Autodefensas muestran a un Estado con autoridades débiles ante los ojos del mundo

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En semanas recientes surgió un nuevo grupo de autodefensas llamado “El Machete”, en Pantelhó, Chiapas, el cual se agrega a otras experiencias que ya vivió el país en sexenios anteriores en los estados de Guerrero, Michoacán y Oaxaca.

Estos grupos surgen como una respuesta de la población contra el crimen organizado cuando las autoridades ya han sido rebasadas al tratar de evitar delitos como robo, extorsión, secuestros y asesinatos.

Por lo tanto, aparecen en países que no pueden garantizar que se cumpla la ley, lo cual refleja que sus autoridades son débiles, tanto municipales, estatales y nacionales, de acuerdo con el especialista en temas de seguridad Victor Sánchez Valdés. 

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El surgimiento de autodefensas hace visible que un país no puede garantizar una de sus funciones básicas que justifican su existencia: brindar seguridad. Las autoridades deben garantizar que son las únicas que pueden hacer uso de la fuerza, y con el objetivo de protegernos a todas y todos.

Sin embargo, el experto advierte que aunque la imagen ante el mundo es importante porque puede perjudicar la inversión extranjera, lo más preocupante es que las y los habitantes de la región son quienes sufren las consecuencias de vivir en un territorio sin ley.

El remedio empeora la enfermedad

Sánchez Valdés, doctor en Políticas Públicas del Centro de Investigación y Docencia Económicas, nos explicó que los grupos de autodefensas son muy comunes a nivel internacional, pero siempre revelan vacíos estructurales de su país de origen.

“Han surgido en muchos países, pero esos países siempre tienen características similares: altas tasas de criminalidad y un Estado de Derecho deficiente. O sea, la aplicación de la ley no es eficiente, ni su sistema de procuración y de impartición de justicia”, explicó.

También exhiben el mal trabajo de las fiscalías y los tribunales, los cuales generan impunidad y vacíos de poder que son llenados por el crimen organizado, y en ocasiones son peleados por estos grupos de autodefensa que surgen de la ciudadanía.

Sin embargo, el mayor problema que ha detectado el especialista en temas de seguridad, es que los grupos de autodefensa no brotan, resuelven el problema y luego desaparecen, sino que se perpetúan y deben buscar fuentes de financiamiento.

“Aunque los grupos de autodefensa nazcan como una respuesta hacia la violencia que no se puede controlar, tarde o temprano terminan convirtiéndose en entes generadores de violencia”, explicó Sánchez Valdés.

Y agregó que esto se debe a que estos grupos surgen fuera de un marco legal y entonces sus vías de financiamiento no pueden darse dentro de la ley.  

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El problema del financiamiento

“Tienes que estar de tiempo completo en esta labor de patrullaje, dejan de trabajar y sus familias necesitan un ingreso. Además necesitan insumos. ¿Quién compra las armas? ¿Quién compra los vehículos, la gasolina con la que se mueven?”, cuestionó el experto.

Así las cosas, otro asunto que revelan los surgimientos de autodefensas, es cuáles poderes fácticos operan en la región. 

“Viene este problema de cómo financiar cuerpos de seguridad informales o paralelos al Estado, sin que el Estado les meta recursos. Muchos grupos de autodefensa en el mundo han surgido de poderes fácticos, por ejemplo, en Colombia, de ganaderos que hicieron sus propios cuerpos de seguridad. En África hay compañías de petróleo que utilizan este esquema”.

Sin embargo, en algunas regiones estos poderes fácticos con recursos ilimitados no existen, y entonces tienen que financiarse a través de actividades ilegales “y se terminan convirtiendo en lo que empezaron combatiendo”.

Peor aún, en ocasiones el poder detrás del dinero es otro grupo criminal que se “disfraza” de autodefensa para llevar a cabo su agenda y operar en el territorio con la aprobación de la gente y las autoridades.

El asunto de la imagen

La imagen que da el país con el surgimiento de autodefensas no es la cuestión por la cual se deben evitar, pero es importante señalar que además de toda la problemática que genera para las comunidades, también transmite al mundo que tenemos autoridades débiles, en todos los niveles.

Transmiten que México “no puede garantizar algo que es casi un dogma para los estudios del Estado, que es el uso monopólico de la fuerza, el uso legítimo de la fuerza”, dijo Sánchez Valdés.

El especialista explicó que la primera función de cualquier Estado es garantizar que ellos son los únicos facultados para utilizar la fuerza

Por lo tanto “cuando surgen grupos criminales y grupos de autodefensa, se pone en entredicho el monopolio de la fuerza”, y entonces cada quien puede aplicar su propia ley.

El experto opinó que esto quizá no llegue al grado de afectar las relaciones comerciales con otros países, pero sí que el turismo o la inversión extranjera se la piense dos veces antes de arriesgar su dinero en una región sin garantías legales.

Y concluyó que ahí donde surge un grupo de autodefensas lamentablemente es “una especie de pueblo sin ley, como en el lejano oeste donde cada quien hacía justicia por su propia mano”, en esas historias que ocurrían dentro de un país que por cierto terminó perdiendo esos territorios.

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