(Sobre) vivir en el Edomex siendo mujer

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¿Qué significa ser mujer en el Edomex?

Me da miedo quedarme dormida en la combi y que el chofer se aproveche de mí. Me provoca terror llegar después de las 10 de la noche a casa, porque todos los negocios cercanos ya cerraron y la calle está sola. Mamá dice que ella me espera en la esquina de la casa para caminar juntas, pero prefiero mil veces tener que correr esa calle, que parece más larga con cada paso que doy, que alucino cuando mis vecinos apagan la luz en el momento que paso delante de su casa, que ruego mientras voy caminando sola, porque prefiero hacerlo así que también exponer a mi madre.

Cada vez que tomo un taxi, envío por mensaje las placas del auto, el modelo, color y nombre del conductor a más de una persona. También tengo un grupo de amigas en el que avisamos a dónde vamos y a qué hora salimos, para saber que llegamos bien.

En ese grupo está mi prima; ella sale de casa a las nueve de la mañana y debe llegar a su trabajo a las 10, recorro en la mente cada paso de su camino, imagino que se le olvidó caminar del lado contrario de los carros y uno de ellos la subió y se la llevó. No, mi temor no es exagerado. Esto pasa más frecuente de lo que quisiera, lo leo en los periódicos de nota roja que saben capitalizar la violencia contra las mujeres. La cercanía de estos hechos a mi casa me crispa, es como una voz muda que me alerta que la siguiente puedo ser yo.

Todos los días, antes de salir de casa, pienso en tomarme una foto de cuerpo completo y mandársela a mi mamá, decirle que si en la noche, cuando ella llegue, yo no estoy y no contesto el teléfono, sepa qué decir cuando en el Ministerio Público le pregunten “¿qué ropa vestía su hija?”. Quisiera hacerlo para que mi mamá tenga más herramientas si un día tiene que renunciar a todo para salir a buscarme, pero no lo hago; no quiero espantarla y hacerla pensar que podría no volver a casa. También porque, en el fondo, espero regresar.

No sería el vestido, ni la falda y mucho menos un pantalón entallado, tampoco que haya decidido ir sola por una calle o salir tarde de una fiesta, lo que nos mata a las mujeres mexiquenses; sino este estado machista, que hace fácil que nos violen y nos arrojen al primer terreno baldío sin voltear siquiera, sin temer ser atrapados. Es la negligencia de las autoridades que no nos buscaron las primeras 72 horas de desaparecidas, es la impunidad en este territorio de muertas el que le da valor a nuestros agresores para atreverse a matarnos, a ignorar nuestras súplicas, a ahogar con golpes nuestros llantos, a destrozar a nuestras familias.

El Estado de México es la entidad con mayor número de feminicidios en el país, vivo con el miedo constante de que el día de mañana sea mi madre quien esté protestando en las calles, tocando las puertas de las autoridades en busca de justicia por ver a mi asesino tras las rejas. Tengo 23 años y estoy cansada de sobrevivir en este territorio mexiquense… Yo ya quiero vivir, porque vivir con miedo solo es sobrevivir.

Sobre la autora: Vive en Tultitlán, Estado de México.

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