Black Lives Don’t Matter y el reinicio de la campaña de Donald Trump

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Equipo de campaña de Trump planeó el evento

Luego de tres meses de impasse, la campaña por la reelección presidencial de Donald Trump reinició el día sábado con un mitin y un evento masivo en la ciudad de Tulsa en Oklahoma.

En forma de una demostración de fuerza banal, el evento desafió las advertencias alrededor de las altas probabilidades de generar un rebrote de contagios de COVID-19 con importante potencial de propagación ya que el estado de Oklahoma ha registrado un incremento importante de casos nuevos durante las últimas dos semanas y la mayoría de muertes en el estado están concentrados precisamente en la ciudad de Tulsa. 

El equipo de campaña de Trump planeó el evento para tratar de marcar un hito en el proceso y revitalizar la movilización de su base político-electoral debido a que las encuestas muestran a Biden liderando las preferencias de voto. 

Es muy pronto para saber el impacto del evento, pero en sí mismo mostró una serie de desafíos que persistirán por el resto de la campaña; comencemos con lo inoportuno de su organización inicial. 

El anuncio del reinicio de la campaña de Trump ya había causado controversia y malestar por lo desatinado de la decisión de tiempo y lugar; el evento estaba programado para llevarse a cabo el viernes 19 de junio en Tulsa ¿por qué tiempo y lugar eran desatinados, especialmente frente a la reanimación actual del movimiento Black Lives Matter

Para comenzar, 19 de junio es la fecha en que se conmemora el fin de la esclavitud en los Estados Unidos y es ejemplo de la compleja historia de sometimiento, segregación y discriminación sistemática hacia mujeres y hombres de raza negra. 

La esclavitud en los Estados Unidos fue inicialmente abolida –en los estados rebeldes durante la guerra civil– con una proclamación presidencial que estipulaba la emancipación a partir del primero de enero de 1863, pero esta proclamación sólo se hizo efectiva con el control militar del Sur. 

Ese fue el caso de la liberación de los esclavos que permanecían en esa situación, aún dos meses después de terminada la guerra, cuando el ejército federal tomó la ciudad de Galveston en el estado de Texas el 19 de junio de 1865 (la enmienda número XIII aboliría constitucionalmente la esclavitud en diciembre del mismo año).

Segundo, y para colmo, la ciudad de Tulsa está marcada por uno de los sucesos más significativos en la historia de violencia racial estadounidense. El distrito Greenwood de la ciudad de Tulsa, predominantemente habitado por afroamericanos y que vivió un importante auge en su actividad comercial y bienestar económico poco después del final de la primera Guerra Mundial, fue escenario del arresto masivo y matanza indiscriminada de entre 30 y 100 personas de raza negra, además de la destrucción de edificios (locales comerciales, iglesia y biblioteca entre otros) realizada por autoridades y ciudadanos blancos de la ciudad. 

Tras el trágico evento ni una sola persona involucrada en estos actos criminales fue arrestada, enjuiciada ni castigada. Esta fue la ciudad que el equipo de Trump escogió para reiniciar su campaña precisamente el 19 de junio en medio de la agudización del movimiento Black Lives Matter

Ante la barbaridad que esto implicaba, el equipo de campaña decidió modificar la fecha del mitin al sábado 20, reduciendo parcial y temporalmente las tensiones.

Y reitero que las tensiones fueron parcialmente aplazadas porque la campaña de Trump seguirá haciendo no sólo caso omiso a los gravísimos casos de abuso de poder policial contra afroamericanos e hispanos que ha persistido por décadas, sino siglos, en los Estados Unidos. 

Durante el evento en Tulsa, Donald Trump no hizo mención del asesinato de George Floyd que reinició la movilización Black Lives Matter en la ciudad de Minneapolis. Al contrario, se refirió con reprobación a los “rijosos” (thugs) que han protestado en las calles y que han derribado monumentos a generales de la Confederación; descalificó a la oposición como una “izquierda radical” que pone en peligro los principios de “libertad, igualdad y justicia” que, según él, encarna del Partido Demócrata. 

Por supuesto hizo hincapié en que su presidencia es una que se sustenta sobre y defiende la “ley y el orden” y que representa a una importante “mayoría silenciosa” patriota.

Frente a la posición intransigente de Trump y de su equipo de campaña no es de extrañar que la campaña Demócrata de Joe Biden esté hiper-politizando el tema racial. Resta ver si los Demócratas, a pesar de también ser responsables de la grave situación de discriminación sistemática, logran capitalizar el racismo inscrito en el discurso de Trump para mantener su delantera en las encuestas y movilizar a los electores durante la jornada electoral de noviembre.

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