Acoso sexual en el Metro de la CDMX: una historia personal

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¿Cómo podemos denunciar?

Por: Natalia Escobar

Me volvió a pasar en menos de dos mes y medio. Otro tipo se masturbó en frente de mí en un vagón del Metro. No puede ser.

Otra vez vino la sensación nauseabunda, revuelta con ira, y claro –aunque no debería– la maldita culpa que me hace pensar, sin poder evitarlo: ¿era ese vestido muy entallado? ¿debí traer otra ropa? Luego me convenzo de que mi ropa no es la culpable, es solo ropa.

Ésta no fue la primera vez que un hombre me hostiga en un vagón exclusivo para mujeres. Pero ahora algo cambió: dejé el miedo atrás e hice la denuncia para evidenciarlos, en una tuve “éxito”, en la otra…. les cuento.

El pasado 30 de marzo había sido un particularmente caluroso, aún en la noche. Eran casi las nueve, cuando entré a la estación Constitución de 1917 del Metro, de la Línea 8. Estaciones más adelante un hombre delgado, con pants y gorra negra se sentó frente a mí.

Minutos más adelante, noté que su mano, detrás de su mochila, subía y bajaba, subía y bajaba. Sí, se estaba masturbado, mientras me veía las piernas.

En cuestión de segundos pasé del miedo a querer grabarlo para poder evidenciarlo. Saqué mi celular y empecé a grabar. Luego, activé la palanca de emergencia. Él se paró y empezó a caminar hacia una de las puertas del vagón y yo, detrás de él.

Al arribar a la estación, trató de ocultar su erección al ponerse otro pants encima. Cuando la policía llegó, mi agresor se identificó como David Ángeles Escobar, de 47 años de edad, y, por absurdo que suene, dijo que él actuaba así porque lo habían violado.

Los policías me disuadieron de denunciar, me advirtieron que era un delito menor y que probablemente tardaría más en denunciar que él en salir libre. Decidí no proceder en ese momento.

Mi único consuelo era poder exponer a ese hombre en mis redes sociales, que otras mujeres tuvieran cuidado si lo veían cerca de ellas. Los comentarios en respuesta fueron de lo más diversos: indignación, enojo, solidaridad y sí, críticas (no al agresor, sino a mí, por decir groserías en el video).

Denunciar: un laberinto

El estudio “Atención y prevención del acoso sexual en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM)”, elaborado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado, revela con base en los datos del propio Sistema de Transporte, que en el año 2017, de cada diez quejas/denuncias por acoso sexual, seis se desistieron y sólo tres llegaron formar una carpeta de investigación. Ahora sé por qué: disuasión de los policías, en el ministerio público y saber que, aún si hay un culpable, no pasará absolutamente nada. Así lo descubrí:

Días después del acoso fui a la agencia 50 del Ministerio Público (MP), para finalmente denunciar. Tenía el nombre del agresor y pensé que eso sería suficiente. Narré los hechos para iniciar la carpeta de investigación, el delito a perseguir era: acoso sexual y la definición del acto es una “conducta de naturaleza sexual indeseable”, según el Código Penal de la Ciudad de México.

Del MP, me pasaron al psicólogo y de ahí con la policía de investigación. Estos últimos me pidieron que regresara con el video en una memoria USB y me advirtieron que, aún cuando pudieran comprobar que lo que les dije era verdad, mi agresor no podía ser encerrado o multado, por ser un delito menor. A lo mucho me podían ofrecer un acuerdo reparatorio.

Omaira Ochoa Mercado, abogada defensora de los derechos humanos y de las mujeres, explica por qué las denuncias no derivan en castigos para los responsables: “El acoso en el Metro ocurre de manera frecuente, pero las personas no denuncian, ya que se tiene una sensación de impunidad, de que no van a sancionar a los agresores. Además, el proceso de denuncia es muy tardado, se tiene que esperar mínimo cinco horas y en muchas ocasiones la víctimas desisten de hacerlo porque reciben maltrato institucional”.

De acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, entre enero y octubre de 2018, se habían recibido 242 denuncias por acoso sexual en el Metro y, en 2017, se presentaron 188 denuncias, es decir, aun faltando por contabilizar noviembre y diciembre de 2018, ese año ya había superado en 28% al anterior.

Las estaciones donde más se denuncia el acoso sexual son: Pantitlán, Guerrero, Centro Médico, Indios Verdes y Cuitláhuac.

La historia se repite

Hay pocas personas en el vagón, él me mira mientras se muerde el labio inferior, sabe que lo veo, parece gozar con mi incomodidad, abre y cierra los ojos, por un momento los pone en blanco, y aunque el asiento no me permite ver más, su hombro se mueve, él babea: se masturba. Ya no puedo más, de manera discreta grabó un video, guardó una distancia prudente. El Metro avanza, activo la palanca de seguridad, pero no suena. Nadie me auxilia y él huye por el andén de la estación Consulado.

Lo sigo durante el transbordo, bajo unas escaleras y cruzó el túnel que conecta la línea 5 con la 4. Encontré a un policía y grito: “¡Agárrenlo, venía masturbándose!”; tres más me auxilian. El hombre que se tocaba mientras me observaba, al ver mi determinación para levantar la denuncia, señala: “Se me cae la cara de vergüenza. Discúlpame, pero yo no hice nada”. Y recurre al “confiable argumento” de enseñarme su celular: “Mira estaba hablando con mi mamá”.

Los policías me dan opciones “alternas” a la denuncia: “Podemos sacarlo de la estación y le pides lo que quieras; dinero, un teléfono o lo que tu veas. O puedes madrearlo, nosotros (los policías) te vemos mientras lo haces para que no te pase nada”.

Mientras que mi agresor me grita: “¡Sólo me quieres perjudicar!”.

Llegaron las patrullas para trasladarnos –por separado– a la Fiscalía de Delitos Sexuales. De la zona de Consulado a la colonia Juárez, el trayecto dura media hora, aunque para mí fue eterno.

En la Fiscalía me señalan que de abrir la carpeta de investigación lo pueden detener máximo 48 horas, mientras se desahogan las pruebas. Al saber el proceso y que puede estar por horas en las galeras, Oscar Daniel Serrano reacciona de manera agresiva: “Ella sí tiene derechos pero yo no”, “le voy a voltear las cosas a esa loca”. Pasa por mi mente la idea de dar marcha atrás, pero estoy convencida que la mejor manera de visibilizar el acoso es denunciando y quizás al estar encerrado unas horas entienda que lo que hace es un delito.

El procedimiento es igual al de la primera denuncia. La psicóloga me comparte un caso reciente: “que bueno que no te pasó como a una chica -igual en el Metro- se quedó dormida y el hombre le metió la mano debajo del vestido”.

Llegué a realizar mi denuncia a la una de la mañana del dos de junio, mientras yo declaraba, Daniel hacía lo propio de manera paralela en otro sitio de la Fiscalía, pero cuando ingresó a las galeras aún escuchaba sus gritos de rabia y enojo. Las horas transcurrieron y el sueño prácticamente me vencía, a las seis de la mañana la psicóloga me dijo que si quería continuar o dormir, decidí seguir. A las ocho termine todo el proceso, con la luz del día me retire de la fiscalía.

Han pasado días desde la última denuncia, la policía de investigación quedó en escribirme o llamarme para ver que procedía en el caso, a la fecha sigo esperando.

El horario donde es más frecuente el acoso sexual en el Metro es de las 7 de la mañana a las 4 de la tarde. Pese a las medidas las agresiones sexuales se siguen perpetrando.

Tras cada mirada morbosa, tocamientos a mi cuerpo o la masturbación me sigo preguntando lo mismo: ¿Por qué lo hacen? ¿Qué pasa por su cabeza en ese momento? ¿Qué acaso no merecemos respeto?

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Miniguía básica de supervivencia ante el acoso en el transporte público

De estas dos experiencias he aprendido que denunciar desgasta, pero es importante para erradicar el acoso sexual. Si les ocurre, les sugiero lo siguiente:

  1. Lo primero es guardar la calma, no permitir que la situación te paralice.
  2. Ubica puntos de seguridad o auxilio. El caso del Metro son las palancas de emergencia.
  3. Tu celular puede ser tu mejor arma. Si puedes, intenta tener evidencia del hecho, ya sea una foto del agresor o un video.
  4. No dudes en pedir apoyo de las personas cercanas. Sí, muchas son indiferentes, pero cada vez somos más las que queremos ayudar.
  5. Recuerda que es obligación de la policía brindarte atención si decides denunciar.
  6. Lo ideal es acudir a la Fiscalía de delitos sexuales y presentar al agresor, deben de tenerlos separados mientras se hace la denuncia, el proceso consiste en: narrar la hechos ante un ministerio público, si hubo algún contacto físico o lesión se certifica ante el médico legista, luego sigue una entrevista con una psicóloga y al final una charla con la policía de investigación.
  7. Tienes derecho a recibir una copia simple de tu denuncia así como un oficio para ser atendida -si lo deseas- en el centro de terapia de apoyo a víctima de delitos sexuales.

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