No soy la única

Compartir:

- Advertisement -

Todos los días me vienen pensamientos a la cabeza acerca de nuestro planeta. Es como si estuviese enamorada de él. Probablemente sí lo estoy, porque soy consciente de lo grandiosa, bella, fuerte y admirable que es la naturaleza.

Me doy cuenta de esto día a día y estoy agradecida. Me cuesta mucho trabajo darme cuenta que la sociedad aún no está enamorada de nuestro planeta y, quizá, por eso es que le hacemos tanto daño.

Ojalá todos pudieran quitar la mirada de sus celulares, por al menos un momento cada día, para darse cuenta de lo que es real, lo qué está pasando alrededor.

Ojalá. Ojalá pudiéramos todos alzar la mirada de esa pantalla de fantasía y darnos cuenta de que estamos creando nuestra destrucción, sin siquiera darnos cuenta, o sin ser capaces de admitirlo.

Ojalá pudiéramos darnos cuenta que esto no es un juego más, en el que existen varias vidas, varios intentos, varios planetas, un plan B. Solo existe una vida, un intento, un solo planeta. No existe un Planeta B y estamos a punto de terminar con nuestro Planeta A.

Me alienta saber que no soy la única que piensa de esta manera. Que hay líderes en el mundo que se preocupan por este asunto y crean campañas reales por intentar hacer una diferencia. Ponen su granito de arena.

No me asombra saber que estas campañas para promover la ecología y combatir el cambio climático, se llevan a cabo en países principalmente europeos. Países donde su leyes protegen, en muchos aspectos, a la naturaleza y a los ecosistemas de su alrededor. Me gustaría resaltar que se preocupan exclusivamente por su entorno.

A pesar de que algunos de estos países europeos parezcan completamente eco-friendly, no lo son, porque prefieren contaminar los suelos, el aire y el agua de naciones en desarrollo, que se encuentran al otro lado del planeta y que aún no cuentan con restricciones suficientes para evitar daños en el medio ambiente.

Países como México, donde el gobierno y la gente se preocupa más por las inversiones millonarias y el dinero, que por el aire que respiran o el agua que beben. Aire y agua, que sin duda, en algún punto llegará a Europa, África y Asia.

Combatir el cambio climático no es trabajo de un solo país o un solo continente, es obligación de todos los países, sin importar su ubicación geográfica, su división territorial o su tipo de gobierno. Eso es algo para lo que no existe una sola excusa válida para no contribuir. Combatir el cambio climático no es trabajo de una sola persona o de una minoría de personas. Es la obligación de todos los ciudadanos en el mundo, sin importar su nacionalidad, su religión, sus rasgos físicos, su género o su edad.

Soy joven. Soy mexicana. Aún me quedan muchos años por vivir, muchos sueños por cumplir, muchas metas por alcanzar, muchos lugares por conocer y muchos cambios por hacer. No me voy a ir de este mundo sin estar segura y consciente de que hice todo lo que estaba en mis manos para cuidarlo, mantenerlo y protegerlo, con el fin de que se mantenga sano y habitable para la futuras generaciones.

Pero después de mí, seguramente hay muchas generaciones más que quieren lo mismo, pero solo lo van a lograr si nosotros cuidamos del planeta en el que vivimos ahora, en el que vivirán nuestros hijos y también nuestros nietos. No sería justo que nosotros termináramos con todo de una manera descarada y egoísta.

Alcemos la mirada.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.