Jugando a ignorar la Constitución

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Tres hechos recientes hacen ver que el gobierno de la autodenominada “Cuarta Transformación” juega con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aparentemente para probar hasta dónde puede llegar la tolerancia de la sociedad a su modificación parcial o total.

A veces se juega a ratificarla, pero para probar el nivel de aceptación social a sus normas. Otras veces se viola conscientemente para medir el nivel de reacción de la opinión pública. Y otras veces es para simplemente hacer caso omiso de lo que dice porque el poder público cree que no le conviene o que le estorba.

El hecho de que el presidente de la República firmara, ante un notario público, el compromiso de no buscar la reelección, resulta ser un juego inaceptable por doble partida. Por un lado, nadie, ni el  presidente, pueden violar preceptos constitucionales.

La no-reelección es uno de ellos. Quizá sea el fundamental. Al firmar ese compromiso, deja entrever que considera, o ha considerado, o pudiera considerar en el futuro, la noción de su reelección.

Por otro lado, la firma del compromiso es la relativización del pacto social y federal contenido en la Carta Magna. Significa decir que ese acuerdo fundante de la nación es cuestionable y de dudosa utilidad como regla, según la percepción del presidente y de la 4T. 

Los acontecimientos recientes en Baja California, donde el Congreso del Estado violó el precepto constitucional acerca de la naturaleza y certeza de un proceso electoral, buscando extender el periodo de la gubernatura de 2 a 5 años, exigen una definición clara del gobierno federal ante este desacato legal. Y nadie en el gobierno federal se define on claridad: todos hablan con evasivas.

El presidente, Gobernación y legisladores de Morena cantinflean diciendo esencialmente “qué mal, pero ni modo”. Viólese la Constitución, si eso mantiene la paz interna en Morena.

Y, por último, el simple y directo desacato a la Constitución. La reforma constitucional que definió a la Guardia Nacional como una policía civil, se ha ignorado olímpicamente. Hoy quienes operan con insignias de la GN al hombro son el Ejército y la Marina.

La propia Unión Europea ha reclamado al gobierno que, al aplicar controles migratorios producto del acuerdo Trump-AMLO con las Fuerzas Armadas, es violatorio de acuerdos internacionales.

Es decir, nadie se engaña, y menos en el extranjero: la Guardia Nacional es una fuerza militarizada, contraviniendo lo dispuesto en la Constitución.

Lo que hace el gobierno de la 4T es minar el Estado de derecho, la legalidad constitucional y las normas que rigen en todos los ámbitos de la vida nacional. Si tuviera un planteamiento de nación alternativo, por lo menos se pudiera discutir y evaluar las opciones.

Pero el hecho es que no tiene una oferta alternativa. No tiene una visión económica diferente (ahí está el T-MEC y austeridad neoliberal salvaje), ni social (sigue repartiendo dinero a mansalva y sin control) ni cultural (desprecia cultura, educación y ciencia).

Destruye, no construye. Acusa y difama como deporte. Y, lo más funesto para México, juega a ignorar la Constitución y las leyes del país.  

ricardopascoe@hotmail.com

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