¿Puede haber PAZ después del Acuerdo de Paz?

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El ELN se adjudicó el ataque en Bogotá

El Ejército de Liberación Nacional, ratificó la autoría del atentado con un carro bomba que ocurrió el pasado 17 de Enero en la Escuela de Policías General Santander en Bogotá, Colombia.

Un hombre condujo hasta la Escuela y, al estar cerca a la entrada, aceleró la velocidad y se estrelló contra uno de los edificios del complejo de la academia policial. El impacto hizo explotar la dinamita que contenía el vehículo. 21 personas muertas y 60 heridas le recordaron a la capital de Colombia que el conflicto aún no ha acabado.

En Colombia vivimos la mayor parte del siglo XX en ‘guerra’. De un conflicto civil entre los partidos políticos del inicio del siglo, derivó luego el surgimiento de guerrillas y grupos de defensa campesina y de autodefensa ‘paramilitar’, que fueron tomando control de diferentes zonas del territorio.

Desde los años 70s hasta finales de los 90s nos sometimos además a los enfrentamientos entre los grandes carteles del narcotráfico y los actos violentos de ‘poder’ de Pablo Escobar y los demás extraditables para presionar a los gobiernos de turno.

En Colombia tanto el Cartel de Cali y de Medellín, así como las guerrillas del M-19, las Farc y el propio ELN, usaron el secuestro como arma de coacción política y económica; aún no se sabe con certeza cuántas personas murieron en cautiverio ni en dónde se encuentran sus restos.

¿Una paz estable y duradera? 164 líderes asesinados en 2018

Después de cuatro años de diálogos, las Farc y el Gobierno de Colombia en cabeza de Juan Manuel Santos firmaron el “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”. Pero mientras los integrantes de la Farc dejaban las armas, esperaban los procesos que la Jurisdicción Especial para la Paz iniciarán y arrancaban su participación en la vida civil y política, a Colombia le quedaban muchos cabos sueltos para la construcción de esa paz “estable y duradera”.

Por un lado, la presencia de grupos armados ilegales, llamadas BACRIM, bandas criminales como las Águilas Negras, donde participan muchos exintegrantes de las autodefensas que habían pasado por un proceso de negociación durante el gobierno Uribe, reforzaron el control en los territorios y la intimidación a líderes sociales y campesinos que buscaban el retorno a sus tierras y fortalecer los procesos locales.

En 2018 fueron asesinados más de 164 líderes sociales, comunitarios, campesinos. Muchos de los casos aún no han sido resueltos y el Estado sigue sin hacer presencia efectiva en las zonas donde las Farc antes ejercían poder. Ni Dios ni ley en muchos territorios donde el control de la tierra la buscan los grandes terratenientes para la ganadería extensiva, cultivos industriales o el poder sobre las fuentes de agua. Además del control que grupos narcotraficantes buscan seguir manteniendo para los sembradíos de coca y amapola, los laboratorios de procesamiento y las rutas de salida de los cargamentos al exterior.

En lo que va de 2019, 9 líderes han sido asesinados.

¿Hacer la PAZ con el ELN?

Con el ELN llevamos más de 20 años en procesos  ‘preliminares de negociación’. El ELN fue responsable durante muchos años de daños a infraestructura eléctrica y oleoductos; responsable también de secuestros extorsivos y ha cometido atentados que han afectado en especial a población vulnerable.

Pero entrar con un ‘kamikaze’ a Bogotá y declarar que fue una operación ‘lícita dentro del derecho de la guerra’ deja hoy un sentimiento de incertidumbre, muchas interrogantes y sobretodo una frustración muy grande en la comunidad nacional.

El ELN no está derrotado militarmente, pero no es una estructura tan fuerte como en su momento lo fueron las Farc. Es una guerrilla sin jerarquía clara o estructura organizada y se han vinculado al narcotráfico y al crimen organizado; actúan más en células y si encontraron una persona capaz de ‘inmolarse’ en el pasado atentado en Bogotá, están comenzando a mutar en su actuar criminal.

Los diálogos con el ELN estaban estancados desde hace meses y a raíz de lo que sucedió el pasado Jueves, el Presidente Duque dió por terminado el proceso de negociación.

Durante estos años, dedicamos nuestros esfuerzos a conocer y señalar más a las Farc que al ELN, y con un gobierno como el de Duque -que tiene un discurso ‘claramente’ guerrerista -, a la sociedad pacifista colombiana nos queda en estos momentos un reto muy grande.

Por un lado, quienes tenemos el convencimiento de fortalecer el proceso que se adelantó con las Farc debemos ser capaces de generar las acciones de movilización y presión social para que por un lado se respeten los acuerdos, protejamos la Jurisdicción Especial para la Paz y acompañemos en especial a las víctimas.

Por el otro, debemos movilizarnos en forma efectiva para llevar a las partes de nuevo a un espacio de negociación. En estos momentos no existen las condiciones, pero no significa que no puedan crearse.

No podemos volver a ‘la guerra’ y validar en el marco de ‘combate’ acciones donde siempre la población más vulnerable es la que tiene todas las de perder.

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