Cerveza tibia y economía conductual

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Hace unos días, Lourdes Paz, diputada por Morena en el Congreso de la Ciudad de México, presentó una iniciativa que busca disminuir el consumo de cerveza mediante una medida muy simple: obligar a los establecimientos de abarrotes y comestibles a venderla a temperatura ambiente.

Entre las reacciones no fueron pocas las burlas y las descalificaciones. Muchas estaban en las líneas de lo escrito por el expresidente Vicente Fox en su cuenta de Twitter. Afirmó que la propuesta es “idiota”, preguntó si la cuarta transformación “nos impondrá conductas, comportamientos, consumos”, y remató “Privación total de nuestras libertades”. Sí, eso dijo: total.

Lejos de ser “idiota”, la iniciativa tiene algunas de las propiedades del diseño de políticas públicas popularizado por el nobel de economía Richard Thaler y el jurista Cass Sunstein con la etiqueta de Nudge. Se trata de políticas que tienen como fundamento algunas fuerzas psicológicas que condicionan el comportamiento humano.

Una de estas fuerzas es el llamado “sesgo del statu quo”: enfrentada a una alternativa, la gente tiende a mantenerse en el estado de cosas prevaleciente. El enfoque nudge busca aprovechar este conocimiento en el diseño de políticas públicas. Si la gente tiende a escoger el statu quo, entonces se tendría que diseñar el statu quo en forma tal que sea el resultado más deseable.

Un ejemplo clásico de políticas con este enfoque es el consentimiento presunto en la donación de órganos. La regla más común al respecto es el consentimiento explícito, que requiere de una persona que tome alguna acción para indicar que desea donar sus órganos. Entonces, el statu quo o la opción por defecto es no donar. Bajo el consentimiento presunto, las personas deben indicar explícitamente que rechazan ser donadoras. La opción por defecto es la donación. (La regla de consentimiento presunto fue aprobada por el Senado en 2017, pero no ha sido ratificada por la Cámara de Diputados.)

Nótese que bajo consentimiento presunto, los individuos tienen la misma capacidad de decisión que bajo el consentimiento explícito. Esta es la segunda característica del enfoque nudge: el poder público dispone las cosas para que la alternativa que más probablemente será la elegida sea a la vez la más deseable; pero esta alternativa no es impuesta. Los individuos siempre retienen la libertad de elegir otra cosa. No es un enfoque de prohibiciones.

Contra lo que afirma el expresidente, la iniciativa de la diputada Paz no limita nuestras libertades. No prohíbe la venta ni el consumo de cerveza. Si Fox, después de una jornada agotadora escribiendo tuits contra “López” concluye que se merece una cerveza, tendrá aún la libertad de comprarla. Si desea tomársela bien fría, la iniciativa no se lo impide, sólo se lo dificulta.

Al sacar las cervezas del refrigerador, la iniciativa pone un freno al consumo impulsivo. Dado que la cerveza tibia es repugnante, la ley hace menos probable que Fox beba en la vía pública o mientras maneja a su casa. Tal vez, mientras se enfría su cerveza se ponga a tuitear y se le olvide que la tenía ahí. Más probablemente, al pensar que entre la compra y el consumo habrá un tiempo considerable, concluirá que es mejor quedarse como está, sin cerveza.

La iniciativa de la diputada Paz puede lograr mucho con una intervención mínima. Representa, así, un diseño excepcionalmente consciente de la relación entre medios y fines, que debe ser aplaudido y copiado, en vez de atacado.

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