Alejada del rigor periodístico, Proceso confunde cifras al criticar reducción de inseguridad en CDMX

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En la edición de la revista Proceso publicada el pasado 22 de mayo se afirma que la reducción en los delitos de alto impacto en la Ciudad de México, de acuerdo con las cifras compartidas por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se encuentran “alejadas de la realidad”. 

Sin embargo, si se compara la percepción de inseguridad que los habitantes de la CDMX expresaban en 2018 con lo que expresan este año, se observa una disminución significativa.

Al término del primer trimestre de 2018, en la zona norte de la Ciudad de México el 94% de la ciudadanía encuestada manifestó sentirse insegura, en la zona sur el 90.8%, en la zona oriente el 96.7% y en la poniente 86.9%, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU).

Para marzo de 2022, el porcentaje de percepción de inseguridad de los habitantes de la zona norte de la CDMX consultados por la ENSU disminuyó a 68.7%; en la zona sur a 53%; en la oriente a 75.4% y en la poniente a 65.4%.

Además, la CDMX pasó de tener una percepción de inseguridad del 92.5% de su ciudadanía en el primer trimestre de 2018 al 67.4% de enero a marzo de 2022.

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A pesar de estos números que arroja la encuesta del INEGI, el reportaje de Proceso insinúa -sin elementos- que existe falsedad en los mismos debido a la falta de confianza en las autoridades que expresaron ciudadanos entrevistados por el medio quienes aseguraron que los mismos ministeriales les desmotivaron a realizar la denuncia.

Pero la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) refleja una disminución en la cifra negra en la Ciudad de México pasando del 94% en 2018 a 92.6% en 2020, lo que significa un aumento en la denuncia ciudadana.

La cifra negra se calcula como la razón de los delitos no denunciados más los delitos denunciados sin una carpeta de investigación, más aquellos en los cuales no fue especificado si se denunció o si se inició una carpeta de investigación, entre el total de delitos por cien, explicó una fuente cercana a Cuestione.

Claudia Sheinbaum respondió a la revista Proceso a través de su cuenta de Twitter en la que resaltó que “para denostar, utilizan la misma fuente del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), pero omiten datos que demuestran los avances en materia de seguridad en la ciudad”.

Las cifras del SESNSP indican que en la CDMX hubo una reducción en los delitos de homicidio doloso entre el primer trimestre de 2018, cuando se registraron 307 y el mismo periodo de 2022, cuando ocurrieron 146.  

Lo mismo reflejan los números de otros delitos como el robo que de enero a marzo de 2018 se registraron 28,605 por el Secretariado Ejecutivo y 18,250 entre enero y marzo de 2022; y en extorsión, que en los primeros tres meses del 2018 se registraron 129 y 81 en el mismo periodo de este 2022.

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Percepción ciudadana, un arma de doble filo 

Las encuestas de percepción ciudadana como la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) que realiza el INEGI anualmente y la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) que se realiza cada tres meses, surgen como una herramienta metodológica para saber si una política pública está dando los resultados esperados para ciudadanía, nos explicó el doctor en Derecho y catedrático de la UNAM, José Antonio Álvarez de León.

Sin embargo, el experto alertó que existe un riesgo muy grande de que las encuestas de  percepción ciudadana sirvan para otros fines, ya que al ser una estrategia de sesgo sus resultados son altamente subjetivos. 

“Es decir, que puede desvirtuarse con la forma en la que preguntas, a quiénes preguntas, en qué momento y encontrar respuestas que no necesariamente sean el resultado visible de estrategia de política pública”, detalló el investigador de la UNAM.

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Este sesgo, explicó Álvarez de León, puede tener distintas motivaciones partidistas, de clase,  de simpatía o no a la autoridad. El problema, nos explicó el abogado, es que puede servir para deslegitimar la acción del Estado y los medios lo pueden utilizar para intereses particulares. 

Por otro lado, la percepción ciudadana también puede ser utilizada con “fines perversos” por la autoridad para calificar como buena una acción que en realidad no tiene resultados, nos dijo Jose Antonio Álvarez de León.

“La percepción ciudadana tiene el poder de validar acciones que no tienen resultados o por el contrario, demeritar trabajo del Estado y de las políticas públicas implementadas simplemente porque sus resultados no son visibles para la población encuestada”, detalló el especialista.

Esta es una de las razones por las que se utilizan en los procesos electorales, acotó Álvarez de León, ya que los resultados obtenidos estarán influenciados por la muestra encuestada, su situación socioeconómica, demográfica, cultural, entre otros, que van a determinar su inclinación a favor o en contra de partidos políticos o candidatos.
“Puede ser muy peligroso si el modelo de percepción ciudadana no está soportado con alguna otra herramienta metodológica que pueda validar el fenómeno y su comportamiento. Es importante siempre preguntarse ¿quién hace la percepción y cuál su interés? Esa es la clave”, concluyó el entrevistado.

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