El emperador no lleva traje

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¿Quién se lo dirá?

La inequitativa distribución de la riqueza era, y es, inaceptable. Muchos pobres, muy pocos ricos. Muchos que no tienen nada de nada, muy pocos que tienen mucho de todo. Y en medio una clase media que se derrumba con facilidad. Eso es insostenible. Ningún país puede aspirar a triunfar, mientras más de la mitad de su población tenga entre sus carencias más inmediatas salud, alimentación, vestido, casa y seguridad. 

Fue entonces que vino un discurso seductor. Un discurso prometiendo todo. Bondad para la mayoría, castigo para los malos. El enemigo tuvo nombre y rostro: neoliberalismo y la mafia en el poder. Los opositores tuvieron etiqueta: fifísLos arrepentidos tuvieron hueso. No importó si fueron expresidentes del PAN o exsecretarios de Gobernación y exgobernadores por el PRI, se recibía a todas y todos, había abrazos y no balazos. 

Gobernar en democracia comienza por convencer, y nada convence más que un buen discurso. Ese fue impecable. Perfecto. Conectó pronto, mucho y profundo. Después vino el momento de pasar de las palabras a los símbolos. Esos también salieron muy bien, mientras duraron. El Jetta como corcel; Los Pinos, espacio público; el avión, desterrado; el aeropuerto, cancelado; las conferencias de prensa mañaneras; las frases juaristas, etc. Quita eso, ¿y qué queda? ¿Cuál es el contenido del cascarón? 

Hubo que pasar de las palabras y los símbolos a las acciones y los hechos. Ahí fue cuando la terca realidad respingó. Tomar decisiones que implican múltiples costos y beneficios tiene su chiste, pero implementarlas… eso ya son palabras mayores. Hace 20 años también le pasó al otro “gran” cambio: Fox. Fracasos como “de la calle a la vida” generaron gastos, muchos, pero no pudieron ser implementados por ignorancia, improvisación y descoordinación. 

Hablando de política pública, para que algo salga bien debe de planearse con detalle. ¿Quién lo va a hacer? ¿Cuándo? ¿Con qué recursos? ¿Cuáles son las amenazas? ¿Cuáles son los fundamentos legales? ¿Quiénes pierden? En resumen: ¿qué se requiere, qué se tiene y quién lo va a hacer? Si no se tienen respuestas detalladas a estas preguntas, esa decisión tomada en un escritorio o un templete va a salir mal y para muestra basta el Instituto Nacional para el Bienestar (Insabi). Gobernar quizá no requiera de un doctorado, pero sí exige técnica y conocimiento. El sentido común no basta. 

Gobernar tiene, por lo menos, una cosa en común con la lujuria: ambos terminan desnudando. No importa cuántas veces el gobernante se llame a sí mismo un demócrata, sus manotazos sobre la mesa para imponer sus decisiones lo muestran autoritario. No importa cuantas veces prometió regresar al Ejército a sus cuarteles, sus decisiones lo muestran pragmático. No importa cuantas veces se autocalifique de tolerante, su desprecio por otras opiniones lo muestran intolerante. No importa cuantas veces se llame a sí mismo respetuoso de la legalidad, sus decretos lo desnudan. 

Libertad de expresión, abasto de medicamentos, política energética, “Ley Bonilla”, Bartlett, Insabi, nuevo aeropuerto, metrobús Durango, política internacional, política migratoria, relación con Estados Unidos, planta cervecera en Mexicali, Comisión Federal de Electricidad, Guardia Nacional, avión presidencial, Tren Maya y violencia contra las mujeres son algunos temas que han permitido conocer la verdadera vena del gobernante y su gabinete. Ya no hay secretos. Los pliegues del traje nuevo del emperador ya no dejan nada a la imaginación. La verdadera pregunta ya no es: ¿cómo es como gobernante?, sino ¿dónde están dibujados sus límites? Que es lo mismo que preguntar: ¿qué sigue? ¿Las AFORES? ¿Un “corralito” a los ahorros? ¿Impuestos a las herencias? ¿El INEGI fiscalizando los hogares? 

El sábado pasado el titular del Ejecutivo presentó en redes sociales un ensayo de 30 páginas titulado La nueva política económica en los tiempos del coronavirus. Antes de terminar su primer párrafo, este documento nos recuerda, de nuevo, que el enemigo y causante de todos los males es el neoliberalismo. Aquí tengo que confesar que sigo sin entender cuáles son los límites del neoliberalismo, porque en la página 10 del documento se centran con entusiasmo las expectativas de crecimiento en el T-MEC, el cual entiendo como claro ejemplo del neoliberalismo al que se combate. Por cierto, según el citado documento “este acuerdo se firmó hace 28 años”. 

Este mismo documento afirma que, “una vez iniciado el 1 de julio el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), se crearán más oportunidades de negocios para empresarios y comerciantes, así como puestos de trabajo mejor pagados en beneficio de técnicos y profesionales con altos niveles académicos”, pero seguramente esas oportunidades de negocios han de ser libres de neoliberalismo. Ante este escenario, ¿cómo debe de interpretarse la carta enviada por la embajada de Canadá quejándose de la falta de certeza a los inversionistas de ese país? 

Gracias al tercer párrafo del documento nos enteramos que la ¿nueva? política económica está formulada a partir de los principios de democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar. Y ya. No hay detalles inéditos no hay plazos. Los cómo, con qué y cuándo tampoco están aquí. Las 10 subsecretarías que iban a desaparecer tampoco están listadas aquí. Los trazos finos ausentes describen al dibujante. Gobernar también necesita que se atiendan los detalles. 

El viernes en la tarde se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Acuerdo por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional. La publicación de este acuerdo violó la normativa en materia de mejora regulatoria, generó cartas de inconformidad de Canadá y la Unión Europea y llevó a la renuncia del titular de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer)

También la semana pasada esta administración mostró que está dispuesta a quitar y poner contenido en el DOF con la facilidad con la que se prenden y apagan las luces de una marquesina, aunque eso viole la Ley del Diario Oficial de la Federación y Gacetas Gubernamentales. Gobernar también implica conocer y acatar la ley. 

En el video que acompañó la presentación de La nueva política económica en los tiempos del coronavirus, el titular del Ejecutivo puso énfasis en afirmar que su política no se trataba de ocurrencias. Le creo. No son ocurrencias, pero tampoco es gobernar. 

Navegar un barco requiere que el capitán conozca el rumbo, los vientos, las corrientes, los arrecifes y el lecho. Los líderes no pasan a la historia por las fotos que se toman cuando el navío está atracado un puerto seguro mientras el mar está en calma. Los líderes pasan a la historia por la manera en que hacen frente a las tempestades. Aquí hay una. 

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