#Conlosniñosno

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¿Cómo se construye una realidad? ¿Cómo hacemos que lo que importe no sean los hechos, sino las cosas que nosotros queremos?

Pues para quien tenga dudas, o necesite un curso, hay dos recursos gratuitos y disponibles a todo público: uno, los tuits de Donald Trump en la madrugada. Rutinariamente, el presidente de los Estados Unidos manda mensajes acusando a alguien o alguna institución de algo, les adjetiva y, en ocasiones, sale días después a desmentirse a sí mismo: “fui sacado de contexto”.

Dos, las conferencias mañaneras de Andrés Manuel López Obrador.  En ellas, cada mañana recibimos una ola de información, que combina logros efectivos, planes concretos y vagos, acusaciones diversas contra adversarios políticos -en general sin mayor sustento-, cifras inconfirmables y denuncias de corrupción contra instituciones diversas. Todo esto aderezado con algunas clases de moral, del tipo “la felicidad verdadera no es el dinero”.

Estos mecanismos de construir realidades no son exclusivas de estos mandatarios, pero sí son las más cercanas que tenemos, además de que son ejemplos bastante claros de que cosas como “los hechos” y “las evidencias” son elementos estorbosos, menores; algo que debe ser ignorado si no sirve “al proyecto”.

El último embate importante fue contra las estancias infantiles, a las cuales se les recortará el 50% de su presupuesto, ya que, a decir el presidente, hay muchas irregularidades y corrupción. El Programa de Estancia Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras es, se nos informó, una estructura “neoliberal”, construida para “privatizar la educación” de forma secreta y siniestra, y una forma más de robarle al pueblo.

En su lugar, el gobierno propone una versión de la “libertad de la enseñanza”, en la que se les entreguen 1,600 pesos bimensuales a las familias y que ellas decidan cómo se lo gastan, incluyendo la ocurrencia de que se lo den a “las abuelitas” para que ellas cuiden a los pequeños.

El presidente reafirmó su posición ante las protestas de familias -en particular madres- que se han beneficiado del programa, así como ante los llamados de legisladoras, algunas de Morena, que han pedido se reconsidere.  “No habrá marcha atrás”, aseguró. Debemos creerle: rectificar no es su fuerte.

Pero, ¿cuál es la verdad detrás de estas infames estancias escolares? El Coneval hizo un análisis y concluyó que el 94% de las personas que las usan están satisfechas con lo que les ofrecen. Más de 327 mil niños y niñas son cuidados y atendidos en estos centros, permitiendo que sus madres puedan tener trabajo.

Estas mujeres pueden participar en el mercado laboral, beneficiándose no solo económicamente, sino mejorando su salud mental y física, según explica el estudio. Y agrego algo más: mejora la equidad de género de nuestra sociedad que las mujeres puedan librarse de ser siempre “las cuidadoras”, puedan buscar construir sus propias vidas y no tengan que vivir en la anticuada idea de que cuidarán a sus hijos toda su juventud y a sus nietos toda su vejez.

El modelo “neoliberal” que acusa AMLO en realidad es un sistema, usado en muchos países del mundo, para ampliar servicios: dado que el gobierno no tiene capacidad de construir y administrar suficientes estancias infantiles, da un subsidio a privados -muchos de ellos pequeñas organizaciones sociales- para ofrecer un servicio muy barato.  Los principales beneficiados vienen de los estratos económicos más desfavorecidos.

Más que eso -y más de lo que muchas abuelas pueden ofrecer-, el 96.5% de los beneficiados dicen que las estancias tienen un impacto positivo en los menores: desarrollo del lenguaje, sociabilización, desarrollo motriz, entre otros. Esto, porque como la UNESCO viene diciendo desde hace años, la educación temprana (0 a 3 años) tiene un efecto positivo en el desarrollo, que tiende a impactar favorablemente a los menores por el resto de su vida.

Para agregarle al tema, las fiscalizaciones han demostrado que los desvíos o malos usos de recursos no alcanzan ni el 2% de lo asignado. Así que, si hay corrupción, es posible atajarla y no aniquiliar un proyecto que en 10 años ha beneficiado a casi dos millones de padres y madres, y ayudado a 2 millones 174 mil menores.

Darle el dinero directamente a la gente es, además, ineficiente: por gestión y economía de escala, se aprovecha mejor el recurso si va junto a un solo centro de gasto que si se dispersa.  ¿Cuántas familias no preferirán (o no les quedará de otra que) usar ese dinero para otros fines que la educación?

Todo de acuerdo con combatir la corrupción, con mejorar el gasto, con la austeridad. Pero no a costa de las mujeres y sus hijos e hijas.  ¿Dónde está el prometido cambio para las mujeres? ¿No es eso parte de la agenda de izquierda, históricamente?

Y recuerdo cuando alguien se burló del hijo del entonces presidente electo, y vino la apasionada campaña #conlosniñosno. Ahí sí, cerrada defensa de los derechos de la infancia, siempre y cuando tus padres tengan poder. Porque todos estos menores, y sus madres, verán que un servicio público, que es responsabilidad el estado, se desvanecerá.

Esa es la realidad que se está construyendo.

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