Intereses económicos y políticos, la verdadera causa detrás de la disputa por el INE

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Encabezado por empresarios y políticos de oposición, el movimiento autodenominado El INE no se toca -el cual rechaza la iniciativa de reforma electoral enviada por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la Cámara de Diputados- es para el mandatario un “striptease” del conservadurismo en México.

Así calificó el Presidente a la manifestación del domingo 13 de noviembre de 2022, en la que miles de personas marcharon sobre Paseo de la Reforma hasta el Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México, para expresar su repudio a los presuntos intentos del gobierno federal para “desaparecer al INE”.

“Los que se manifestaron ayer (el domingo pasado) lo hicieron en contra de la transformación que se está llevando en el país, lo hicieron en favor de los privilegios que ellos tenían, lo hicieron en favor de la corrupción, el racismo, clasismo y discriminación, eso es el fondo”, expresó López Obrador en su conferencia mañanera del 14 de noviembre de 2022.

Pero más allá de la descalificación presidencial, ¿quiénes encabezan El INE no se toca y qué intereses políticos o económicos los motivan?

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“Coalición de intereses”

Politólogos que consultamos nos dijeron que detrás del movimiento El INE no se toca hay una coalición de intereses “muy compleja y muy heterogénea”, que lo mismo integra a dirigentes de partidos políticos, grandes empresarios, intelectuales -como el primer ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg-, organizaciones de la sociedad civil, la clase media e incluso grupos ultraconservadores como Provida.

El doctor en Ciencia Política y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Joel Ortega Erreguerena, nos aclaró que “como en cualquier movimiento político, hay un doble juego de intereses” entre los impulsores de la iniciativa El INE no se toca.

“(Sobre la reforma electoral) hay dos fuerzas en pugna: por una parte, una élite que ha controlado las instituciones (electorales) y por otra, un modelo muy centralista encabezado por el Presidente. Ni uno ni otro profundiza una reforma más de fondo con otros temas como, por ejemplo, que sea más fácil registrar un partido político, las candidaturas independientes… seguimos teniendo un modelo bastante cerrado en comparación con otros países”, agregó Ortega.

“También está la coyuntura que es la reforma al Instituto Nacional Electoral y la disputa por el rumbo del país de cara a las elecciones que vienen, la del Estado de México (en 2023) y la de la Presidencia en 2024”, precisó el especialista en participación política.

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Por su parte, el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM Jorge Márquez nos explicó que la coalición de intereses en el movimiento El INE no se toca está integrada por quienes se sienten afectados con la reforma electoral: “en primer lugar, los partidos políticos porque se les quita o se les reduce el dinero, les hace más difícil conseguir posiciones y porque disminuye el número de diputados y senadores”.

El también doctor en Ciencia Política abundó que un segundo grupo detrás del movimiento es el de empresarios como Claudio X. González, “que piensan que no es sana la acumulación de poder en manos de López Obrador y que, en cambio, la movilidad en la clase política da estabilidad a los negocios, pues no dependes del capricho de un gobernante para que haya un buen o mal clima de negocios”.

¿El INE sí se toca?

Respecto al lema principal del movimiento contra la iniciativa presidencial de reforma electoral, el politólogo Jorge Márquez nos señaló que en estos momentos de polarización política y social no debe tocarse al INE: “es bastante absurdo en este momento tratar de hacer cualquier reforma; todo se puede salir de control, no hay medias tintas con López Obrador”.

El especialista en sistema político consideró que el INE no se toca porque no hay manera de hacer una reforma razonable “en este ambiente de puñaladas, no porque el INE sea perfecto, sino porque no hay condiciones para razonar realmente el asunto”.

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Por el contrario, para el estudioso de la participación política y el clientelismo, Joel Ortega Erreguerena, “en democracia no hay ninguna institución que no se pueda tocar”. Y es que el académico nos explicó que cuando hay un proceso democrático se pueden reformar las instituciones y se puede generar una mayor democracia, pero -nos aclaró- esas reformas deben darse por consenso y con legitimidad.

“La reforma electoral debe contar con un consenso democrático muy amplio, con el acuerdo de muchas fuerzas políticas”, apuntó el ex integrante del movimiento #YoSoy132.

Finalmente, Jorge Márquez -autor de libros sobre gobernabilidad y estudio de la 4T– nos dijo que López Obrador ha creado un “falso dilema” sobre la reforma electoral, al criticar que los partidos solo defienden sus intereses.

“Es decir, sí, pero sus intereses de alguna manera siempre coinciden con los de México. Un partido defiende su dinero y puedes decir ‘qué mezquinos, defienden su dinero’, pero sabemos que la política se hace con dinero. Cuando se quite el dinero se acaba el sistema de partidos. Sí defienden unos privilegios, pero esos privilegios permiten la pluralidad. Cuando los partidos se queden sin dinero, se quedan sin privilegios y los mexicanos nos quedamos sin democracia”, concluyó el politólogo.

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