Morena va por más de 100 años de priismo

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Si tienes más de 45 años, quizá recuerdes todas esas prácticas del priismo: acarreo de personas a las marchas con recursos públicos, elección de candidatas y candidatos por dedazo, presiones para votar por el partido en el poder, descuentos en los salarios de los servidores públicos para financiar la operación política, ausencia de pesos y contrapesos…

Pero si tienes menos de 45 y estás al tanto de las prácticas políticas del partido en el poder quizá te suene familiar que lo que hacía el Partido Revolucionario Institucional, ese PRI que gobernó México durante casi ocho décadas, ahora lo hacen quienes prometieron la transformación de la vida pública.

Hoy vemos cómo Morena intenta convertirse en el partido hegemónico que era la envidia de las mentes y los espíritus autoritarios del siglo pasado, pero también el villano de las y los demócratas mexicanos que intentaron por todos los medios construir instituciones que permitieran tener un régimen equilibrado, con los pesos y contrapesos suficientes para evitar derivas autoritarias.

Día tras día vemos cómo prácticas clientelares que creíamos haber dejado en el pasado regresan con fuerza al presente político como si formaran parte de nuestro ADN. 

Camiones llenos de personas que van a marchas para apoyar al oficialismo, operadores políticos vestidos con gorra, camiseta y chaleco de los colores del partido en el poder que visitan las casas para condicionar la entrega de programas sociales al voto, iniciativas de reformas a leyes emitidas por el poder Ejecutivo que son aprobadas en el Congreso sin moverles siquiera una coma…

Hace poco, en el colmo del cinismo, el coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, admitió que varias diputadas y diputados destinarían parte de su salario no sólo para asistir a la marcha por la conmemoración de la Expropiación Petrolera, sino también para apoyar “solidariamente” los traslados de algunos compañeros.

El diputado Mier fue muy elocuente en la identificación de los símbolos del morenismo que huelen fuerte a priismo: calificó la marcha como una celebración de la expresión viva de su movimiento y aseguró que no asistir sería una omisión a los “rituales que le dieron origen a este gran movimiento social”.  

Y es que la “Cuarta Transformación” nunca ha negado su origen en el nacionalismo mexicano surgido de la Revolución Mexicana y que se consolidó durante las décadas posteriores. De hecho, conecta profundamente sus raíces ideológicas en ese nacionalismo porque se considera heredero del movimiento revolucionario, así como de la Independencia y la Reforma. 

Sin embargo, la Cuarta Transformación también propuso una serie de cambios políticos que, como decíamos al principio, en realidad han terminado en regresiones clientelares. 

¿Y por qué es grave que regresemos al clientelismo político? Para empezar, porque lo que está en el fondo de ese sistema es un intercambio de recursos públicos por el voto de diversos sectores de la población. 

Cuando las y los funcionarios condicionan la entrega de los recursos de programas sociales a que se apoye a un partido o movimiento, o se vote en un sentido o en otro, lo que están haciendo es cometiendo un acto de corrupción y, muchas veces, un delito.

Eso sucedía con frecuencia en el antiguo régimen priista. El Estado era una maquinaria de distribución de recursos públicos para grupos, sectores y sindicatos que después le retribuían esos “favores” al funcionario público que los otorgaba.

El gobierno actual prometió transformar esas dinámicas. No lo consiguió, y en muchos casos, las profundizó. 

¿Empezará algún día la verdadera transformación de la vida pública mexicana? Dependerá de la sociedad decir que no a este regreso al pasado.

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