Medidas sostenibles y a largo plazo, la única solución para la crisis de agua de la CDMX

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Con tambos y cubetas llenos de agua, Martha espera aguantar hasta que caiga agua de nuevo, porque las últimas semanas ha tardado hasta 10 días el suministro en la colonia Nápoles de la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México. 

La cisterna de su casa es pequeña, de unos 5,000 litros, y aún así no alcanza a llenarse con lo poco que cae -cuando cae. La única solución que encuentra es ahorrar agua lo más que puede o invertir en pipas de agua que le cuestan de $600 a $800 pesos, dependiendo del proveedor, y le rinden alrededor de 20 días si se toman algunas previsiones para ahorrar agua.

Martha no vive sola, la acompañan su esposo y dos hijos que acuden a primaria y secundaria. Los cuatro tienen que bañarse a diario y llevar ropa limpia a sus actividades, además de realizar las labores domésticas que se vuelven más complejas si estás “tratando de ahorrar cada gota de agua”, nos dijo Martha.

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Es un poco sorprendente que el problema del agua se esté extendiendo tan velozmente en la capital del país, consideró Martha, contadora de profesión, “hace un par de años no batallábamos tanto con el tema del agua”.

La crisis hídrica en la Ciudad de México es una tragedia que se ha ido contando en cámara lenta desde hace décadas y que se ha ido “parchando” sin llegar a políticas públicas que solucionen el problema a largo plazo, nos dijo Mónica Olvera, doctora en Geografía, especialista en Derechos Humanos al agua y al saneamiento, directora de Estrategias de Cambio Sistémico e Incidencia en la asociación civil Cántaro Azul, que se dedica a defender los derechos al agua.

El derecho al agua está consagrado en el artículo 4 de la Constitución, pero no está armonizado de la misma manera en todo el país y sigue pendiente la nueva Ley General de Aguas que permitiría tener claridad de a quién le corresponde hacer qué y cómo obtener los recursos suficientes para garantizar el justo acceso a los recursos hídricos, nos dijo.

“Esto pasa en todos los estados, pero hay una mayor visibilidad con lo que está pasando en la Ciudad de México. Hay un modelo de gestión del agua que -después de 30 años que se ha venido impulsando- en realidad es muy ineficaz y también es muy costoso para la ciudadanía en general y todo el tiempo se mueve en un estado de crisis y de emergencia”, detalló la especialista.

Olvera consideró que no hay una visión de largo plazo en la toma de decisiones y “vemos emerger propuestas en la Ciudad de México que tienen que ver con la construcción de grandes infraestructuras, perforar los pozos a mayor profundidad, incluso realizar los tandeos, pero sin una respuesta clara. Algunos políticos ni siquiera consideran que es un estado de emergencia”.

Contaminación, desperdicio y calidad del agua

Más del 70% de los ríos, lagos y presas en México presentan algún grado de contaminación; 8 de las 13 regiones hidrológicas del país sufren de estrés hídrico y 105 cuencas se encuentran en una situación de sobreexplotación, de acuerdo con información de la asociación civil Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA). 

Samantha Namnum, coordinadora del Observatorio Ciudadano de la Subcuenca de Valle de Bravo-Amanalco -que es la que alimenta al sistema Cutzamala que a la vez dota el 25% del agua que se consume en la Ciudad de México- nos dijo que hay una serie de factores que están agravando la crisis hídrica.

“Tenemos varios factores que son de carácter antropocéntrico -centrado en los humanos- y otros que tienen que ver con el clima -como los fenómenos climáticos del El niño y La Niña que están indirectamente relacionados con las acciones humanas. En los últimos tres años ha habido una presencia de sequía a sequía severa en varias regiones del país y esta subcuenca (Valle de Bravo-Amanalco) no se ha salvado”, detalló Namnum.

Durante estos tres años las lluvias han sido muy escasas o insuficientes para tener los niveles de almacenamiento de agua que se solían tener, y dado que la presa Valle de Bravo-Amanalco suministra parte del agua que se lleva a la Ciudad de México y al Valle de Toluca ha experimentado una mayor explotación de lo que se puede captar a través de los afluentes y del agua de lluvia.

“Esto está teniendo como consecuencia que tengamos esos niveles tan bajos de almacenamiento que son históricos porque nunca habíamos tenido un almacenamiento del 32% -que es como está en febrero de 2024- y esto pinta un panorama porque nadie garantiza que vayamos a tener mejores lluvias y si seguimos con esta sequía prolongada no vamos a alcanzar los niveles deseados aunque llueva”, acusó la especialista.

Samantha Namnum resaltó que las prácticas que se han llevado a cabo en la zona como el cambio de uso de suelo forestal a inmobiliario o agrícola también han causado que haya menos agua porque a menos cobertura forestal hay menos captación de agua, menos humedad y por tanto, menos lluvia.

“No solo tenemos menos cantidad de agua, sino menor calidad del agua. Desgraciadamente hay presencia de contaminantes, ya sea por prácticas agrícolas mal implementadas que nos 

dan altos niveles de fosfatos y nitratos en el agua, también vemos que se han dado desagües directos a los ríos y a la presa sin tratamiento alguno y eso ha acrecentado la problemática de la calidad del agua”, especificó.

Llevar agua de otros estados a la ciudad de México

El doctor Felipe Arreguin Cortés, presidente del Consejo Consultivo de la Asociación Mexicana Hidráulica, destacó que las autoridades no pueden permitir que se acabe el agua en un municipio o un estado.

“Siempre habrá que buscar de donde obtener el agua. En un estado de emergencia con pipas o cualquier otro medio de transporte. Por ejemplo en Barcelona en 2008 en una gran sequía transportaron agua por medio de barcos, y actualmente están considerando hacer lo mismo”.

Sin embargo, para abastecer a la Ciudad de México del agua de otros municipios o estados el especialista resaltó que de municipios o estados vecinos “hay que estar seguros de que hay suficiente agua en esos lugares, tomar en cuenta no afectar a los usuarios del lugar, ni al medio ambiente, y que la solución sea sostenible”.

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Y es que en este punto está el desafío: que las respuestas de los gobiernos sean sostenibles con el tiempo, que se implementen medidas no sólo para distribuir el agua sino para aprovecharla en su totalidad y evitar su desperdicio por la ciudadanía, por la infraestructura pública que la transporta y por las empresas, centros comerciales y fábricas -como las cerveceras y refresqueras- que acaparan una gran cantidad de los recursos hídricos, resaltó la especialista en temas de agua, Mónica Olvera.

Además, Samantha Namnum, del Observatorio Ciudadano de la Subcuenca de Valle de Bravo-Amanalco, consideró que lo que necesitamos es tener un sistema integral hídrico, pero que responda a mediano y largo plazo, no solo que resuelva la crisis inmediata con el bombardeo de nubes para provocar lluvia o la explotación de otros sitios para transportar agua.

“Se han empezado a implementar algunas alternativas interesantes que tienen que ver con la creación de humedales, con la implementación de sistemas de captación de agua pluvial. Esas son acciones de fondo y a largo plazo”, destacó y un ejemplo de estos proyectos es el Parque Hídrico La Quebradora que se inauguró en 2012 en Iztapalapa de la Ciudad de México, diseñado para almacenar agua y evitar inundaciones en la alcaldía.

Finalmente, Samantha Namnum consideró que estamos en un punto de quiebre, si aprovechamos que estamos tocando fondo y respondemos a las alarmas que están encendidas, podemos aprovechar la crisis y cambiar nuestra relación con el consumo de agua para hacerla más eficiente. Si no lo hacemos, estamos condenados y ese día cero al que tanto tenemos se volverá una realidad.

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