¿Economía mata política?

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Las amenazas a la estabilidad económica hacen difícil definir hacia dónde va el país, en medio del alto reconocimiento al presidente.

Al cambio de gobierno se ha incrementado la violencia e inseguridad en todo el país. No es por el cambio per se, sino porque trastocó equilibrios de enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y delincuencia. El nuevo gobierno ha preferido dedicarse a hacer cambios internos administrativos en las fuerzas de seguridad, en vez de enfrentar directamente al crimen organizado. Hizo lo mismo Peña, y su sexenio terminó en un baño de sangre.

El incremento en la violencia afecta mayormente a gobiernos municipales, a pequeños negocios, al transporte público y a familias en particular. El secuestro, el pago por derecho de piso y el robo directo son hechos constantes en la vida de millones de mexicanos. La inseguridad crea incertidumbre y provoca reducción en la actividad económica.

A nivel país la situación no mejora. Las calificadoras internacionales-S&P, Moodys y Fitch-califican negativamente las políticas económicas del gobierno. Mientras el gobierno quiere que México regrese a la economía proteccionista del capitalismo monopolista de Estado, la economía real avanza por la senda de la integración mundial, concatenando economías de escala internacionalmente y anclada en normas globales sobre conductas, políticas y tasas de interés cuya ortodoxia no admite desviaciones.

De ahí que las dos empresas centrales del Estado mexicano -PEMEX y CFE- estén bajo revisión con calificaciones desfavorables que le costarán al erario y a los ciudadanos mucho dinero, y también a muchas empresas privadas por las bajas perspectivas de crecimiento.

La cancelación del aeropuerto de Texcoco, sin tener una alternativa real y pagando elevados costos económicos y de credibilidad, ha mermado significativamente los planes de inversión productiva en México, tanto de nacionales como extranjeros, aunque los inversores públicamente digan lo contrario.

La economía de cualquier país es tan fuerte o frágil como una orquídea. Puede aguantar mucho en un ambiente propicio o quebrarse en un instante cuando el clima se vuelve en contra.   

Ante esto, el reto central es que las autoridades se adhieran a reglas económicas acordadas, buenas o regulares. La corrupción no es el problema principal. Pero cuando no hay respeto por las reglas establecidas -las internacionales incluidas- entonces la economía entra en una etapa crítica, con signos recesivos. Esos signos advierten ralentización de la economía mundial, lo que incrementa la incertidumbre sobre la económica nacional.

SHCP reportó una baja en la recaudación fiscal iniciando el nuevo sexenio. Esa baja refleja dudas sobre el futuro económico de México. El alto reconocimiento al presidente contrasta con este pesimismo económico. El pesimismo se refleja en las evaluaciones negativas sobre las perspectivas para futuras inversiones, la poca certidumbre sobre políticas públicas y una tendencia a la contracción económica.

El presidente puede justificarse ante la evaluación de las calificadoras, pero no quiere decir que estén equivocadas. Es palabra presidencial contra datos de calificadoras.

De crecer ésta contradicción entre economía y política, el país podrá entrar en una confrontación de consecuencias imprevisibles, donde el pesimismo se impondrá al optimismo.  

@rpascoep

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