El desastre que viene

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Quiero iniciar con una pregunta, ¿cómo te fue con el calor que vivimos hace unos días? Fue sofocante ¿verdad?

Fueron más o menos 15 días en los que prácticamente en todo el país sufrimos los efectos de la tercera onda de calor; tuvimos temperaturas de hasta 45 grados que lamentablemente causaron la muerte de 112 personas. ¡Morir de calor, literalmente! Y eso que nadie está contando la muerte de animales o plantas.

Lo peor es que aunque las ondas de calor son comunes en algunas épocas del año, lo que duró y las temperaturas alcanzadas no lo son; los especialistas nos advierten: las ondas de calor serán cada vez más frecuentes y más severas. Mientras, muchos dudan del calentamiento global.

Un informe científico de la ONU explicó que las intensas ondas de calor que se han vivido en gran parte del planeta son derivadas del cambio climático. La Tierra superó el umbral de calentamiento promedio en más de un grado; nos acercamos peligrosamente a los dos grados que nos colocarían en el punto de no retorno hacia catástrofes climáticas.

Ojo: hablamos de que estamos viviendo lo que podría ser el principio del fin de la vida en el planeta. Créeme, no es exagerado ni alarmista decirlo.

Claro que no será de la noche a la mañana. Será un proceso medianamente lento, pero muy doloroso. Hagamos conciencia: así como el calor es más extremo, también lo son los huracanes, las lluvias y las inundaciones.

Incluso, muchos gobiernos, criticados por la falta de acciones preventivas de protección civil, se defienden llamándolas “lluvias atípicas”. Pero ya no es atípico lo que estamos viviendo; es una situación que se ha venido dando de forma más acelerada en las últimas cuatro décadas.

Naturalmente la temperatura global ha tenido variaciones. ¿Recuerdas las diferentes glaciaciones que nos enseñaron en la primaria cuando nos enseñaron las eras geológicas? Pero un proceso natural lo hemos acelerado enormemente; cambios que históricamente se habían producido en el transcurso de miles de años ahora se producen en tan solo unas décadas, y se acelera por nuestra falta de acciones contundentes. Ahora los cambios que toman décadas se darán en  lustros, luego en pares de años, luego en meses. Eso podría ser catastrófico.

El planeta se calienta: por un lado, se derriten los hielos de los polos, lo que aumenta el nivel del mar que se come kilómetros de costas; la NASA advierte que para el 2030 el nivel del mar se incrementará 11.4 centímetros, para el 2100 entre 26 y 77 centímetros.

Y esto es algo que nos pega directo: desde hace varios años la Península de Yucatán presenta un incremento acelerado del nivel del mar. Los pronósticos explican que están en riesgo de desaparecer no sólo poblaciones costeras como Progreso, Celestún, Chelem, sino hasta Mérida.

En contraste, la sequía: 75% del territorio mexicano tiene sequía de moderada a extrema, 16 estados tienen una situación de sequía en TODOS sus municipios; es más, sólo tres estados no entran en los parámetros de sequía: Yucatán, Tabasco y Campeche. Sí, justo los que te decía están en riesgo de ser tragados por el mar. Está roto el equilibrio climático.

Puedo seguir citando estudios y advertencias, pero lo que busco es invitarte a la reflexión y por supuesto, a la acción.

Son importantes las políticas públicas, las estrategias gubernamentales, pero no podemos seguir expectantes. Cada acción humana impacta en el planeta; tú y yo podemos hacer algo para frenar el calentamiento: usar menos el auto, desconectar aparatos que no estés usando, apagar luces, separar la basura, eficientar el uso de agua, reducir tu producción de residuos sólidos.Cierro con una frase de Howard Zinn que me conmueve: “Si la gente pudiera ver que el cambio se produce como resultado de pequeñas acciones, no dudaría en realizar esos pequeños actos”.

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