Venezuela: ¡No alcanza ni para la mordida!

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Por: Carlos Viniegra

Era una lluviosa tarde de viernes en la Ciudad de México; ese día adelanté la salida para evitar el agitado tráfico y la escasez de Übers con el que usualmente inicia el fin de semana en esta época y tuve suerte, en pocos minutos me encontraba dentro de un auto en compañía de un amable conductor, al que pronto delató un inconfundible acento caribeño.

Era un hombre joven, atlético, de tez oscura y trato cordial y directo. Pronto comenzó a platicar sobre su origen, las experiencias y penurias que lo habían traído hasta la Ciudad de México, así como de su optimismo por haber logrado que su hermano, en ese momento en ruta a México desde su postrada patria, llegara al país. Como algunos lectores habrán adivinado, el conductor provenía de Venezuela y en los pocos minutos que duró el trayecto, me contó la misma historia que ya hemos escuchado tantas veces.

“…la cosa esta terrible, el sueldo de un mes no alcanza ni para un kilo de frijol y cuando se tiene plata no hay forma de encontrar productos en el mercado. Mire, cuando yo llegué aquí, no podía creer la cantidad de cosas que había en el supermercado. Le hablaba a mi padre a Venezuela para contarle y los dos llorábamos al teléfono, tanto por la alegría de que alguno de los dos ya tuviera trabajo y alimento, como por la tristeza de saber que los que se quedaron atrás seguirían pasando hambre.”

La parte más importante de la conversación no fueron los terribles detalles de la situación que se vive en Venezuela, que por desgracia he escuchado de boca de demasiadas personas que la han vivido en carne propia, sino el contexto alrededor de este hombre quien se sinceró un poco más y dijo.

“… yo no le voy a mentir, estuve en el ejército y fui parte de los bolivarianos que apoyamos a Chávez. Nos fue bien porque yo tenía uniforme y como decimos allá, los que traen uniforme se hacen sus “trampas” (corrupción) para poder sacar lo que no sale con el sueldo. Allá siempre le fue bien al que tenía uniforme porque encontrábamos la forma de sacar el dinero que nos faltaba. El problema es que ahora, ni con el uniforme se puede hacer dinero, ya no alcanza ni para la corrupción, nadie tiene para pagarla, por eso me vine a su país…”

Sin duda, ese último comentario me había dejado frío, contenía demasiadas cosas para desempacar y al salir del auto varias tomaban la forma de preguntas. ¿Cómo los que empoderaron a Chávez, ahora huyen y viven sin responsabilizarse de lo que pasó? ¿Cuánto puede vivir un régimen corrupto cuando ya no alcanza ni para las mordidas? ¿Si los bolivarianos están desesperados, quién sostiene a Maduro? ¿Es la corrupción un fenómeno cultural? ¿Qué pasará en México con la corrupción cuando se bajen los sueldos de los funcionarios públicos? ¿En veinte años estaremos mejor que Venezuela?  

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