada en los raves a finales de la década de 1990 y principios de los 2000, también ha sido calificada como una terapia innovadora por parte de la FDA. 

De acuerdo con un ensayo clínico realizado entre 2018 y 2020, veteranos de guerra, sobrevivientes de agresiones sexuales y otras personas que sufrían de trastorno de estrés postraumático grave recibieron terapia con MDMA y después de tres sesiones, dos tercios superaron el diagnóstico.

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“Más de 50 empresas psicodélicas cotizan en Estados Unidos, y las startups también están brotando. Un informe reciente de Data Bridge Market Research proyecta que el mercado mundial de psicodélicos farmacéuticos alcanzará los 6,900 millones de dólares para 2027. A ese ritmo, la industria ‘podría superar al mercado legal de cannabis en Estados Unidos’”, señaló un artículo en la revista JAMA Psychiatry.

En México también estudian enteógenos

Después de más de cincuenta años de pausa en México, un proyecto en marcha desde 2020 busca recuperar la investigación académica de carácter clínico en torno a los hongos que contienen psilocibina.

El proyecto Teonanácatl, que cuenta con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, es un estudio transdisciplinario a través de la neurociencia, la psicología, la antropología, la historia y el conocimiento tradicional indígena que busca analizar y comprender las potencialidades terapéuticas de los hongos desde una perspectiva transdisciplinaria e intercultural para proponer nuevos modelos de tratamiento en los retos de salud mental.

“Queremos contribuir al reconocimiento de la medicina tradicional indígena, de sus saberes, sus especialistas rituales y métodos de sanación, al mismo tiempo que enriquecer la investigación actual en torno a los psicodélicos y su interés en desarrollar modelos de intervención terapéutica para el tratamiento eficaz de los trastornos mentales que siguen representando serios desafíos para la psiquiatría y la psicología moderna”, se lee en los fundamentos del proyecto.

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Los académicos y profesionales que participan en Teonanácatl reconocen el escenario adverso que se vive actualmente con la política prohibicionista, que reprime y criminaliza el uso de las drogas, sin embargo señalan que se atraviesa por un periodo de transición hacia la regulación de los estupefacientes.

Esta tendencia se advierte desde 2018, cuando la Comisión Global sobre las Políticas de Drogas admitió el fracaso rotundo de la estrategia prohibicionista y sugirió un uso regulado del mercado de las drogas.

“En México, nos encontramos en un proceso de apertura a la regulación del uso de drogas en las lógicas de la sociedad de consumo al mismo tiempo que diversas culturas indígenas mantienen vivo el uso tradicional de plantas y hongos psicoactivos”, indica el proyecto Teonanácatl.

“Queremos contribuir por un lado al reconocimiento de la medicina tradicional indígena, de sus saberes, sus especialistas rituales y métodos de sanación, al mismo tiempo que enriquecer la investigación actual en torno a los psicodélicos y su interés en desarrollar modelos de intervención terapéutica”, indica.

Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la política prohibicionista sigue ocasionando confusión, que se traduce en represión y violencia hacia personas que utilizan algún tipo de planta de poder.

Uno de los casos más recientes es el de ocho indígenas, cuatro de ellos provenientes de América del Sur, que fueron detenidos a lo largo de 2022 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México acusados de introducir drogas al país, cuando, afirman, llevaban ayahuasca para realizar ceremonias.

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José Campos es uno de los detenidos. Él es un curandero de 64 años de edad de la tribu shipibo-conibo, de la Amazonia peruana. En su experiencia, desde 1992 ha tratado con ayahuasca a personas con problemas de adicciones. Pero el pasado 9 de marzo de 2022 elementos de la Secretaría de Marina hallaron 3.7 kilos de ayahuasca entre sus pertenencias y lo encerraron en prisión a la espera de ser juzgado acusado de tráfico de drogas, lo que amerita una pena de entre 8 y 25 años de cárcel.

Algo similar le ocurrió a Lauro Hinostroza García, de 70 años de edad. Lauro es un chamán peruano. A él lo detuvieron en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México el 26 de septiembre del año pasado. Llevaba consigo ayahuasca. 

De acuerdo con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de las Naciones Unidas, la ayahuasca no está considerada en ningún convenio internacional, es decir, no ha sido prohibida de manera expresa más que por Francia, Italia y Rusia.

El argumento del gobierno mexicano para acusar de tráfico de drogas a estas ocho personas es que una de las sustancias activas de la ayahuasca es la N,N-dimetiltriptamina o DMT, incluida en la lista I de la Convención de Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971.

“La ayahuasca no está prohibida por las leyes mexicanas ni las internacionales”, declaró a El País Fernando Gómez-Mont, el ex secretario de Gobernación durante el gobierno de Felipe Calderón, quien defiende a José Campos.

 “Me parece injusto e incorrecto que una persona esté en la cárcel por practicar una medicina compatible con su identidad, la cual conoce desde pequeño como algo válido y valioso”.

Mientras tanto, y a pesar de la evidencia, la prohibición todavía sigue en México y otros países. 

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