La prensa y la muerte del sexenio

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La libertad de prensa está bajo ataque en México. El presidente López Obrador ha lanzado un ataque inédito en contra de medios de comunicación, periodistas, reporteros y columnistas, a veces por sus nombres. Quiere intimidar a la prensa libre para que no divulgue una verdad inocultable: su sexenio murió.

Siempre declaró que era un demócrata a favor de la libertad de expresión. Como candidato, exigió siempre el derecho de réplica para defender sus posturas políticas. Pero como presidente ve las cosas al revés.

Las mañaneras son una misa al ego presidencial que carecen de credibilidad periodística. La primera fila está siempre repleta de pseudoperiodistas de medios desconocidos que responden a las filias y fobias de la oficina de prensa presidencial. Su espectáculo es lamentable. Leen preguntas que les envían y que permiten al presidente hablar de todo y de nada. Sirven para que pueda evadir temas escabrosos que cualquier presidente en un régimen democrático tendría que responder. Sus preguntas intrascendentes le permiten lanzar soliloquios de 30 minutos sin pies ni cabeza. Más que nada, le permiten evadir la realidad.

La operación de control de información ha convertido a López Obrador en el hazmerreir del mundo periodístico. Ese control no habla de fortaleza, sino de debilidad para enfrentar los problemas reales de la nación, y de dar respuestas certeras, creíbles y convincentes. Pero le permite crear y sostener la narrativa de su autoengaño: en México todo está mejor.

Que periodistas y columnistas osen lanzar críticas sobre la versión oficial de la realidad es visto como una declaración de guerra. La intolerancia es, por tanto, el nuevo campo de batalla de la guerra de guerrillas del oficialismo contra las versiones alternativas de la realidad nacional que ofrece el periodismo libre.

¿Qué le exige la democracia a la prensa? Exige que se base en datos verídicos e información corroborada, no en rumores o libretos ideológicos. Su papel es informar para que la sociedad pueda decidir qué rumbo adoptar. Su naturaleza es ser crítica y capaz de evocar dudas razonables. Cuando la prensa se hinca ante el poder pierde su razón de ser. Cuando este gobierno exige la sumisión de la prensa, confirma haber perdido su impronta democrática, si es que alguna vez la tuvo.

El gobierno de la 4T no quiere que se divulgue su secreto mejor guardado: que su sexenio se acabó. La fantasía del reparto de dinero a manos llenas junto con obras faraónicas como sello distintivo de este gobierno se terminó el día en que se juntaron cuatro crisis: la recesión económica, la pandemia sanitaria, la petrolera y la ofensiva del crimen organizado contra las instituciones. 

El gobierno repite, mecánicamente, su oferta de obras y dinero regalado para comprar lealtades y amor, al tiempo que intimida la prensa, buscando su silencio para que no declare finiquitado el sexenio.

Pero la prensa no puede ni debe callar una verdad a plena vista de todos: el país entró en crisis y el sexenio de fantasía de la 4T se derrumbó, convertido en cenizas. 

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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