6 razones en contra de la Guardia Nacional

Compartir:

- Advertisement -

¿Una amenaza para las libertades?

Defender los derechos humanos y las libertades de las sociedades, al mismo tiempo que se proporciona seguridad pública en calles, carreteras, plazas y parques no es un tema de mercadotecnia, no es un tema de si tener una Guardia Nacional luce bien o no. Es un tema de política de Estado. En este contexto, un tanque de guerra operado por un civil sigue siendo un tanque de guerra. Que el operador sea un civil no le quita su esencia bélica.

En la vida como en las leyes, el diablo está en los detalles, y en el caso de esta reforma a la Constitución el quid –esencia– está en los artículos transitorios. Debemos estar muy atentos a las redacciones finales ya que aunque es indispensable poner un alto a la delincuencia común y al crimen organizado, también es indispensable que hacerlo no signifique poner sobre nuestras cabezas una bayoneta.

1- Decir “no” a la Guardia Nacional –como ha sido aprobada por la Cámara de Diputados– no es estar en contra del Ejército y Marina Armada de México, es estar en contra de que los gobiernos estatales y municipales dejen –de hecho y de derecho– de asumir su responsabilidad: tener policías civiles competentes para dar seguridad a su población.

2- Criticar la propuesta de la Guardia Nacional es estar en contra de poner en peligro libertades esenciales de los ciudadanos, a través de una maniobra legaloide de alto nivel, para evitar los controles de constitucionalidad previstos en la propia Ley Fundamental.

3- Decir no a esta versión de la Guardia Nacional es decir no a falacias como: “La disciplina militar garantiza que esta corporación no sea susceptible a la corrupción” y “si bien en un inicio fueron soldados, ahora tienen un entrenamiento de ocho meses en materias de derechos humanos, lo que garantiza el respeto a las libertades civiles”.

4- No quiero que la presencia de las fuerzas armadas, como proveedores de seguridad pública, siempre explicada en atención a causas extraordinarias, se vuelva ordinaria, a través de una reforma a la Constitución, un documento que, por definición, solo debería contener las decisiones políticas fundamentales de un pueblo.

5- Me niego a aceptar que el Estado mexicano decida claudicar en su obligación de proveer seguridad pública de naturaleza civil a su población y me niego a que el precio que tenga que pagar el pueblo de México, por una falsa sensación de mayor seguridad, sea una amenaza constitucionalizada a las libertades.

6- Finalmente, oponerse a esta Guardia Nacional en la Constitución es entender que las diferencias no están en los uniformes, están en los medios para cumplir los fines. Es entender que el problema no es el calibre del armamento, sino la justificación para utilizarlo. Es entender las diferencias entre a) los límites con que debe de contar un instrumento de protección del Estado y la soberanía de su pueblo, y b) los límites con que debe de contar un instrumento de servicio y protección de las personas, sus libertades y sus bienes. Se parece, pero no es lo mismo.

No sobra repetirlo: estoy convencido de que la mayoría de los y las integrantes de nuestras fuerzas armadas son mexicanas y mexicanos de bien, dispuestos a dar la vida por su nación; sin embargo, no los quiero cuidando mi casa o las calles de mi ciudad, los quiero –y los necesito– cuidando mi país.

Twitter del autor: @luis_e_pereda

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.