México acepta ser agente migratorio de EU

Compartir:

- Advertisement -

Se escuda en la política de no intervención

Era obvio, desde hace rato, que el gobierno de México en manos de Morena apoyaría a Venezuela en la disputa sobre la naturaleza de ese gobierno, escudándose tras la política exterior de la no intervención. Morena ha apoyado al gobierno venezolano desde hace años. Ahí no existe incongruencia alguna: siempre rechazó el calificativo de dictadura hablando de Venezuela. AMLO posó alegremente al lado del dictador durante su toma de posesión.

Consecuentemente tampoco habrá incongruencia cuando la comunidad internacional le empieza a reclamar al gobierno mexicano actos cuestionables contra la oposición o con disidentes, en materia de violación de derechos humanos, políticos y civiles o por el excesivo uso de fuerza militar para enfrentar el crimen organizado. La idea de invocar la Doctrina Estrada y la no intervención siempre ha sido usada por México para evadir definiciones sobre dictaduras con las que tiene afinidades y para poder rechazar “moralmente” la mirada internacional cuando contiene críticas ante situaciones regresivas internas. Cuando existan reclamos internacionales hacia este gobierno por posibles actos reprobables, responderá negándole cualquier autoridad para intervenir en los asuntos internos de México. En su momento rechazará la presencia de comisiones internacionales de observación.

El doble rasero histórico de la política exterior mexicana-candil de la calle, oscuridad de la casa-está, de nueva cuenta, en plena circulación por el gobierno de Morena, tripulado por quienes proviene del viejo PRI, fuente originaria de esa política. Pero hoy, a diferencia de antaño, México enfrenta una contradicción inapelable: su no muy discreta reconversión en agente migratorio representando a Estados Unidos en Mesoamérica y el Caribe.

La postura ante Venezuela es una distracción para oscurecer la verdadera “nueva” política exterior mexicana, que convertirá a México todo en el nuevo muro de Trump. Su muro, parecido conceptualmente a la Gran Muralla China (que fue concebida para mantener a las hordas mongólicas fuera del territorio chino), se está moviendo hacia Centroamérica, donde México ha aceptado ser director de la orquesta para  administrar recursos estadounidenses en un supuesto nuevo modelo de desarrollo económico y social en toda Mesoamérica. Mientras se niega a firmar la declaración del Grupo de Lima, México se sigue a pie juntilla la política estadounidense en Centroamérica, para atajar las “masas de terroristas, ladrones, narcos y gente mala” que migra de esa zona del mundo hacia Estados Unidos.

Parece que AMLO está dispuesto a hacer lo que haya que hacer para llevarse bien con Trump. Al nuevo México transfigurado, tan no le interesa lo que sucede al resto de América Latina que no le importa apoyar los gobiernos dictatoriales de fallida izquierda de Venezuela y Nicaragua. La nueva esfera de influencia natural de la política exterior de México es Mesoamérica, y es ahí donde está negociando su “relación especial” con Trump. Ha aceptado ser partícipe en la nueva política del México transfigurado en tiempos de AMLO-Trump: convertirse en el cadenero migratorio del patio trasero del imperio.                               

@rpascoep

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.