Brexit: la trampa de las consultas

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Hay un florista en Londres que está preocupado. Se ha especializado en flores importadas, y su negocio ha prosperado. Pero ahora sabe que, cuándo haya Brexit, estará en problemas. El retraso de solo unas horas en la aduana – que hoy no existe entre la Unión Europea y el Reino Unido – generará que el gigantesco volumen de tráfico comercial se alente por días.

Eso, para sus flores, es letal. “Estoy preocupado por mi negocio, por mis empleados, por mi familia. Es el trabajo de muchos años”, dice, con tristeza.

¿Cómo votó este hombre en el referéndum en que se preguntó si salían o no de la UE? “Voté a favor de salir”, confiesa. “En ese momento, nunca pensé que me afectaría a mi”.

Él, como gran mayoría de los britones, votaron sin entender realmente las implicaciones del Brexit; lo hicieron como una forma de protesta, y también influenciados por campañas de desinformación que utilizaron los brexiters, y ahora tienen a su gobierno – y su economía – en una crisis sin precedentes.

La campaña “independentista” del Reino Unido no puede ser nada más que irónica: es el país que más ha invadido y colonizado a otras naciones. Nueve de cada 10 países del mundo fueron, en algún momento, atacados por Inglaterra – México incluido – ya sea por fuerzas regulares o por piratas al servicio de la Corona.

En algún momento dominaron dos quintas partes del mundo, y según algunos historiadores, cada siete días, en promedio, algún país del mundo celebra su día de independencia de los británicos.

Es por eso que cuando los paladines del Brexit hablan de independencia, se antoja un poco a chiste.

Como sea, la realidad hoy es que están en un dilema. Un dilema que comenzó cuando James Cameron ganó el puesto de Primer Ministro con una promesa: poner la salida de Europa a referendum. Cameron creyó que la gente votó por él, cuando en realidad votaron en frustración, pidiendo la consulta. Cumplió su promesa, pero ahora haciendo campaña contra salir de la UE.

Las encuestas no lo preveían para nada, pero finalmente, como sabemos, ganó el Brexit y Cameron tuvo que dimitir.

La mayor parte de la gente no votó pensando en las consecuencias que tendría sobre sus vidas, como pasó con nuestro amigo florista. Querían rechazar el sistema. Querían castigar a los políticos.

Ahora, el Reino Unido enfrenta una crisis creciente. La negociación de la actual Primer Ministra, Teresa May, ha sido rechazada dos veces por los parlamentarios; también rechazaron la llamada “salida dura”, es decir, salir de la UE sin acuerdo alguno.

El gran freno para lograr que el Parlamento acepte es la llamada “back-stop”. Esto es un problema geopolítico realmente importante: Irlanda e Irlanda del Norte están divididas. En Irlanda hubo por décadas grupos armados y terroristas que mataban gente y ponían bombas, y había un ejército que mataba gente y violaba derechos humanos.  Se logró un acuerdo de paz después de muchos años; la pacificación total vino cuando se creó la UE y la frontera que los dividía, indignaba y motivaba, desapareció.

Hoy, en Irlanda del Norte hay una preocupación enorme: vuelve la frontera; vuelve el control de identidad, las aduanas. Vuelven a un tiempo que se creía olvidado. Y según testimonios en la prensa, hay miedo de que la violencia regrese. Naturalmente, nadie pensó en esto cuando votaron por el Brexit.

La verdad es siempre compleja. Creo firmemente en que deben existir consultas ciudadanas, pero también que deben hacerse dentro de la ley – como fue con el referéndum -; estoy convencido que hay muchos temas que deben ser dialogados y votados por la sociedad.  

Pero hay cosas que no se “votan”.  No se puede hacer una consulta sobre los derechos de la gente, por ejemplo. Votar el derecho a matrimonios del mismo sexo o el aborto, en consulta pública, va contra el principio de la universalidad de los derechos humanos. Para que sea claro: si existiera la esclavitud aún en Estados Unidos, sería indignante que fuera sometida a consulta su permanencia.

Pero lo mismo pasa con los temas de alta complejidad. Temas como el Brexit son tan densos, que ni los expertos logran encontrar una buena salida al tema. Como demostró nuestro florista, terminó votando contra sí mismo, solo porque estaba enojado.

El 29 de marzo el Reino Unido deberá abandonar la UE. Lo más probable es que vaya a suplicar por una extensión del plazo a los eurodiputados. Y puede pasar cualquier cosa.

Ojalá un día, como sociedad, podamos votar de forma informada y educada los temas más complejos del gobierno.  Pero ese día no ha llegado a Inglaterra…

… ni a México.

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