Designando consejeros: lo bueno y lo malo

Compartir:

- Advertisement -

La máxima autoridad administrativa electoral nacional, el INE, experimentará la renovación parcial de su órgano colegiado de dirección, el Consejo General. De diez consejeros electorales nacionales, cuatro cumplirán con su término constitucional y serán reemplazados por otros tantos, dos mujeres y dos hombres, el 4 de abril próximo.

El proceso de sustitución dio inicio con un acuerdo político que en este caso se obtuvo por consenso en la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) de la Cámara de Diputados y entre cuyos principios figura conducir la designación bajo los principios de máxima publicidad y transparencia.

La designación se divide en dos grandes fases: la primera técnica y la segunda política, pues los consejeros electorales deben arbitrar con capacidades técnicas y profesionales, la ríspida contienda por el poder.

Para cumplir con la primera fase, conforme a las reformas electorales de 2014, se constituye un Comité técnico de evaluación (CTE), en tanto que la segunda la tramitan los diputados a partir de los aspirantes que fueron filtrados por el Comité.

El CTE se compone de siete mexicanos propuestos, tres por la JUCOPO, dos por la CNDH y dos más por el INAI y su primera tarea fue elaborar una secuencia y una metodología de evaluación que para este proceso consta de cinco pasos:

1) auto postulación de aspirantes, 2) dictamen de elegibilidad, 3) examen estandarizado, 4) evaluación curricular y de un par de escritos, 5) entrevistas cara a cara entre aspirantes que han llegado a esta etapa y miembros del CTE y 6) integración de cuatro quintetas, dos con hombres y dos con mujeres, para la selección final de los diputados (aquí puede consultarse).

De esta secuencia, para el 17 de marzo se habían cumplido la auto postulación de casi 400 aspirantes, la certificación de la elegibilidad de los concursantes y el examen de conocimientos estandarizado que se aplicó a todos los elegibles el 11 de marzo y cuyos resultados se dieron a conocer al día siguiente.

El 18 de marzo se harán públicos los treinta hombres y 30 mujeres que pasarán a la fase de entrevista, mismas que se harán el 19, 20 y 21 de este mes. Al finalizar, el CTE decidirá quiénes son los 10 mejores perfiles entre las mujeres, y quienes los 10 mejores entre los varones, pasando a integrar cuatro quintetas por sorteo.

La unanimidad entre partidos con que se logró la convocatoria para las designaciones, la metodología del CTE para evaluar aspirantes y la suscripción de principios elementales de paridad de género, máxima publicidad y transparencia, auguraban un proceso de calidad al menos semejante a las mejores prácticas del pasado.

Sin embargo, lagunas en la metodología y la interpretación con que el CTE las resolvió, han oscurecido el proceso, aunque el propio CTE está a tiempo de corregir. ¿Qué debe ajustarse con urgencia en la fase técnica de la selección de aspirantes a consejeros electorales nacionales? Al menos, cinco aspectos; va aquí mi propuesta:

Primero, el curriculum vitae, la carta de motivos y el ensayo de los aspirantes, deben alojarse en el micrositio del proceso de selección (aquí), ser de acceso público y en esa medida, susceptibles de consultarse por cualquier interesado. En selecciones pasadas, esta práctica se llevó a cabo.

Segundo, las calificaciones de todos los aspirantes deben ser públicas. El derecho a la privacidad de los datos personales de los aspirantes y los principios de máxima publicidad y transparencia del proceso son compatibles si se genera un folio que sólo cada uno de los aspirantes conozca, pero publicando, etapa por etapa, qué calificación obtiene ese número de folio, con lo que podremos saber el desempeño de cada candidato y si, en efecto, los seleccionados al final, son los mejor evaluados desde el principio.

Hacer o no esta corrección significará la diferencia entre un proceso efectivamente transparente porque tuvo máxima publicidad y uno que sólo lo fue declarativamente.

Tercero, de la etapa de evaluación curricular, ensayo y motivación, debe conocerse quiénes evaluaron a cada candidato y conforme a la previsión de la metodología, quien resultó el tercer evaluador en caso de acudirse a él.

Cuarto, debe fijarse y publicitarse el criterio de evaluación de las entrevistas, desde lo que se tomará en cuenta hasta la forma de la nota final y cómo se obtendrá la nota, si cada entrevistador califica y luego se promedia o se genera una nota por consenso y un criterio para obtenerla cuando no lo haya.

En quinto lugar, que la identificación de los 20 mejores se haga por su desempeño en las tres etapas de evaluación y no sólo en la última. Dicho de otro modo: los seleccionados no deben ser los diez varones y las diez mujeres que obtienen las más altas notas en la entrevista, sino los que han exhibido mejor desempeño en las tres fases de evaluación, lo que se obtiene con un promedio simple o ponderado, según acuerden los integrantes del Comité.

Y en sexto y último lugar, debe evitarse que en la integración de quintetas el azar haga una mala jugada, por lo que la asignación no debe ser aleatoria simple por género, sino realizarse en etapas: las dos mujeres mejor calificadas, deben asignarse aleatoriamente a una u otra quinteta de mujeres, luego las otras dos que les siguen en calificación y así sucesivamente hasta el quinto par de aspirantes. Y la misma secuencia debe seguirse con los varones.

Corregir hará de este proceso lo que la expectativa de cambio y fortalecimiento democrático necesitan, pues de lo contrario, sin expedientes publicados en el micrositio de la Cámara de diputados, sin notas públicas de los exámenes, sin nombre de evaluadores de la fase curricular ni criterios de calificación de entrevistas y sin identificar a los 20 mejores de todo el proceso y no sólo de una de sus fases, que al final haya un sorteo para integrar quintetas, por etapas o no, será lo de menos.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.