En la CDMX, mujeres tienen menos oportunidad de salir de la pobreza que los hombres

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Ninguna persona puede elegir a sus padres, decidir dónde nacer, en qué condiciones ni tampoco su color de piel; a esto se le conoce como suerte de cuna y determina si una persona puede salir de la pobreza o no, o si puede mantenerse rica o no.

Sin embargo, un estudio del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) en la Ciudad de México reportó que el sexo también es un determinante de la movilidad social (cambiar de un nivel socioeconómico a otro), pues las oportunidades se distribuyen de manera desigual entre mujeres y hombres, siendo ellas las más afectadas.

En la capital del país, al menos 41% de la desigualdad económica se debe a que no todos sus habitantes tienen las mismas oportunidades para mejorar su situación.

Si una mujer nace pobre en la Ciudad de Méxicotiene 14% menos probabilidades de mejorar su estatus económico que un hombre y si una mujer nace en un hogar de mayor riqueza, tiene 11% menos probabilidades de mantenerse con el mismo estrato socioeconómico.

En otras palabras, de cada 100 mujeres que nacen pobres en la capital, 41 no logran salir de la pobreza, 5% más que los 36 de cada 100 hombres que nacen en pobreza y tampoco logran salir. 

Por el contrario, 65 de cada 100 mujeres que nacieron ricas se quedan en la misma condición, contra 72 de cada 100 hombres adinerados.

A pesar de que en la Ciudad de México hay mayores oportunidades para salir de la pobreza (56 de cada 100 personas) que en el resto del país (26 de cada 100) no significa que no pueda haber mejores condiciones, al contrario, “hay más oportunidad de cerrar la brecha porque el PIB per cápita en la CdMx es superior al promedio nacional”, mencionó Rodolfo de la Torre, especialista en desarrollo social con equidad del CEEY.

¿A qué se deben las diferencias entre mujeres y hombres?

Parte del problema es que existe desigualdad de género en el mercado laboral de la capital, ya que mientras 76% de los hombres trabajan, solo el 46% de las mujeres lo hacen. Y de las mujeres que tienen hijos menores de seis años, solo el 38% trabaja, reveló el estudio.

Otro de los datos preocupantes que destacó el CEEY es que 80 de cada 100 personas que son excluidas en el mercado laboral son mujeres y la razón por la que la mitad de ellas no trabaja, es por dedicarse a quehaceres del hogar, cuidar de niños o a algún familiar enfermo, sin pago.

“Las leyes no protegen a las mujeres que no trabajan y se dedicaron a cuidar de los hijos y de sus esposos. No reciben manutención cuando se divorcian y eso provoca que baje su estatus socioeconómico porque no están protegidas”, declaró en conferencia de prensa Eva Arceo, investigadora de la Universidad Iberoamericana.

El nivel educativo también es otro punto en contra de las mujeres ya que tienen menos oportunidades que los hombres cuando los padres no tienen estudios o no terminaron la primaria, pues 9 de cada 100 mujeres alcanzan la educación profesional, en comparación con 12 de cada 100 hombres.

¿Cómo erradicar la brecha de género?

Rodolfo de la Torre recomendó “una construcción de un sistema de cuidados con seguridad y calidad para los menores de edad financiado tanto por el sector público como por el privado” y agregó que también podría funcionar “tener centros de cuidados dentro de las áreas de trabajo”.

Mónica Orozco, investigadora y una de las autoras del estudio de Movilidad Social destacó que “para un sistema de cuidados es necesario considerar horarios escolares extendidos, proteger los derechos de las trabajadoras del hogar y cuidadoras”.

Por su parte, Eva Arceo señaló que “es difícil que las mujeres dejen a sus hijos con personas que no conocen, para ello se podría implementar cooperativas comunitarias para el cuidado de los niños, es algo que en Topilejo, (alcaldía) Tlalpan, ya funciona”.

Por último, Arceo también declaró en la presentación del estudio que “es indispensable alargar las licencias de maternidad y las de paternidad para igualar las condiciones laborales”. 

El estudio del CEEY también señala que para propiciar la movilidad social ascendente se requiere impulsar el poder adquisitivo del salario mínimo, un sistema de protección social, garantizar que las mujeres puedan insertarse en el mercado de trabajo, mejorar las condiciones de crédito, entre otras.

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