Cuidados del hogar frenan desarrollo de las mujeres

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En México, la movilidad social no es equitativa. Quienes nacen en una posición socioeconómica con desventajas tendrán pocas posibilidades de superar su situación a lo largo de la vida.

A esa superación se le conoce como movilidad social y es un conjunto de cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su posición socioeconómica. 

Esto es lo que explica el último informe del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), “Movilidad Social en México 2019. Hacia la igualdad regional de oportunidades”. El documento también revela que existe un sector de la población para el que es más difícil un cambio de posición socioeconómica: las mujeres que se dedican al hogar.

“Las mujeres experimentan menores grados de movilidad social ascendente y peores estados de salud autoreportada, en comparación con los hombres, independientemente si viven en un medio rural o urbano”, dice el informe.

“La promoción de la movilidad social es importante por razones de justicia, de eficiencia y de cohesión social”, explicaron Raymundo M. Campos del Colegio de México, Claudia Edith Fonseca y Roberto Vélez del CEEY en su definición de movilidad social en México.

El informe de CEEY detalla que en nuestro país, 75 de cada 100 mujeres que nacen en pobreza, no logran superar dicha condición.

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¿Por qué nosotras?

De acuerdo con Andrea Medina, abogada feminista y especialista en temas de violencia de género, la división social de trabajo asignó históricamente a las mujeres el cuidado de la familia y el hogar. 

“Contempló que los hombres estudiaran o aprendieran algún oficio, que trabajaran y que pudieran ejercer en el espacio público, así como ser propietarios de bienes. Las mujeres quedaron excluidas bajo el ‘argumento romántico’ de que ellas se harían cargo de todo lo que está en casa, que es fundamental”, nos dijo la especialista.

Andrea Medina agregó que esta fue la forma en la que la mujer quedó excluida de la producción en un sentido económico, es decir, la forma en la que los hombres ganan dinero, a pesar de que la carga de trabajo para nosotras en el hogar sea bastante.

“Todo ese trabajo en el último siglo y en el presente, debe de ser reconocido, es algo que hemos estado exigiendo las economistas feministas: que las labores de cuidado y del hogar deben de ser reconocidas. Es tan grave que, incluso las trabajadoras domésticas son las que menos ganan y sólo bajo presión lograron la posibilidad de acceder a la Seguridad Social”, explicó la abogada.

En México, las mujeres tienen mayor carga de trabajo que los hombres, si tomamos en cuenta el trabajo remunerado y no remunerado. Mientras que las mujeres laboran aproximadamente 10 horas al día, los hombres sólo trabajan 8.1 horas, incluyendo el trabajo por el que se paga y aquel por el que no, como lo dimos a conocer en esta nota.

Jurídicamente, señala la entrevistada, se tomó la medida de respaldar a las mujeres dentro del matrimonio con la figura de los bienes mancomunados, así todo lo que se va produciendo en una pareja o un matrimonio pertenece a ambos por partes iguales.

“Ella no se puede quedar sin nada porque su trabajo no va a generar esa producción como está concebida para los hombres. Ahora, las últimas décadas dijimos bueno, cuando se casan por separación de bienes, por lo menos se debe de dar una compensación, para que no queden mermadas de toda esa inversión que hicieron en la pareja”, detalló Andrea Medina.

Pero no es suficiente. Medina explica que la cantidad de trabajo realizado por las mujeres llega a triplicarse debido a que hacen una doble o triple jornada, entre cuidados de familia, labores del hogar y trabajo remunerado. 

Esto trae un desgaste físico y en la salud de las mujeres”, dijo.

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La oportunidad de la pandemia

La diferencia entre las horas que trabaja una mujer en comparación con las que trabaja un hombre aumentaron durante el confinamiento por la propagación de la COVID-19. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) explica que debido al encierro, las mujeres absorben más horas de trabajo doméstico, como lo documentó Cuestione en esta nota.

A pesar de las consecuencia negativas del confinamiento, la abogada feminista explicó que puede haber implicaciones positivas, como la de que el trabajo doméstico sea más visible y socializado.

“Esto facilitará la comprensión social del trabajo en el hogar, de los cuidados familiares y esa comprensión debería traducirse en un compartir el trabajo y que no sea visto como algo que sólo deben de realizar las mujeres”, señaló.

La especialista concluyó que cuando existe la comprensión social de lo que significa el trabajo de cuidado del hogar y se reparte socialmente, deja de ser un obstáculo para el acceso a derechos fundamentales y a la movilidad social.

¿La sociedad aprovechará esta epidemia para mejorar la división de responsabilidades en el hogar? 

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