La maldita duda

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El accidente de la gobernadora de Puebla.

En política, lo peor que le puede suceder a alguien es cargar con el manto de la duda sobre su rectitud. La duda es más grande enemigo que todos los cuestionamientos públicos, ataques en prensa, incluso, que las denuncias penales. Todo lo que tenga alguna respuesta creíble es administrable. Lo que deja dudas es veneno puro.

En actos de violencia social o magnicidios, la duda siempre persiste más allá de los hechos. El asesinato de Colosio y la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa son ejemplos de ello, aunque se podría mencionar los casos de Clouthier, el cardenal Posadas, Acteal o Tlatlaya. Con Colosio queda la duda acerca de quién o quiénes ordenaron ese magnicidioManuel Camacho fue señalado por la viuda como responsable por su encono político contra el candidato. En el caso de Ayotzinapa la tesis generalizada es que “fue el Estado”. Los padres de familia señalan a las autoridades municipales, policías estatales y el Ejército mexicano como responsables de su desaparición. Queda la duda imborrable acerca la presunta responsabilidad en algún grado de los gobernantes en esos años.     

La muerte de la gobernadora de Puebla y su marido está generando las mismas dudas de responsabilidad, debido al encono mostrado por el Presidente y Morena en su contra. El Presidente no asistió a su toma de posesión y dijo que no visitaría a Puebla mientras tuviera un gobierno “antidemocrático”. Las palabras presidenciales fueron luz verde para que morenistas atacaran la autoridad del estado y decidieron no colaborar en tareas de gobierno “mientras existiera”. El Congreso federal redujo el presupuesto para Puebla como muestra del desagrado presidencial con su gobierno. Además, Morena auspició una crisis en el TEPJF por su decisión de avalar la elección de Alonso como gobernadora constitucional de Puebla.

Si el presidente es visto por algunos como responsable de la crisis, es mayormente debido a sus propias palabras y acciones. Así como sus partidarios acusan cotidianamente al PRI y PAN de ser responsables de hechos criminales, ahora son ellos los señalados.

Los indicios existentes hasta ahora no son suficientes para definir culpables en este caso. Pudo haber sido un accidente. Pero lo cierto es que Morena gobierna gestando resentimiento, encono y militarización. Y el presidente ataca todos los días a sus supuestos o reales “enemigos”, como lo hace Trump.

Pero de ahí a decir que es responsable de la caída del helicóptero es imposible.

Sin embargo, existen actores que pudieran querer quedar bien con el presidente como camino rápido a una amnistía ofrecida. Adivinar lo que quiere el Presidente es juego de muchos. Especialmente habiendo confirmado el encono presidencial contra esa pareja.

En política, la palabra es comando: encandila al incauto, activa al oportunista, confirma al fanático. La instrucción podría haber salido de cualquier lado.

Lo que queda como responsabilidad directa del Presidente es el sello letal de su gestión que cargará, inevitablemente y para siempre, con la duda. La maldita duda.

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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