Mujeres: con AMLO, sin AMLO o a pesar de AMLO

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Después de la marcha del pasado domingo 8 de marzo el presidente tuvo oportunidad de rectificar su actitud ante el movimiento de mujeres. No lo hizo. Si bien reconoció la legitimidad de las demandas de la mayoría de las participantes, insistió en que el movimiento ha sido infiltrado por los “conservadores”, sus adversarios, quienes lo utilizan para golpear a la 4T con la intención de que ésta fracase.

Desde que se convocó a la movilización del 8 de marzo y al paro de mujeres del día siguiente, el presidente estuvo haciendo este tipo de descalificaciones de lo que considera “un conservadurismo disfrazado de feminismo”.

Si el propósito de AMLO fue debilitar la convocatoria a ambas jornadas, evidentemente no logró el objetivo. Tanto la marcha como el paro fueron exitosos y pueden calificarse de históricos.

Aun así, parece que nuestro presidente no entendió el poderoso y urgente mensaje de las mujeres y prefirió quedarse con su versión de que ese movimiento es parte de un complot de los “conservadores” contra la autodenominada 4T.

¿Por qué el presidente asume estas posiciones ante el movimiento de mujeres? Se supone que el actual gobierno federal proviene de una fuerza de izquierda, Morena, y la izquierda siempre ha sido aliada de los movimientos feministas e impulsora de los derechos de las mujeres. 

Entonces, ¿por qué AMLO tiene este desencuentro con el movimiento de mujeres? Creo que la explicación se puede pensar en dos niveles: las convicciones de AMLO y su estrategia política de concentración de poder.

Andrés Manuel no es un político de izquierda. Quienes han seguido su trayectoria saben que durante largos años se resistió a declararse de izquierda, pero llegó un día que ante la insistencia de los reporteros dijo que si ser de izquierda es ayudar a los demás entonces él sí era de izquierda, y remató su declaración afirmando que Jesús había sido el primer izquierdista. A

sí es, no nos gobierna un izquierdista sino un cristiano. A AMLO le son ajenas la historia y las tradiciones de la izquierda, sobre todo la marxista; sus convicciones profundas provienen de su profesado cristianismo.

Y está bien, cada quien encuentra las raíces de sus convicciones donde quiere o puede. No obstante, resulta que las ideas y valores básicos del cristianismo no comulgan con los del feminismo, y menos con las expresiones más radicales de éste.  

En el mejor de los casos, el cristianismo concibe a la mujer en su papel reproductor y educador, como sólido pilar del hogar al lado de su marido, a quien debe guardar abnegación, y juntos formando una familia tradicional: mamá, papá e hijos.

Es un hecho que las Sagradas Escrituras están saturadas de prejuicios patriarcalistas y misóginos. Es en este horizonte doctrinario en el que AMLO formó sus ideas y valores más profundos, lo que pone en evidencia en reiteradas ocasiones.

En estos temas, sin duda que el conservador es AMLO y por ello tiene dificultades para compatibilizar con el movimiento feminista y sus demandas, construidos sobre una plataforma ideológica, valórica, teórica y genérica muy distinta del cristianismo.

Pero hay otra razón del desencuentro de AMLO con el movimiento de mujeres y es propiamente política. Se trata de su desmedido afán de concentrar el poder, de controlar todas y cada una de las instancias del poder político y, como es sabido, para lograr este objetivo ha implementado un amplio conjunto de decisiones.

Entre estas decisiones está la condena a las organizaciones de la sociedad civil, a pesar de que muchos de los integrantes de ellas simpatizaron con AMLO y votaron por él, y él lo sabe. Pero AMLO ha decidido combatir a todo lo que huela a organizaciones de la sociedad civil, acusando injustificadamente a todas ellas de corruptas.

Aunque en muchas ocasiones sólo sea de manera modesta, las organizaciones de la sociedad civil ejercen cierto liderazgo, algún  nivel de poder entre sus bases sociales o sus representados, y esto va contra los planes de AMLO quien, en la mejor tradición populista, quiere establecer una relación directa con la gente, con el pueblo, sin mediaciones ni intermediarios.

Pero resulta que el corazón organizativo del movimiento de mujeres son precisamente organizaciones de la sociedad civil, muchas de ellas feministas y, de manera menos formal, las llamadas “colectivas”, grupos de mujeres organizadas en redes para la discusión y el activismo.

Esto no gusta a AMLO, por lo que en varias ocasiones ha hecho alarde de su larga trayectoria de luchador social, como si se tratara de una competencia curricular con las feministas.

Todo movimiento que AMLO no controle directa o indirectamente y no declare su simpatía con la 4T será condenado y combatido, así sea con sutiles descalificaciones o con groseros epítetos. Ejemplos hay varios: Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad,  LeBarón, EZLN, SME, entre otros, y ahora, el movimiento de mujeres.

Pero en este caso el presidente comete un craso error. Las banderas que enarbolan las mujeres no pueden no triunfar pues, valga la expresión, están condenadas a la victoria porque están cargadas de presente y de futuro, y sus demandas son de tal alcance que tienen potencialidades civilizatorias.

Las mujeres son víctimas de muy diversas formas de violencia, desde las más ligeras hasta la monstruosidad del feminicidio. Son tales las agresiones contra las mujeres que se han tenido que preguntar por qué suceden, y la respuesta que han dado no se ha quedado en los ámbitos criminales o delictivos sino que han enarbolado una respuesta de género, es decir, una respuesta que cuestiona las relaciones de género producto de la sociedad patriarcal. Combatir el patriarcado es una causa más trascendental que las cuatro transformaciones juntas, por eso afirmo que su alcance tiene alcances civilizatorios.

Pudieron ser aliados pero AMLO no lo quiso; pareciera que el presidente quiere construirse un enemigo que no tiene pero puede tener. Esta vez AMLO escogió mal, el movimiento de las mujeres será un actor relevante, permanente y persistente de aquí en adelante, y sin duda avanzará y triunfará y podrá hacerlo con AMLO, sin AMLO o a pesar de AMLO.

¿Cómo lo prefiere, señor Presidente?  

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