Un Congreso con prisas

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Tic, tac, tic, tac. El tiempo apremia y tenemos un problema: las altísimas expectativas de cambio en la sociedad. El presidente promueve y mantiene esta expectativa, pero hay un obstáculo: el Congreso.

Por mucha mayoría relativa, por mucho apoyo popular, los engranajes del sistema legislativo avanzan lento, paso a paso, trámite a trámite. Y no es que eso esté mal: las leyes son complejas, requieren cuidado, tienen aristas y, sobre todo, tienen consecuencias en la vida de la gente.

En nuestra concepción latinoamericana del Estado, la justicia y la política –que es, básicamente, no confíes en nadie-, hemos asumido que la ley es más un aparato para hacernos la vida difícil que para protegernos.  

Pero hoy, a unos días de que acabe el Periodo Ordinario de Sesiones (el 30 de abril) nuestro Congreso trabaja a marchas forzadas para legislar en varios temas que impactarán nuestras vidas; el problema es que lo hacen bajo alta presión para complacer a las demandas del Palacio Nacional.

¿Qué está en juego?

La Guardia Nacional ya es parte de la Constitución, pero no puede operar hasta que tenga leyes y reglas. Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, presentó personalmente al Congreso cuatro iniciativas para regular el actuar de la GN. Un detalle curioso, porque en general se esperaría que esto fuera presentado como una iniciativa del Ejecutivo federal.  Al entregarla él, tiene más un carácter de “poderosa sugerencia”.

Estas propuestas incluyen cosas tan cruciales como la Ley Nacional del Uso de la Fuerza: ¿cuándo, cómo, bajo qué circunstancia podrán los gendarmes usar fuerza letal? ¿Cuándo podrán someter con violencia a presuntos delincuentes sin violar sus derechos humanos? Es una ley importante, y debería ser discutida de forma amplia y pausada. También está la Ley Nacional de Registro de Detenciones, que es clave para evitar arrestos arbitrarios, ilegales o apremios. ¿Se están incluyendo los elementos necesarios para salvaguardar a los ciudadanos? Ha faltado, además, un tema importante en la propuesta: hoy sabemos qué pasará si se roba o pierde un arma a un oficial, pero no sabemos cómo será juzgado si viola derechos humanos.

Junto a eso, queda una duda entre los expertos: ¿cuál es la estrategia, la verdadera estrategia, de seguridad? No es “abatir la corrupción y reducir la pobreza”. Eso está genial, pero no es una estrategia de seguridad. Aún no se ha dado a conocer, en todo caso.

La GN da para más debate, pero no es el único. Otra legislación que afectará a miles de mexicanos es el desmantelamiento de la Reforma Educativa.  La CNTE ha bloqueado los trabajos, y el famoso memorándum no ayudó al proceso. Sin embargo, la prisa es grande: de no cambiarse, empezará el ciclo educativo con las reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto. Así, tendremos otros meses de alta tensión con los maestros disidentes.

Para leyes que afectarán la vida de las personas, está la Reforma Laboral. Esta debería ser aprobada sin mayores problemas, ya que se alinea con las demandas de Estados Unidos y el T-MEC en general. Pero los congresistas de EU aún no están satisfechos, y ponen presión a los nuestros – qué tiempos – para que hagan modificaciones.

Está también quitar el fuero a presidentes y legisladores. Es una demanda sentida por la sociedad: el fuero se convirtió en manto de impunidad. Pero también tenía su sentido: evitar la persecución política.  El Congreso ya está teniendo sus dudas.

¿Y la austeridad? Su ley sigue en lista de espera, y probablemente sufrirá impugnaciones legales.

Pero no acaba ahí: también hay pendientes en el nombramiento de magistrados en el Sistema Nacional Anticorrupción, así como magistrados en la Tercera Sección de la Sala Superior del TFJA, entre otros.

El impacto de todas estas decisiones en la vida de la ciudadanía mexicana será tangible; afectarán su seguridad, educación, trabajo; su percepción de la autoridad, de la ley, y la efectividad de la justicia.

Seguro habrá un periodo (o dos) extraordinarios de sesiones, entre mayo y agosto. Esperemos que la prisa no ciegue a la legislatura y escuche las voces de los expertos y de la sociedad civil; que no se hagan leyes a la ligera.

Recordemos que no por mucho legislar, se cumplen las promesas.

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