Por la paz, con justicia y dignidad

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A veces la memoria es corta, por lo que conviene hacer un rápido recuento. Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo de Javier Sicilia, fue asesinado (junto con otras seis personas) en marzo del 2011. La respuesta no fue la poesía. Javier Sicilia no ha vuelto a escribirla desde entonces, ¿cómo hacerlo en el marco de tanto horror? La respuesta fue la organización.

En abril del mismo año se creó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cuyo acto fundacional fue una caminata que arrancó el 5 de mayo del 2011 en Cuernavaca, para llegar el 8 de mayo a la Ciudad de México, exactamente igual que la más reciente movilización de enero del 2020.

A ese acto de 2011 le siguieron un montón de movilizaciones y acuerdos: la marcha del consuelo, la construcción de un Pacto Nacional contra la Inseguridad que se firmó en junio en Chihuahua, la discusión de la política de seguridad que se llevó a cabo en el Diálogo por la Paz en el Castillo de Chapultepec también en junio del 2011. En plena campaña electoral del 2012 el movimiento se sentó a dialogar con los candidatos presidenciales para después, en agosto, echar a andar la Caravana por la Paz en 20 ciudades de Estados Unidos… y así podría seguir el relato.

Sin embargo, quiero llegar mayo del 2018, cuando en el marco del Diálogo por la Paz y la Justicia, López Obrador se animó a ir a la IBERO y, a diferencia de otros, no terminó encerrado en un baño. Ahí se comprometió a generar un mecanismo internacional para investigar las graves violaciones a derechos humanos que hemos sufrido en México. 

Unos meses después, el 14 de septiembre, se llevó a cabo el diálogo por la Paz, la Verdad y la Justicia, cuando Andrés Manuel ya era presidente electo. Ahí, AMLO se comprometió a realizar cuatro mesas para discutir un proceso de justicia transicional en México: verdad, justicia, reparación, y garantías de protección de víctimas y testigos. No obstante, la limitación de esas mesas ya había sido anunciada por el presidente en ese mismo evento y en otros: olvido no, pero perdón sí.

En el marco de una nueva masacre, ahora en contra de la familia de Julián Lebaron, y teniendo como telón de fondo al 2019 como el año con la mayor cantidad de homicidios de México, se renueva el terror… y la organización. El vocero del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad anunció que marcharían, una vez más, a Palacio Nacional; exactamente igual que en el 2011, con el mismo objetivo: cambiar la estrategia de seguridad que sigue sin dar resultados. Han transcurrido casi 9 años desde ese mayo del 2011 y parece que poco ha cambiado.

Lo inesperado no fue la convocatoria a una nueva marcha, (es lo que el Movimiento ha hecho en todos estos años), lo nuevo fue la respuesta del presidente: no los voy a recibir, para evitar que se haga un show, porque debo cuidar la investidura presidencial. Ya podemos nombrar a la movilización de enero del 2020 como “el diálogo que no se dio”. ¿En qué consiste el cambio de política de seguridad que se propone? Destacan cuatro aspectos:

1) La conformación de una Comisión Nacional de la Verdad que sirva para conocer todos los casos de violaciones graves a derechos humanos en México y así identificar los patrones estructurales de esas violaciones.

2) La creación de un Mecanismo Internacional contra la Impunidad nombrado y coordinado por Naciones Unidas, en donde se lleven los juicios en contra de los autores intelectuales de las violaciones graves de derechos humanos en los últimos años.

3) Mecanismos efectivos de participación y protección de víctimas, así como de protección de testigos que alimenten a los dos órganos mencionados.

4) La creación de un modelo de reparación del daño de todas las víctimas.

Estas cuatro instituciones provienen del diálogo celebrado entre el gobierno electo, las organizaciones de víctimas y la sociedad civil entre septiembre y diciembre del 2018. Los resultados se presentaron en una conferencia de prensa en enero del 2019. Ha transcurrido un año… y nada ha pasado. El mismo documento de ese enero del 2019 fue entregado otra vez en el 2020. El reto: romper con el “olvido no, pero perdón sí”. 

El problema sigue siendo la impunidad.

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