Las marchas contra la violencia hacia las mujeres y niñas visibilizan los fallos del Estado para protegerlas

Compartir:

Las marchas que realizan los diferentes movimientos feministas son un medidor de las fallas del Estado en relación a la violencia contra las mujeres y niñas. Dibujan un mapa de nuestras exigencias en el país, nos dijo Ana Elena Contreras, fundadora de la colectiva Las del Aquelarre Feminista.

Aunque no combaten de manera directa el ejercicio de la violencia contra mujeres y niñas, sí son una de las acciones que visibiliza la gravedad de la realidad que estamos viviendo en México y en otros países. Exponen cuál es el “talón de Aquiles” de nuestros sistemas de justicia y dictan la agenda de la alerta de género, nos explicó la activista.

Contreras detalló que una de sus mayores aportaciones es evidenciar no solamente las denuncias, sino la fuerza que los distintos movimientos han adquirido, que ejercen presión sobre los actores políticos y el gobierno, quienes son los que verdaderamente deben escuchar y actuar en consecuencia.

Te puede interesar: Lo que el feminicidio de Ariadna Fernanda nos dice sobre la violencia hacia las mujeres en México

Tania Naanous, fundadora y CEO de la colectiva feminista Lentes Púrpura, nos explicó que las marchas ayudan a la lucha de las mujeres y niñas como una manera de retomar el espacio publico, las calles, que la violencia machista nos ha arrebatado.

Hacia el interior de los movimientos, las marchas también nos ayudan a conectar con las causas y los dolores de las personas que nos acompañan. Aprendemos a ser solidarios y empáticos, nos dijo Naanous.

“Muchas veces vemos en las marchas, por ejemplo, al papá de Esmeralda Castillo -una joven que desapareció en Ciudad Juárez en 2009, cuando tenía solo 14 años- que está ahí, en la lucha, echando diamantina. Lo ves y lloras del sentimiento”, resaltó la entrevistada.

Las marchas también aportan a que veamos que hay diversos tipos de movimientos feministas y a crear un espacio de entendimiento e inclusión dentro de ellos, nos dijo la activista feminista Faurí Aguirre, vocera de la colectiva Lentes Púrpura.

“El impacto ya está, se está sintiendo. Por algo cada vez hay más personas que se van uniendo a las marchas, cada vez se va viendo una mayor inclusión en temas de edades, en abrazar diferentes movimientos y entender que hay bloques más radicales, pero al final cuando estamos en la marcha el objetivo es común y este es un impacto real. Cuando estamos ahí, todas nos cuidamos, nos protegemos”, comentó Aguirre.

No romantizar las acciones violentas, una carencia de las marchas

Ana Elena Contreras, fundadora de la colectiva Las del Aquelarre Feminista, advirtió sobre la importancia de distinguir entre las marchas que reclaman un causa legítima y las que se convierten en un golpeteo político.

También puedes leer: Muerte de Lidia Gabriela, trágica consecuencia del miedo de las mujeres a la violencia feminicida

“Creo que hay personas que tienen dinero para hacer un golpeteo a este gobierno de izquierda y eso no es casual, ese tipo de acciones operan en contra del mismo movimiento feminista”, acusó Contreras.

La entrevistada resaltó que los niveles de violencia durante la marcha que llevan a cabo algunos grupos aislados se han incrementado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. 

“No hacer esa lectura sería un error porque se pierde parte del mensaje que hay detrás. Habría que estar recordando que la derecha constantemente va a ir en contra de los derechos de las mujeres. Si no perdemos esto de vista podemos mantener un equilibrio dentro de los movimientos feministas”, recalcó la especialista.

Ana Elena Contreras puntualizó que a los movimientos feministas les hace falta no romantizar posturas anarquistas, “porque a final del día a quien tenemos que exigirle que responda a nuestras demandas es al gobierno y eso se logra si nos sentamos a la mesa a hablar con ellos, a decirles qué queremos y cómo lo queremos”.

Las marchas son un mal necesario

Existen pocas maneras efectivas de alzar la voz y que se escuche. Las marchas, por más incómodas que le puedan parecer a algunas personas, son un mal necesario para exigir nuestro derecho a una vida libre de violencia, nos dijo Ana Elena Contreras.

Los movimientos de protesta en contra de la violencia feminicida en casos que han resonado fuertemente en los medios de comunicación como el de Debanhi Escobar y recientemente el de Ariadna Fernanda -ambas víctimas de feminicidio– ayudan a captar la atención de la prensa, las redes sociales y sobretodo de las autoridades, que de manera interna tienen que mejorar sus propios protocolos para responder a la sociedad que exige justicia.

“Lo que se vuelve mediático genera que se aceleren las cosas y que el sistema se sienta presionado por darle solución. Esas mismas exigencias provocan que haya cambios al interior de los sistemas de justicia”, nos dijo la entrevistada.

Además también permea en la vida cotidiana, ya que las empresas, los espacios públicos, el transporte tienen que adaptarse a una sociedad más consciente, más exigente y sensibilizada en temas de género, nos dijo la activista feminista Faurí Aguirre.

“Muchas empresas han empezado a tener políticas de inclusión, tomar talleres con perspectiva de género, proponer protocolos para la erradicación de la violencia contra las mujeres. Se está viendo cuántas personas estamos presentes de manera cotidiana, actuando para lograr esto”, detalló Aguirre.

Te puede gustar: La violencia contra las mujeres y el mito del amor romántico

Las marchas contra la violencia hacia las mujeres y niñas pueden no ser, por sí mismas, la solución a esta profunda problemática que a nivel mundial merma nuestros derechos fundamentales, sin embargo son una herramienta útil y eficaz para impulsar el cambio hacia el mundo que merecemos.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.