A casi dos años de la pandemia, ¿cómo van el empleo, la población en pobreza y la educación?

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En diciembre de 2021, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó un análisis sobre el desarrollo en México con la COVID-19. Los resultados muestran que aumentaron tanto las desigualdades, como las personas en pobreza extrema y la brecha entre hombres y mujeres en el trabajo informal.

Pero no todo son malas noticias. Pese a que hubo un rezago en la educación en 2020, en 2021 creció la tasa de personas estudiando. Esto muestra que, si bien es complicado hacerle frente a los estragos de la pandemia, sí es posible. 

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Empleo en mejores niveles, pero no en un punto óptimo

El confinamiento puso a prueba a los centros de empleo. Un ejemplo claro es el cierre de actividades en Quintana Roo, Campeche y Baja California, estados caracterizados por la actividad turística.

Quienes más sufrieron, de acuerdo con el reporte de la ONU, fueron las pequeñas y medianas empresas. A mayor tamaño de empresas, mayor probabilidad de sobrevivir: entre más empleados, hay más dinamismo, más división de trabajos y mayor productividad. 

Encima de esto, tan solo un 7.8% de todas las empresas recibieron algún tipo de apoyo y poco más de la mitad de esas empresas eran grandes.

El apoyo no fue parejo y no fue hacia quienes más lo necesitaban. Y es que si bien ha habido una recuperación en los niveles de empleo, las tasas de informalidad han permanecido iguales a las cifras anteriores a la pandemia.

Es decir, dos terceras partes de los empleos recuperados son informales. Lo anterior significa que son personas que no tienen garantías laborales ante otra posible ola de contagios. Quienes se han visto más afectadas son las mujeres.

Más pobreza y más costos para acceder a servicios de salud 

La pérdida de empleos contribuyó al aumento de personas en pobreza y pobreza extrema. En el reporte de la ONU se muestran datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). De 2008 a 2018, se había reducido la pobreza, pero en 2020 se incrementó respecto a 2018. 

El aumento de este porcentaje destaca más al evaluar las carencias que empeoraron. Si bien hay menos población con carencias en espacios de vivienda de calidad, hay más personas con dificultades para tener acceso a una alimentación nutritiva y acceso a servicios de salud. 

Además, los problemas de salud que puede ocasionar la pandemia afectan a quienes menos posibilidad tienen de combatir la enfermedad. El porcentaje del salario que las personas deben destinar si se enferman de SARS-Cov-2 es mayor para quienes tienen menores salarios.

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La educación, no del todo mal

Para evitar contagios, las escuelas optaron al inicio por una modalidad a distancia. Sin embargo, según datos propios de la ONU, solo el 44.3% de los hogares en México cuentan con equipo de computación y únicamente 56.4% cuenta con conexión a Internet. 

Lo anterior era un reto para muchas familias con hijos e hijas en edad escolar, sobre todo para aquellas más pobres. Casi nueve de cada 10 hogares de clases sociales altas cuentan con conexión a internet, pero esto solo es así para dos de cada 10 hogares de clases bajas.

Sin embargo, es posible notar un aumento en el número de personas inscritas al ciclo escolar 2021-2022, salvo por personas en educación primaria y superior. Esto es un avance con respecto a la caída de los ciclos escolares anteriores.

¿Qué recomienda la ONU? 

La desigualdad en las condiciones del empleo, el incremento en las tasas de pobreza y el lento aumento de la cobertura educativa ponen a México en un punto donde se deben poner en marcha políticas de recuperación.

En su informe, la ONU recomienda una estrategia de créditos y exenciones en impuestos para negocios de los sectores más afectados como el sector turístico. 

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El apoyo económico también debe estar enfocado en la población más vulnerable, es decir, en las personas más pobres, en quienes perdieron su trabajo y, en particular, en las mujeres. ¿Cómo debe ser esta ayuda? Debe haber un esfuerzo por el gobierno para ampliar transferencias directas de dinero y apoyar con un programa para capacitar a la gente en el gasto de dicho apoyo. 

En cuanto a las personas que poco a poco se reincorporan a la vida estudiantil, es necesario que haya un programa de regularización para quienes fueron afectados por la pandemia y para quienes ya mostraban rezagos antes. 

El golpe en la economía y en la sociedad fue fuerte, pero justamente es tiempo para gastar más dinero en las personas y en políticas para que el país salga adelante más rápido.

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