Derrocar a Maduro no es derrocar a Maduro

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La confusión en torno a la situación de Venezuela existe porque, como en pocas ocasiones, se está viviendo una crisis de implicaciones mundiales. No es un tema nacional ni continental. Es un asunto mundial, considerando la intervención, además de estadounidenses y cubanos, a rusos,  turcos, chinos e iraníes.

Esto, aparte del involucramiento de todos los países América Latina y el Caribe. Además de múltiples facciones de la guerrilla activa de la zona, incluyendo intereses potentes del narcotráfico y algunos grupos yihadistas de Medio Oriente.

Con tantos países, intereses y factores involucrados, no se está discutiendo un simple “cambio de régimen”, sino muchos niveles de confrontación de varios escenarios en el mundo. Tanto Chávez como Maduro decidieron involucrar, en la ecuación venezolana, a factores mundiales del este (Rusia, China, Turquía, Irán, yihadistas) y del oeste (Estados Unidos, Cuba, narcotráfico, guerrilleros, petróleo).

Por tanto, suponer que con la presión social sobre un régimen cuya aceptación y popularidad ronda el 20% de la población, éste caería, como sucedería en un país normal, no va a suceder en el caso venezolano. Esto explica la frustración de mucha gente de ese país y otros al constatar que, a pesar de la presión y protesta social, el régimen se mantiene.

Maduro ya no es Maduro: es rehén de las fuerzas que lo sostienen. Es el representante designado, lo cual explica porque no se deshacen de él para poner otro. Pompeo dijo que los rusos le prohibieron salir del país. De ser cierto, es porque ellos -los rusos- tienen muchas inversiones que perder, al igual que los chinos. De ahí los mercenarios rusos en Venezuela: están para proteger sus intereses, no a Maduro.      

Igualmente los cubanos. Bolton dijo que son unos 23 mil soldados cubanos en Venezuela, aunque Cuba lo niega. Pero los que están, muchos o pocos, están para resguardar al gobierno que le provee a la isla de petróleo barato. Venezuela es un tema de seguridad nacional para Cuba, no estrictamente ideológico.

La guerrilla colombiana del ELN responde más a La Habana que al pueblo colombiano. Hoy opera como otro brazo armado del amplio espectro de grupos armados en Venezuela, protegiendo al régimen -y los intereses cubanos- al igual que los “colectivos” armados de motociclistas, también una creación cubana.

El narcotráfico penetró muchos círculos del liderazgo venezolano y alimenta a grupos yihadistas de Medio Oriente, quienes también se dedican al negocio, teniéndolo como fuente de financiamiento de sus actividades guerreras en distintas partes del mundo. Y el narcotráfico es, en sí, un gran negocio, especialmente porque el Estado venezolano lo cobija.

Ésta es la dimensión del problema global de Venezuela.

Derrocar a Maduro, no es derrocar a Maduro. Es derrocar a un sistema atrincherado en el complejo entretejido de intereses que se extienden por toda la economía global y los conflictos político-étnicos de distintas regiones que nada tienen que ver con América Latina.

Al elevar la apuesta a nivel global, se elevó la dificultad y el costo del cambio de régimen. De ahí que nadie debiera llamarse a sorpresa si lo que vive ese país próximamente es un incremento en los niveles de violencia y, por desgracia, del sacrificio de los venezolanos. Sobre las cabezas de los venezolanos caerán bombas de todo el mundo.

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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