El liderazgo humano de Jacinda Ardern

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Por: Daniel Lozano Maurer

Cincuenta creyentes musulmanes fueron asesinados y más de cincuenta heridos el pasado 14 de marzo en dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda, tras un tiroteo alimentado por el fanatismo anti-musulmán.  Esto inició un intenso debate sobre cómo internet y las redes sociales abren y dan plataformas a grupos de odio.

Al mismo tiempo, la respuesta de Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, ante esta tragedia, ha ejemplificado lo que un liderazgo empático, fuerte y coherente representa. Ardern categorizó firme e inequívocamente la naturaleza del tiroteo como un atentado terrorista. No obstante, en todo momento evitó utilizar la guerra y venganza como respuesta al ataque.

Previamente, George W. Bush había marcado el tono con el que se reacciona a atentados terroristas, a partir del ataque del 11 de septiembre del 2001. El expresidente estadounidense creó una retórica de guerra contra el terrorismo que ha sido utilizada constantemente por líderes políticos de diferentes países.

Los elementos claves de la retórica Bush son: interpretar a los actos terroristas como una declaración de guerra en contra de todo un país, llamar a los atacantes cobardesprometer venganza contra los responsables y centrar la atención en los terroristas.

Desde su primer conferencia de prensa tras el tiroteo, la atención y mensajes de Ardern se distanció completamente de estas formas, concentrándose en las víctimas.

“Muchos de los directamente afectados por el tiroteo son de la comunidad inmigrante de Nueva Zelanda; incluso pueden ser refugiados. Han elegido hacer de Nueva Zelanda su hogar, y es su hogar. Ellos son nosotros. Por ahora, mis pensamientos, y estoy segura de que todos en Nueva Zelanda, están con quienes ha sido afectados y con sus familias”.  

Otro aspecto notable que singulariza la actuación de Jacinda es lo humana y empática que se ha mostrado con los afectados y la comunidad musulmana. El día después del atentado, Ardern se comprometió a que el gobierno de Nueva Zelanda cubrirá los costos funerarios de cada víctima y, además, ofreció asistencia financiera a los familiares.

El sábado 16 de marzo, dos días después de los eventos, la primera ministra viajó a Christchurch y se reunió con los afectados por el tiroteo. Iba vestida de negro y llevaba un hijab como símbolo de respeto hacia la comunidad musulmana.

Mientras abrazaba a algunas de las familias en duelo, les repitió en varias ocasiones que los neozelandeses estaban “unidos en su dolor”. En el primer discurso al parlamento tras la tragedia, Ardern rindió homenaje a los musulmanes de Nueva Zelanda y nuevamente su mensaje se centró en las víctimas.

“Uno de los roles que nunca anticipé tener, y esperaba no tener nunca, es expresar el dolor de una nación. En este rol, quiero hablar directamente a las familias afectadas. Nosotros no podemos conocer su dolor, pero podemos caminar con ustedes en cada etapa. Los rodearemos de aroha, manakitanga y todo lo que nos hace a nosotros, nosotros. Nuestros corazones están en duelo, pero nuestro espíritu es fuerte”.   

En ese mismo discurso declaró que nunca la van a escuchar hablando del nombre del terrorista, que no le va a dar la notoriedad que buscaba al cometer esa atrocidad. Dijo que en Nueva Zelanda no le dará nada, ni siquiera su nombre. Imploró a los neozelandeses que mencionen los nombres de aquellos que perdieron la vida en lugar de quien las tomó.

El jueves 21 de marzo, anunció una prohibición de todas las armas semiautomáticas y automáticas de estilo militar. También, se incluye la prohibición de partes que se utilizan para transformar rifles en armas de estilo militar.

De igual forma, presentó un esquema de re-compra de armas. Este esquema busca que las personas que legalmente poseían el armamento prohibido lo entreguen al gobierno y reciban una especie de compensación. Un punto importante es que esta prohibición la hizo bajo un consenso nacional, en donde buscó el apoyo de todas las distintas facciones del parlamento neozelandés.

Jacinda Ardern está mostrando al mundo lo que el verdadero liderazgo significa: integridad, coherencia y humanidad. Ella cambió el paradigma de cómo los políticos reaccionan ante una tragedia sin sentido, y dejó atrás la retórica de guerra y venganza contra el terrorismo.

Con su respuesta al atentado, Ardern ha demostrado que la humanidad y el liderazgo van de la mano.

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