¿Corporativismo o libertad sindical?

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Ha nacido la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), encabezada por el senador Napoleón Gómez Urrutia. ¿Qué significado puede tener para los trabajadores mexicanos el surgimiento de esta organización sindical?

La CIT surge en un contexto marcado por el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República y su proyecto de Cuarta Transformación (4T), en la que se destaca  una clara tendencia a concentrar y acumular cada vez más poder político en la persona del Presidente. A AMLO no le gustan los organismos autónomos ni las organizaciones de la sociedad civil, a quienes ha dirigido acres críticas. Tal parece que, para el presidente, toda instancia que detente poder político, sea del signo ideológico que sea, es un objetivo a debilitar para expropiar ese poder en favor de la 4T.

De esta manera, no es sorprendente el surgimiento de la CIT en este inicio de sexenio, pues podría constituirse en el brazo sindical morenista, lo que mueve a escepticismo en cuanto a que éste sea el camino para avanzar hacia la libertad, la democracia, la autonomía y la independencia de las organizaciones de los trabajadores. Es cierto que tanto López Obrador como Gómez Urrutia han hecho sendas declaraciones para negar que la CIT vaya a ser una expresión del corporativismo sindical morenista, sin embargo, la duda persiste. AMLO hizo posible el regreso del dirigente minero, quien radicó doce años en Canadá, para ocupar una curul en el Senado de la República. Sería ingenuo pensar que el proyecto de la CIT fue  concebido al margen de los planes políticos del ahora presidente de la República.

Aun así, considero que no debe descartarse la posibilidad de que esta nueva organización sindical pueda, en alguna medida, contribuir a potenciar las luchas de los trabajadores mexicanos. Y vaya que es necesario, pues estos han sido la carne de cañón del modelo neoliberal. Los bajos salarios, la pérdida de derechos laborales y la precarización de las condiciones de trabajo han sido la carta que los gobernantes de los últimos sexenios ofrecieron a los inversionistas nacionales y extranjeros en el marco del Tratado de Libre Comercio. Es realmente vergonzoso este proceder de la política económica y laboral mexicana, y debe terminar. Pero para ello se requiere que los trabajadores y sus organizaciones decidan de manera democrática y gocen de libertad, democracia, autonomía e independencia sindicales.

Si los trabajadores mexicanos logran estas condiciones de organización y lucha sindical podrá despertar el gigante y constituirse en un actor económico, social y político relevante, que hasta ahora ha estado sometido y maniatado por los lazos de control corporativo de líderes venales, corruptos y represores. No obstante, si la CIT resultara ser sólo una nueva  versión del corporativismo y el clientelismo sindicales, es decir, un mecanismo de control estatal sobre los trabajadores para avanzar hacia la constitución de un nuevo partido hegemónico y la acumulación excesiva de poder en el presidente de la República, entonces la 4T se mostraría desnuda, como un proyecto demagógico, manipulador y antidemocrático.

Veremos.   

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