Menstruación digna, la discusión necesaria detrás de la prohibición de los tampones

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Hablemos acerca de la menstruación. Nos enseñaron a sentir vergüenza por menstruar. A sacar con extrema discreción (como si fuera alguna droga ilegal) la toalla sanitaria para ir al baño de la escuela, el trabajo, incluso en nuestras casas, porque es un tema privado del que sólo se habla entre mujeres. 

Sin embargo, la privacidad se dejó a un lado cuando a inicios de 2021 entró en vigor la prohibición de cero plásticos de un solo uso en la Ciudad de México

Junto a los cubiertos de las fiestas infantiles, los globos, bolsas y platos desechables, también desaparecieron los tampones, la tercera forma de protección más usada (después de las toallas íntimas y las copas menstruales) durante la menstruación, de acuerdo con la encuesta realizada por el colectivo Menstruación Digna.  

“En enero nos enteramos que se prohíba el unicel, las bolsas de plástico, etc. en la Ciudad de México, pero sobre los tampones con aplicador de plástico nos enteramos hasta febrero”, nos dijo Anahí Rodríguez, vocera del colectivo Menstruación Digna.  

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Mariana Robles, secretaria del Medio Ambiente en la CDMX, defendió esta medida diciendo que “(los tampones) no son realmente indispensables”, en una conferencia de prensa virtual

Sin embargo, esta prohibición fue rechazada por varias activistas, consultadas por Cuestione, así como por mujeres que lo manifestaron en las redes sociales. 

Una de ellas es Dafne. Ella comenzó a usar tampones cuando tenía 16 años, lo que le permitía nadar y salir libremente en los días en los que menstruaba sin miedo a mancharse. “Me hace sentir de la chingada que cuando por fin encuentro algo que me funciona para nadar y hacer ejercicio se prohíba sin alternativas claras”, nos comparte. 

Como Dafne, más usuarias en redes sociales comenzaron a quejarse sobre la escasez de tampones. 

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) les da la razón cuando señala que “en todas las circunstancias, el producto para la menstruación debe ser aceptable para quien lo utilice”.

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Pobreza menstrual y brecha de género 

“Muchas veces se invisibiliza que la falta de acceso a los productos de gestación menstrual te priva de acceder a ciertos derechos, como el tema de la educación, que es el más visible. El ausentismo en México es una realidad y ahí se empiezan a hacer las brechas de género un poco más grandes”, explica Anahí Rodríguez, vocera del colectivo Menstruación Digna. 

Al igual que Paola, en México, el 43% de las niñas y adolescentes ha faltado alguna vez a la escuela durante su periodo menstrual. La falta de asistencia a sus clases ocasionará un rezago en su aprendizaje y genera desigualdad, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF México). 

Por eso es importante contar con productos que ayuden a las mujeres a sentirse cómodas durante su periodo menstrual.

Una mujer puede pasar entre “tres a ocho años menstruando a lo largo de su vida, y en ese tiempo podría enfrentar la exclusión, el descuido o la discriminación relacionadas con la menstruación”, se lee en el sitio web de UNFPA, al hablar acerca que los derechos humanos de las niñas y mujeres se pueden ver afectados. 

La pobreza menstrual es otro problema al que se enfrentan las mujeres y niñas y puede afectar el acceso a sus derechos humanos. Es decir, “las mujeres no pueden vivir su menstruación en condiciones dignas, va más allá de no tener productos de higiene menstrual, también incluye no contar con agua potable, sanitarios, información sobre este tema, etc”, explica la activista menstrual Sally Santiago. 

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La desinformación crea tabúes

Hasta que entré a trabajar, a los 21 años, se me quitó la pena y ya no coloqué a la menstruación como tabú, pues en la oficina nos ponen toallas y tampones en el baño y nadie juzga cuando sacamos cajitas o cosmetiqueras con toallas, además comencé a investigar por mi cuenta en internet sobre este tema”, nos comparte Leslie.

El tema de la menstruación ha comenzado a hablarse más y a hacerse cada vez más normal. Poco a poco las mujeres y niñas han ido aprendiendo que es un proceso del que no deben avergonzarse, pero esto no ha pasado en todos los sectores de la población.

“La educación menstrual impartida tanto a niñas como a niños ha sido casi nula. No se conocen de manera informada las diferentes posibilidades para gestionar la menstruación, sumando el estigma social y la cultura de que la menstruación es algo íntimo, privado y no se debe hablar con nadie”, denuncia Anahí Rodríguez, vocera de Menstruación Digna.  

El el 37% de las niñas que participaron en la encuesta sobre menstruación en ámbitos escolares, realizada por UNICEF México, Copred y Menstruación Digna México, dijeron que la información que les dan en la escuela no es suficiente o adecuada. Y el 40% mencionó que esa información fue un inicio y después investigaron por su cuenta.

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¿De quién es la responsabilidad con el medio ambiente?

Las expertas coinciden en que se debe excluir a los tampones con aplicador de plástico de esta prohibición, pues afecta a un poco más de la mitad de la población de la Ciudad de México. Además, desde el año pasado el colectivo Menstruación Digna ha propuesto iniciativas para que estos productos de gestión menstrual se proporcionen gratuitamente por el gobierno y se les quite el IVA.   

Debemos “pensar en cómo podemos hacer una regulación que impida el uso de sustancias tóxicas, plásticos de un solo uso, pero que a su vez ponga a disposición de las personas productos que sean asequibles, amigables con el medio ambiente y salubres. Esto se logra de forma gradual, no de un día a otro”, nos explica Oriana López Uribe, directora Ejecutiva de Balance AC.

El gobierno debe exigir a las empresas que las campañas de transición, por ejemplo de pasar de los tampones a las copas y otras alternativas, corran por su cuenta. Hay una responsabilidad del sector privado que no se está visibilizando, con frases como ‘poner tu granito de arena’ se responsabiliza a las consumidoras y se la restan a quienes producen, distribuyen y venden estos productos, concluye López Uribe. 

Por otro lado, la copa menstrual fue la alternativa que Alessandra Rojo de la Vega, legisladora local, sugirió para mitigar el problema, además de proponer que el Estado entregue de forma gratuita los productos necesarios para la gestión menstrual. 

Aunque la copa menstrual es una opción amigable con el medio ambiente, no es el producto idóneo para todas las mujeres, pues por un lado son costosas y por el otro para muchas resultan incómodas.  

He intentado usar la copa menstrual pero aún no me animo porque tengo un dispositivo intrauterino (DIU), y debo considerar como calcular el espacio entre el DIU y la copa. En su lugar utilizo tampones y toallas”, nos comparte Brenda, de 25 años de edad. 

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Alternativas caras y poco accesibles

Por la prohíbición de los tampones, el colectivo Menstruación Digna puso una queja ante el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred). Entre sus argumentos destacan que no todas las mujeres o personas que menstrúan cuentan con la infraestructura necesaria para adquirir otros productos y eso conlleva a una discrminación a este sector de la población

“En una búsqueda rápida por internet, se puede verificar que los tampones sin aplicador o con aplicador de cartón son caros y lo son más aquellos que dicen estar fabricados con productos biodegradables, como es el caso de dos cajas con 16 tampones de algodón orgánico con aplicador de cartón cada una, que cuestan $1,652 pesos, lo que equivale a un precio de $51.6 pesos (cada uno), aunque algunos llegan a costar hasta 100 pesos”, se lee en la queja.

Mientras que los tampones con aplicador de plástico tienen un precio que va entre los 37 y 50 pesos, el precio de las copas menstruales oscila entre los 500 y 700, como pudimos constatar a través de internet. Hay que considerar que, hasta 2018, en la CDMX el 54% de la población se encontraba en situación de pobreza, según el Evalúa CDMX.

Además, en la Ciudad de México, 260,673 viviendas particulares no disponen de agua entubada, y en 7,863 casas no cuentan con drenaje, características que permiten el uso adecuado de la copa menstrual, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 

No sólo es la falta de tampones, es el derecho a la menstruación digna. El Estado debe garantizar a las mujeres y personas que menstrúan que contarán con los productos necesarios para gestionar su menstruación, así como información e infraestructura adecuada. 

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