Lo que sí les tenemos que enseñar

Compartir:

- Advertisement -

“Má ¿te imaginas las mamás que tienen hijos chiquitos y tienen que sentarse con ellos toda la mañana a que tomen sus clases?”, me preguntó hoy la de 15, realmente consternada…

¡Qué si me lo imagino!

No he dejado de pensar en todas ustedes y, la verdad, de agradecer que mis hijos como quiera, ya se las arreglan solos. Cuando yo me levanto, ya se prepararon el desayuno, hicieron su cama y están sentados en su compu, con sus audífonos y en clase y yo puedo ¡felizmente! conectarme a mi propia clase de tortura personal que, aunque me deja completamente tullida, es la clave de mi salud mental.

Si bien este es un momento que nos reta a todos, las mamás que tienen que cursar otra vez uno, o varios grados de primaria o secundaria (aparte de toda la demás chinga), son las que merecerían que les aplaudiéramos todas las noches como a los doctores.

Es evidente que esta no es una situación ideal para nadie. Que vamos todos aprendiendo sobre la marcha a adaptarnos a esta nueva realidad. Y que estamos, todos, llenos de buenas intenciones.

Sí. Pero me parece que la cosa de pronto se sale de control y se vuelve ridícula.

Primero, porque la cantidad de chamba enviada por algunas escuelas y las horas de atención que están demandando de los niños (a veces sin darles tiempo ni para ir al baño) me parece no solo absurdo, sino que raya en lo criminal y antipedagógico.

Es evidente que un niño de 8 años no solo no se va a quedar quieto, sino que necesita ¡mucha! ayuda para descargar archivos, leer dos páginas de instrucciones, buscar aplicaciones, subir y enviar documentos y un sin fin de otras demandas que jamás le habían hecho antes.

Por supuesto que las escuelas no tuvieron tiempo de pensar y prepararse para esto y generar mejores estrategias y, desde luego, reconozco su esfuerzo y entiendo que para ellos también está muy cabrón aprender a enseñar vía remota y sobre la marcha de un día para el otro.

Totalmente.

Pero francamente creo que, a dos meses del chistecito, ya tendríamos que estar entendiendo, todos, algunas cosas y cambiando las formas para encontrar mejores maneras de operar, como profesores, como alumnos, y como papás, a la hora de ir a la escuela en línea.

Lo primero en esa lista, para mi, tendría que ser hacer todo lo posible por que los niños pudieran trabajar SIN la ayuda de sus papás.

Porque sucede que los papás tenemos MUCHAS cosas que hacer, obvio en casa, pero también en nuestros trabajos porque ¿qué creen? resulta que muchos trabajamos y ¡además! muchos tenemos más de un hijo y ¿cómo chingados le hacemos para malabarear tres grados escolares y tres escuincles frustrados y hartos sin que nadie salga volando por una ventana? Y, si no fuera mucho pedir, quisiéramos tantita vida y tiempo para respirar porque …pandemia, estrés y confinamiento.

Esto, obvio, tendría que ir ligado a entender que tal vez en este momento del mundo, habiendo quedado claro que NADIE VA A REPROBAR EL AÑO (¿o sí?) podríamos enfocarnos en que aprendieran cosas más básicas, más útiles, más prácticas (¡justamente! cómo escanear un documento, cómo salvar un archivo, descargar un programa, imprimirlo, crear una presentación o hacer un Excel).

Me parece absurdo pretender seguir con los mismos programas (de por sí muchos ya bastante caducos) Es tiempo de reinventarse. No mamen profes, hay unos que lo único que hacen es mandar listas interminables de actividades para que los niños estén “ocupados” 4 horas seguidas y ni siquiera les revisan el trabajo, es ridículo y ofensivo… o que copien como robots hojas completas de libros ¿perdón… estamos en 1971 o en el siglo XXI? O que ni siquiera prenden su cámara mientras dan su clase… ¿neta?

Perdón, pero ¡pónganse a la altura! entiendan la situación, ubiquen el momento y traten de entender a su cliente que tiene 6,7,8,9,10 (o los años que sean) y busquen una manera de conectarse realmente con ellos. Piensen afuera de la pinche caja y busquen en su almita cualquiera que haya sido la razón por la que decidieron dedicarse a enseñar (vocación… le llaman) desempólvenla y háganle una actualización urgente.

Ustedes son uno de los jugadores clave del momento. Su empatía, su compromiso y su capacidad de resiliencia, adaptación e innovación son determinantes para sus alumnos en este momento.

¿Qué tal enfocarse más en las famosas “soft skills”: la inteligencia emocional, gestión de tiempo, actitud, liderazgo, manejo de crisis, colaboración, resolución de problemas, comunicación, manejo de estrés y trabajo en equipo?

Igual estoy loca, pero qué tal dejar tantito tanta parafernalia de entregas, planas y temarios obsoletos para enfocarnos en los verdaderos aprendizajes que esta situación nos va a dejar y que, si logramos afianzar, serán realmente el punto de inflexión de toda esta generación para salir al nuevo mundo y ser los adultos a cargo en el futuro.

Qué tal preocuparnos tantito por su almita. Por hacer cosas divertidas de vez en cuando y darles un espacio para mentar madres o hablar de las ganas que tienen de ver a sus amigos en el recreo. Qué tal permitirles platicar un rato entre ellos en el Zoom y dejar de tener prisa por palomear el pinche temario de la SEP.

¡Qué tal recordar que son niños (incluidos los pubertos) son personas atrapadas en sus casas y les estamos exigiendo que se queden sentadas como estatuas durante horas, aventándoles una tonelada de trabajo aburrido, monótono, imposible de asimilar cada día!

Qué tal pensar que las mamás están EXAHUSTAS. Que los anchos de banda de las casas muchas veces no son suficientes, o que no hay suficientes computadoras, o adultos, para darse abasto.

Y qué tal que también los papás hacemos nuestra parte y nos alivianamos un poco.

Dejemos por favor de exigirle a las escuelas que “manden más trabajo para que justifiquen la colegiatura” ¿es en serio? ¡no mamen! Nadie pidió esto, no es como que lo estén haciendo a propósito. Porque con todo y todo, las escuelas están haciendo un gran trabajo, tratando de aprender a hacerlo mejor sobre la marcha y manteniendo en su plantilla a sus empleados. Paguen la colegiatura y dejen de quejarse, para nadie está fácil.

Qué tal que dejamos de pretender que nuestros hijos tengan 10 en todo (si en épocas pre covid las calificaciones valían madres, no les puedo explicar ahora cuánto menos importan).

Que nos valga madre si no envían los 12 reportes, 5 exámenes, 3 resúmenes, 8 biografías y 9 investigaciones diarias. Qué tal que se los dejamos de hacer y permitimos que sean ellos los que hagan, bien o mal da igual, qué tal que los dejamos resolver.

Qué tal que entendemos que este año escolar ya valió… y vale madre.

¿Y qué tal esos que ya se dieron cuenta que la maestra no era el problema?

Qué tal mamás, que en lugar de obsesionarnos y estar histéricas tratando de cumplir y hacer que cumplan, nos enfocamos mejor en pensar que lo que realmente importa de este pinche mal capítulo de la historia de la humanidad, es que aprendan a hacer su mejor esfuerzo y dejar de controlar.

Qué tal que en lugar de tenerlos como zombis todo el día ocupados con la escuela, les permitimos jugar. Aburrirse. Pelear con sus hermanos y nos preocupamos por aprovechar el momento para re-conocerlos. Qué tal que los dejamos estar, o buscamos cosas en las que nos puedan ayudar. Qué tal enseñarles a participar, a lavar, a doblar, aspirar, guardar, cocinar y volver a empezar.

Qué tal que en lugar de pasar a la historia como la mamá histérica que trajo a todos en chinga y la pasó permanentemente alterada tratando de cumplir el estándar de calidad de los temarios de la escuela (y todo lo demás), nos damos permiso de ser la otra, la que se enfocó en darles paz, y recordarles que el mundo va infinitamente más allá de palomear cosas imposibles de palomear y que el éxito no es tener 10 en todo, sino la satisfacción de hacer las cosas por uno mismo, tratar de hacer algo por los demás, acordarse de reír ante la adversidad y que lo demás es, realmente, lo de menos.

Qué tal bajarle muchas pinches rayitas y tranquilizarnos, todos, un poco.

No sé… piénsenlo.

Porque les voy a decir una cosa: cuando sean grandes, nuestros hijos no se van a acordar de sus calificaciones cuando el COVID-19, pero sí se van a acordar del ambiente que había en su casa, de cómo se enfrenta y se resuelve un momento difícil y de cuáles son las cosas que realmente importan y eso, eso es en lo que todos juntos, escuelas y papás, tenemos que enfocarnos en enseñar.

Que ya habrá tiempo para lo demás.

PD. Hay extraordinarias escuelas, profesores y maestras haciendo un trabajo fantástico buscando cómo interesar y motivar a los alumnos de cualquier edad. Aplausos a esos que ya entendieron que no hay manera de salir airosos haciendo lo mismo en una situación que dista mucho de ser la que nos acomodaba.

Y aplausos a los papás y mamás que ya entendieron que se trata de hacer lo que se puede hacer y aprendieron a soltar.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.